El Papa Francisco ha aprobado este martes la publicación del «decreto de martirio del sacerdote Juan Elías Medina y de 126 compañeros» más de la Diócesis de Córdoba «asesinados durante la persecución religiosa entre los años 1936 y 1939», implicando dicha autorización la próxima beatificación en Córdoba de dichos mártires en un acto solemne con fecha aún sin determinar.
Según ha informado la Diócesis de Córdoba, el Santo Padre ha recibido este martes en audiencia al prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Marcello Semeraro, y durante dicho encuentro ha autorizado a la Congregación a la publicación del «Decreto de Martirio de los Siervos de Dios Juan Elías Medina, sacerdote diocesano, y 126 compañeros sacerdotes, seminaristas, religiosos y laicos; asesinados, por odio a la fe entre 1936 y 1939».
Por su parte y al recibir la noticia del Vaticano, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ha asegurado que esta causa «pone en el candelero de la Iglesia la lámpara de amor a Jesucristo hasta la muerte y perdón a los enemigos», porque, según ha explicado el obispo, «para los cristianos el martirio no es el recuerdo a los verdugos, sino el recuerdo del amor a Jesucristo: de los verdugos no nos acordamos más que para perdonarlos».
Demetrio Fernández ha asegurado que la Diócesis tiene en estos mártires a «los mejores hijos de la Iglesia de nuestro tiempo», y ha destacado el trabajo que la Diócesis de Córdoba ha desarrollado desde el inicio de la apertura de esta Causa de Beatificación y Canonización en 2010, en la que han trabajado muchas personas «intensamente, hasta obtener esta autorización del Papa Francisco hoy en el Vaticano».
Ahora, según ha señalado el obispo, «al mirar al cielo no solo veremos un horizonte, sino a personas nacidas en nuestra tierra que han crecido en esta Iglesia, han vivido su fe y han demostrado su amor hasta el extremo a Cristo y a los hermanos».
Fue en la sesión ordinaria de cardenales y obispos de la Congregación de las Causas de los Santos del pasado 17 de noviembre cundo se aprobó «el martirio del siervo de Dios Juan Elías Medina y de 78 sacerdotes, cinco seminaristas, tres religiosos franciscanos, una religiosa Hija del Patrocinio de María y 39 laicos de la Diócesis de Córdoba», que ahora ha autorizado publicar el Papa.
HISTORIA DE UNA CAUSA
La apertura de la causa de beatificación y canonización de Juan Elías Medina y 126 mártires de la Diócesis de Córdoba tuvo lugar el 16 de enero de 2010 en la Santa Iglesia Catedral, en una ceremonia presidida por el entonces obispo de Córdoba, Juan José Asenjo.
Aquel día comenzó la investigación diocesana sobre el presunto martirio de estos cordobeses. El obispo aseguró en aquella ocasión que para la Diócesis era un acontecimiento de gracia y un estímulo para ser cada día más fieles al Señor.
En aquel momento se constituyó la Comisión Delegada que recogería las pruebas testificales y documentales que sustentaban la petición del postulador de la Causa, Miguel Varona Villar. Los miembros de la misma, nombrados por el obispo, eran: Antonio Jesús Morales Fernández, como delegado episcopal; Joaquín Alberto Nieva García, como promotor de Justicia, y Mercedes Ortiz Navas, como notaria.
Durante el acto se confirmaron los nombramientos de los miembros de la Comisión Delegada del Administrador Apostólico, se les tomó el juramento de cumplir fielmente su oficio, se aceptó la lista de testigos presentada por el postulador y se señaló el lugar y la fecha para iniciar el examen de los testigos.
Asenjo recalcó entonces la relevancia que la causa iba a tener para la Diócesis y la Iglesia Universal y resaltó que «parecía un acto de justicia exhumar su memoria y poner sobre el candelero de la Iglesia la fidelidad heroica de estos cristianos, que prefirieron renunciar a la vida antes que traicionar a Jesucristo».
El entonces obispo de Córdoba aseguró: «no buscamos reabrir viejas heridas, pues no existen cuentas pendientes de quienes murieron perdonando a sus ejecutores. Solo pretendemos cumplir un deber de justicia y gratitud, honrar a nuestros mártires y dar a conocer a toda la Iglesia el heroísmo y la fortaleza de quienes murieron por amor a Jesucristo y mostrar a los cristianos de hoy el testimonio martirial de su vida cristiana vivida hasta sus últimas consecuencias».