sábado, 14 diciembre 2024

El asma podría proteger frente a COVID-19 en un grupo concreto de pacientes

Un equipo de investigadores del grupo de Neumología del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR), en colaboración con el CIBERES, ha evidenciado que el asma podría proteger frente a COVID-19 en un grupo concreto de pacientes asmáticos.

El asma es una de las principales enfermedades respiratorias en todo el mundo y dado que el SARS-CoV-2 es un patógeno respiratorio, es importante cuantificar el riesgo que la pandemia de COVID-19 puede representar para los pacientes con asma.

Por un lado, estos científicos han comprobado que el asma no parece estar relacionada con una peor evolución de COVID-19 y, por el otro, se ha puesto en relieve la importancia de los fenotipos ya que el asma podría ser un factor protector frente a la infección por el virus SARS-CoV-2, especialmente en pacientes asmáticos con fenotipo T2. El estudio, llevado a cabo en Vall d’Hebron, se publica en la revista ‘ERJ Open Research’.

Los investigadores, liderados por María Jesús Cruz, jefa del grupo de Neumología del VHIR y Xavier Muñoz, investigador principal del mismo grupo y médico adjunto del Servicio de Neumología de Vall d’Hebron, y ambos miembros del CIBER Enfermedades Respiratorias (CIBERES) llevaron a cabo un estudio con los 71 pacientes asmáticos que habían ingresado en el Hospital Universitario Vall d’Hebron con neumonía por SARS-CoV-2 desde el 1 de marzo hasta el 30 de junio.

La hipótesis de trabajo partía de los primeros estudios publicados en China, Corea y Nueva York sobre la relación entre el SARS-CoV-2 y los pacientes con asma bronquial en los que el asma no se identificó como un factor de riesgo para desarrollar una COVID-19 grave. A partir de esta información el objetivo del estudio fue estimar la prevalencia de asma en pacientes hospitalizados con neumonía severa por coronavirus, en una región geográfica donde la prevalencia del asma ronda el 6 por ciento.

En el estudio se realizó un análisis transversal de todos los pacientes ingresados en Vall d’Hebron con infección por SARS-CoV-2 confirmada por PCR (2.226 pacientes). A partir de la historia clínica electrónica se registraron datos como la edad, el sexo, si padecían o no asma y la presencia de comorbilidades (enfermedades previas). En los 71 pacientes con asma se recopilaron datos sobre el fenotipo, la gravedad y el tratamiento que seguían para el asma. La gravedad de COVID-19 se registró en función de las necesidades de oxígeno y soporte ventilatorio y los hallazgos de la radiografía de tórax.

Según el fenotipo, los pacientes asmáticos se dividieron en dos grupos: T2 (con los subgrupos T2-Th2 y T2-ILC2) y No-T2. Se consideró que los pacientes tenían un fenotipo T2-Th2 si, según la historia clínica, eran alérgicos; y un fenotipo T2-ILC2 si no eran alérgicos pero el recuento absoluto de eosinófilos en sangre periférica era superior a 300 células por milímetro cúbico. En el caso de pacientes con IgE elevada y una prueba de punción positiva o IgE específica a algunos de los neumoalérgenos habituales se les consideró alérgicos. Los pacientes que no cumplían ninguno de estos criterios se clasificaron como fenotipo No-T2. El 76 por ciento de estos pacientes presentaban alguna comorbilidad además del asma.

De estos 71 pacientes, 42 tenían el fenotipo No-T2, mientras que 20 eran alérgicos (T2-Th2) y 9 eosinofílicos (T2-ILC2). En pacientes con fenotipo No-T2 se observó una mayor gravedad de la COVID-19. No obstante, la evolución con el tratamiento estándar fue buena en 67 (94%) pacientes, mientras que cuatro fallecieron.

Entre los pacientes que recibían tratamiento con corticosteroides inhalados para el asma no se observó correlación entre la dosis de corticosteroides inhalados y la gravedad de COVID-19. «Nuestros resultados apoyan la idea de que el asma no parece ser un factor de riesgo para el desarrollo de COVID-19, al menos en pacientes hospitalizados con formas de infección más graves», explica Xavier Muñoz. Por tanto, surge la pregunta de si podría ser un factor protector.

«En el presente estudio encontramos que solo el 3,2 por ciento de los pacientes hospitalizados con enfermedad grave tenían asma, una prevalencia inferior a la de la población general de nuestro ámbito geográfico, que ronda el 6 por ciento. Si también tenemos en cuenta que 54 (76%) de los 71 pacientes afectados presentaban comorbilidades que se ha demostrado que están directamente relacionadas con la afectación del SARS-CoV-2, la prevalencia de asmáticos sin otras alteraciones que padecen enfermedad grave se reduce a solo el 0,8 por ciento, una tasa similar a la reportada por LI et al en Wuhan, del 0,9 por ciento, donde la prevalencia del asma también es del 6 por ciento», reflexiona María Jesús Cruz.

La explicación de este hallazgo no está clara. Si bien algunos autores han sugerido que el tratamiento con corticosteroides inhalados puede proteger a estos pacientes de la enfermedad al disminuir la producción de citosinas; otros opinan que sería la presencia de eosinófilos activados la que protegería a los individuos de la infección, de forma similar a lo ya descrito para otros virus. Y hay una tercera hipótesis apunta a la interrelación entre el asma y el sistema renina-angiotensina: ya se sabe que la activación del receptor ACE2 es la puerta de entrada del virus a las células y también regula la respuesta asmática en un modelo animal de asma, por lo que se podría especular que la actividad reducida de este receptor que favorece el desarrollo del asma también podría prevenir la expresión del virus.

«Sin embargo, en el presente estudio no encontramos una relación entre la dosis de corticosteroides inhalados y la gravedad de COVID-19, como tampoco se ha encontrado una relación entre el nivel de eosinófilos y la posible protección frente al virus ni se ha visto que exacerbe el asma como sucede con otros coronavirus», puntualiza Muñoz.