Los vegetarianos han ganado: la industria de la carne vive su declive

  • Los perjuicios para la salud y los problemas medioambientales marcan a los consumidores.
  • Empresarios luchan contra la que ellos consideran una "idea estereotipada sobre la carne roja".
  • Los vegetarianos ponen nerviosa a la industria cárnica.
  • Los españoles cada vez comen menos carne. Lo mismo ocurre en toda Europa. Los movimientos vegano y vegetarianos podrían tener mucho que ver, o al menos así lo sugiere una iniciativa de la interprofesional española Provacuno, que lanza indirectas muy directas a estos «falsos mitos» y «modas». Hace unos días Moncloa.com se hacía eco de una iniciativa a nivel europeo potenciada por España y Bélgica, por la que se financiará con dinero público una campaña publicitaria a favor del consumo de carne roja en nuestro país. A continuación explicamos por qué la mayor concienciación sobre hábitos de vida saludables están poniendo muy nerviosa a la industria cárnica.

    Primero, algo de contexto. En 2019, el consumo de carne en España marcó su sexto año de caídas continuadas. Se trata de un fenómeno compartido por toda Europa, desencadenado por las recomendaciones que hizo en su día la Organización Mundial de la Salud (OMS), alertando de efectos perjudiciales de la carne roja como la relación con el cáncer colorrectal. La Organización declaró cancerígena la carne procesada, y calificó de «probablemente» cancerígena la carne roja.

    Esto se une a las peticiones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) al público general para reducir el consumo de carne con motivo de su relación con el cambio climático. En concreto, el informe de 2019 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático denunció que la industria cárnica influye negativamente en el medioambiente, mencionando la peligrosidad del gas metano contenido en los pedos de las vacas, que produce efecto invernadero. «Sería beneficioso para el clima y la salud humana que la gente de países desarrollados consumiera menos carne”, aseguraron.

    Por desgracia para el sector de la carne, la declaración de su producto como perjudicial tanto para la salud humana como para la conservación del medioambiente produjo una tormenta perfecta que está llevando a la gente a consumir menos cárnicos.

    En 2018, los hogares españoles consumían un 12% menos de carne que en 2012. La compra de carne fresca se minimizó un 3,8%, y la de congelada, casi un 10%. Mientras tanto, el precio por kilo subió un 2,1%. Es decir, a la vez que el consumo disminuye, el precio aumenta, haciéndolo así aun menos atractivo. Planas, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, explicó que en 2019 continuó la tendencia de los españoles a presentar «una mayor preocupación por la reducción del consumo de proteínas».

    ¿DEMONIZACIÓN O CONCIENCIACIÓN?

    Desde la Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas de España, apuntaban el pasado año que los medios están «demonizando la carne y los productos cárnicos». Es en la misma línea con la que se activa en 2020 la campaña #HazteVacuno, destinada a luchar contra la «idea estereotipada sobre la carne roja». Asimismo, la campaña pretende conseguir que «el consumidor se sienta identificado y apoyado en su elección al respecto», una forma de equilibrar esa ‘demonización’ que denuncian. 

    De esta forma, se deja entrever que la industria cárnica está enrabietada con las tendencias modernas, que parecen inclinarse por las recomendaciones de la OMS y concienciarse cada vez más sobre el cambio climático. Las grandes instituciones internacionales ya han hablado. La manera actual con la que se produce carne conlleva riesgos medioambientales graves, y todo apunta a que al sector le va a tocar comenzar a transformarse como ya lo han tenido que hacer tantos otros.

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    Infografía que muestra una caída de producción de carne a nivel global, un cambio de tendencia histórico. Fuente: Bloomberg.

    Provacuno le declara la guerra a los “falsos mitos y las modas”, pero tal vez se hayan pasado de atrevidos tildando de «moda» una corriente alimenticia avalada por los grandes expertos. Las señales están ahí. A finales del pasado mes, el Parlamento Europeo desestimó una queja de asociaciones del sector, que reclamaban prohibir a los productos vegetarianos llamarse «hamburguesas» o «filete» al no estar hechos de carne. Otro éxito para el mercado vegetariano.

    UN GRITO DE AUXILIO A GOLPE DE TALONARIO

    El proyecto europeo ‘Proud of EU beef’ indica: “Durante la última década en toda Europa, el consumo de carne fresca se ha enfrentado a una disminución constante”. El texto resumen, disponible en la web de la Comisión Europea, no detalla mucho los motivos por los que ha podido producirse esta reducción en el consumo, pero varias frases y eslóganes de la campaña dejan verdaderamente claro contra quién están luchando.

    El programa, aprobado en 2019, cuesta un total de 4.506.588,41 euros, y ha sido impulsado en España por la Organización Interprofesional Agroalimentaria de Carne de Vacuno (Provacuno). Su objetivo es promocionar el consumo de carne roja en varios países de la Unión Europea, en un intento por revitalizar un sector que vende cada vez menos.

    Muchos ojos están puestos en los nuevos avances científicos, que apuntan a desarrollar carnes de laboratorio o fabricadas a partir de plantas. Si la digitalización ha sido disruptiva para sectores como el del taxi, la lucha contra el cambio climático obliga a la industria de la carne a renovarse o morir.