Esto es lo que pasa si ves demasiado cine de adulto

La pornografía, al igual que la prostitución, es algo que ha existido desde hace miles de años. De hecho, desde su aparición, lo que ha conseguido es ir evolucionando a través de muchos medios de expresión. Uno de los últimos es el cine de adulto, que tanta audiencia sigue cosechando a día de hoy.

Si tenemos que hablar de los orígenes del porno, tenemos que viajar muy atrás en el tiempo. Como dato, en las ruinas de la ciudad de Pompeya, se pudieron encontrar una gran cantidad de esculturas y pinturas sexualmente explícitas. Con la aparición de Internet, el consumo de este tipo de contenidos, se ha terminado disparando. Por ejemplo, PornHub recibe más de 33.000 millones de visitas en solo un año, sin contar con las nuevas apps en apuntarse al carro, como OnlyFans.

Pero, ¿es todo tan bueno como parece? Descubre qué es lo que pasa si ves demasiado cine de adulto.

Efectos negativos por ver demasiado cine de adulto

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A pesar de que la pornografía nos acompaña desde hace miles de años, parece que los científicos aún están dando sus primeros pasos en lo que a la investigación de las consecuencias que puede tener el cine de adulto se refiere. Si algo está claro, teniendo en cuenta algunos factores estudiados dentro de la sociedad, es que las mismas son, en su mayoría, negativas.

El consumo de porno está relacionado con causar efectos negativos en la salud mental, así como en la actividad sexual normal de las personas. De hecho, estos efectos pueden ser tan graves que derivan hasta en depresión o incluso en disfunción eréctil. Y es que, como todo, el consumo excesivo de este tipo de imágenes y vídeos puede ser fatal.

Una de las grandes amenazas a las que nos enfrentamos es el cómo está realizado este contenido. Las características que los unen disparan la plasticidad. Es decir, la capacidad de nuestro cerebro para cambiar y poder adaptarse después de una determinada experiencia. Combinada con la gran accesibilidad y el anonimato de Internet, nos vuelve sujetos muy vulnerables a sus consecuencias hiperestimulantes.

Qué sucede si consumimos porno en exceso

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Como todo en la vida, consumir algo de porno de vez en cuando no es malo. Sin embargo, la cosa empieza a cambiar cuando lo hacemos de forma reiterada. A largo plazo, el cine de adulto puede ocasionar disfunciones sexuales, relacionadas, sobre todo, con la incapacidad para tener erecciones o llegar al orgasmo con otra persona. Esto también se relaciona con que estaremos menos satisfechos con la relación con nuestra pareja.

De hecho, tan graves pueden ser las consecuencias que los investigadores han comparado el consumo de porno con el de otras sustancias, como las drogas. El diseño evolutivo consigue que el cerebro responda a la estimulación sexual a través de la liberación de dopamina. Cuando queremos comida o sexo, por ejemplo, el cerebro recuerda qué tiene que hacer para obtener dicho placer.

Los consumidores habituales de cine de adulto, en vez de dirigirse a su pareja cuando quieren sexo, se dirigen a su teléfono u ordenador. A esto debemos sumarle que las explosiones de placer y recompensa, si son antinaturales, incrementan los niveles de habituación en el cerebro, que también serán antinaturales. Puede presentar dificultades, por tanto, a la hora de excitarse con sus parejas.

Disfunciones y otros problemas derivados del cine de adulto

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Las disfunciones no son el único problema relacionado con el consumo en exceso de cine de adulto. Varios estudios demuestras que las alteraciones en la transmisión de dopamina facilitan la ansiedad y la depresión. Es decir, los consumidores habituales de porno presentan síntomas depresivos, una salud mental más pobre y una peor y menor calidad de vida que quienes no ven pornografía.

Otra de las cosas que se ha descubierto es que la necesidad del consumo es cada vez mayor, lo que hace que los consumidores compulsivos ni siquiera disfruten lo que están viendo. Una investigación parecida, descubrió que, cuando elevamos el consumo de porno, también aumenta la necesidad de consumir pornografía cada vez más alejada de las prácticas habituales. Esta es una de las razones por las que el sexo convencional resulta cada vez menos interesante, sustituyéndolo por otras temáticas, como la violencia o el incesto.

Este consumo de violencia sexual resulta preocupante, pues podría estar influyendo en los comportamientos violentos de la vida real. Varios científicos relacionan esto con la función de las neuronas espejo, unas células de nuestro cerebro que se activan cuando el sujeto lleva a cabo una acción o cuando este observa dicha acción realizada por otra persona. Es decir, las áreas del cerebro que se activa cuando vemos porno son las mismas que lo hacen cuando practicamos sexo por nuestra cuenta.

¿Está relacionado el consumo de cine porno con la moral?

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Otra de las cosas que se han descubierto es que el consumo de cine de adulto está relacionado con el desgaste de la corteza prefrontal, que es la parte de nuestro cerebro que se encarga de la función ejecutiva. También comprende la moralidad, así como la fuerza de voluntad del individuo y el control de sus impulsos.

Durante la infancia, esta función ejecutiva se encuentra subdesarrollada. Es por esta razón que a los niños les cuesta tanto regular sus impulsos y emociones. Cuando dañamos la corteza prefrontal en la edad adulta, es mucho más sencillo que quien sufre esta anomalía tenga una conducta mucho más compulsiva y tome malas decisiones. Esto es lo que se conoce de forma científica como hipofrontalidad.

En otras palabras, el consumo de porno en exceso puede devolver a nuestras conexiones cerebrales adultas a una edad mucho más temprana. Esto tiene otros riesgos, sobre todo en el consumo excesivo por parte de los adolescentes. El porno, que promete pasar un buen rato y una experiencia sexual amena, puede conseguir todo lo contrario si no controlamos su consumo. Por ello, es importante mantener el equilibrio y conocer en todo momento a qué nos enfrentamos. De hecho, existen muchas personas adictas al porno, que ya se ha convertido en otra de esas enfermedades invisibles tan complicadas de tratar.