Lo cierto es que, por el momento, la presencia de Unidas Podemos en el Gobierno no le ha sentado del todo mal al PSOE. Es cierto que ahora, tras un año de pandemia casi, Sánchez empieza a acusar el desgaste, pero el vicepresidente le ha servido como un escudo que se ha llevado casi todos los golpes de la gestión en un contexto en el que los españoles parecen reforzar cada vez más el bipartidismo mientras renuncian a los extremos que tanto crecieron tras la crisis del 2008.