Iglesias enterrará su programa electoral y su código ético de cara a 2021

El vicepresidente del Gobierno y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, afronta el año próximo desligándose de todas sus ataduras. El dirigente sabe que es una posibilidad que le imputen por el caso Dina, además de que su partido está siendo investigado por financiación irregular, y al mismo tiempo es consciente de que muchas de sus promesas electorales, como la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) no se llevarán a cabo en 2021. Sin embargo, tal y como aseguran fuentes del partido a MONCLOA.com, Iglesias no se plantea dimitir bajo ningún concepto, ya sea imputado o incumpla sus promesas, pues desde la formación morada aseguran que «pase lo que pase» Iglesias se aferrará a la vicepresidencia como un clavo ardiendo.

APERTURA DE JUICIO ORAL

Hay malestar en Podemos, pero a Iglesias no le preocupa demasiado ni se plantea dimitir o hacer cambios, tal y como deslizan las fuentes. Lo cierto es que 2021 se estrenará con mucho ajetreo para el vicepresidente segundo del Ejecutivo. El Tribunal Supremo se pronunciará en enero sobre si el caso Dina contiene suficientes indicios, tal y como sostiene la Fiscalía, para imputar a Iglesias. «¿Y si es imputado?», se preguntan muchas voces dentro de Unidas Podemos. Pues lo cierto es que pase lo que pase, Iglesias no prevé cambios, pues el vicepresidente entiende que este gesto estaría enmarcado dentro de ese lawfare del que tanto habla, un concepto que sugiere el uso de las instituciones judiciales para perseguir por motivos políticos a alguien incómodo.

«Apertura de juicio oral, dimisión», comentaba Iglesias en un debate electoral televisivo. Unas palabras a las que se ha aferrado toda la oposición para exigir que si el caso Dina va a más, deje su puesto como vicepresidente. Sin embargo, Unidas Podemos ya ha urdido una estrategia de respuesta en caso de que el líder de la formación tenga que sentarse en el banquillo. Ya se ha dejado entrever en más de una ocasión cómo explotaron el concepto de lawfare, que se puso de moda con la encarcelación del expresidente de Brasil Lula Da Silva; pero en realidad no hemos visto nada comparado con lo que preparan los dirigentes del partido si el Supremo entiende que Iglesias tiene que ser imputado por daños informáticos y revelación de secretos.

La naturaleza de estos dos delitos es el otro argumento al que desde la formación morada sacarán punta. Que sea imputado es una posibilidad, pero si se tiene que sentar en el banquillo sería por unos delitos menores (al menos si se comparan con las macrocausas por corrupción que aletean sobre otros partidos políticos como el PSOE o el PP). No hay que olvidar que por lo que se investiga a Iglesias es por haber escondido la tarjeta de memoria robada con el contenido íntimo de una sus exasesoras (Dina Bousselham) y por presuntamente haberla dañado con intención de que su contenido no saliera a la luz. Por lo que no hablamos de macrocausas por corrupción, sino de delitos menores que se han vuelto en su contra por su discurso tan radical a lo largo de los años.

En cualquier caso, la estrategia de Podemos es minimizar la gravedad de los delitos (siempre negándolos, por supuesto) y explotar la idea de que la Justicia persigue a la formación sin ningún tipo de decoro. Pero todo eso solo esconde una única finalidad: evitar que el vicepresidente segundo del Gobierno tenga que dejar su puesto por sus propias autoexigencias. No olvidemos que al hacer esto, reventará el propio código ético del partido y se arriesgará a que la hemeroteca le golpee en las redes sociales de forma salvaje. «Apertura de juicio oral, dimisión», decía. Y nadie dentro de los partidos contrarios tardará lo más mínimo en recordárselo cuando, en caso de que el Tribunal Supremo decida imputarle, se tenga que sentar en el banquillo por el caso Dina.

A todo esto hay que añadir la turbia relación que la abogada de Podemos Marta Flor tuvo presuntamente con uno de los fiscales Anticorrupción (Ignacio Stampa). Aunque Stampa ya no está en ese área de la Fiscalía, hay indicios de que la relación íntima entre ambos benefició a Podemos tras filtrarle información sobre el caso Dina antes de que este saliera a la luz, algo que utilizó Iglesias para marcar las últimas campañas electorales. Todo muy turbio, pero Iglesias tiene claro que no dimitirá pase lo que pase.

INCUMPLIR LAS PROMESAS

Al mismo tiempo, Podemos también se enfrenta a una hemeroteca salvaje en relación a incumplir sus promesas electorales. Es cierto que Unidas Podemos también tiene una estrategia para afrontar esta crítica, que será decir que al cogobernar con el PSOE en minoría no tienen capacidad alguna de tomar decisiones trascendentales. Pero en cualquier caso, la formación morada sabe a la perfección que no podrán llevar adelante su programa electoral, ni siquiera algunas medidas de efecto clave, como era la subida del salario mínimo interprofesional y otras cuestiones como puede ser la extensión de la renta mínima.

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ya ha renunciado a subir el SMI a lo largo del año que viene. Al menos lo ha pospuesto en lo que a nivel interno se considera una derrota. El ala moderada del PSOE liderada por al vicepresidenta económica del Gobierno, Nadia Calviño, se ha negado a esto dados los comentarios de expertos y economistas que circulan por los medios de comunicación en los que se augura que la anterior subida ha costado entre 40.000 y 50.000 empleos. Si esto es así, los moderados socialistas no se quieren imaginar cómo será el próximo año, muy marcado por la crisis económica derivada de la sanitaria, si se vuelve a subir un poco más.

Ya hubo problemas con otras cuestiones, como el evitar los cortes de suministros o prohibir los desahucios. Y aunque el PSOE siempre cede un poco, nunca lo hace del todo y obliga a Unidas Podemos a incumplir una y otra vez su programa electoral. En plena campaña Iglesias de hecho hablaba de que si no cumplían su programa, habría que ponerse a disposición de la ciudadanía, pero ahora no es un tema que siquiera se plantee en Podemos. Iglesias permanecerá en la vicepresidencia segunda del Gobierno hasta 2023 bajo cualquier circunstancia.