La Fiscalía ha rebajado este jueves la pena solicitada para el acusado de violar a sus sobrinas menores de edad y utilizar a una de ellas para elaborar pornografía infantil entre los años 1987 y 2006, al entender que parte de los hechos han prescrito.
En particular, la Fiscalía considera ya han prescrito los presuntos abusos cometidos contra una de las sobrinas, unos hechos que sitúa en los años 1987 y 1990. Sin embargo, en el caso de su hermana se aprecia una continuidad que se habría prolongado hasta que la víctima se independizó en el año 2006.
También se han retirado una serie de acusaciones en las que el procesado figuraba como cooperador necesario, relacionadas con otro implicado que falleció en 2019. De este modo, la pena que solicita la acusación pública ha pasado de 47 a 19 años y medio de cárcel.
El juicio ha quedado concluido este jueves tras celebrar una primera sesión el viernes, en la que el acusado reconoció que mantuvo relaciones sexuales con una de sus sobrinas. Sin embargo, aseguró que fueron voluntarias y que se produjeron cuando ella tenía ya 16 años -un dato relevante para la tipificación del delito-. También reconoció que grabó en vídeo escenas sexuales entre otro adulto, un amigo suyo ahora fallecido, y la niña.
La víctima, que ahora tiene unos 40 años, niega que actuara voluntariamente y sostiene que su tío la forzó desde que tenía 11 años, además de otros incidentes anteriores también de carácter sexual.
En la sesión de este jueves han declarado como peritos los psicólogos y psiquiatras que han atendido a la víctima a lo largo de los años. Concluyen que sufre síntomas de trastorno de estrés postraumático, y todos han constatado que estos hechos han marcado toda su vida.
Además, los expertos consultados en el juicio han puesto en duda que una niña de corta edad pueda prestar un consentimiento válido para tener relaciones con adultos de 50 años.
Una de las psicólogas ha ilustrado al Tribunal sobre el síndrome de conformidad compulsiva, que lleva a la víctima a la «sumisión». «Cuando un niño siente que no puede defenderse más, acaba aceptando cualquier cosa, asumiendo que la lucha es peor que la aceptación», ha explicado.
CHANTAJE CON LAS GRABACIONES
La Fiscalía considera que se produjo una agresión sexual porque, aunque el acusado no utilizó violencia, presuntamente habría mediado intimidación en forma de amenazas.
El fiscal ha argumentado que, presuntamente, el hombre le decía a su sobrina que si contaba lo ocurrido «nadie la iba a creer», que la enviaría «a un internado», y que la chantajeaba amenazando con publicar las grabaciones.
El fiscal ha resaltado que los vídeos, que constan en la causa, demuestran la existencia del acceso carnal. Además, considera que en las imágenes se puede apreciar sin lugar a dudas que la menor participaba porque la estaban obligando.
Por otro lado, la Fiscalía también mantiene las acusaciones respecto a la posesión de archivos pedófilos, puesto que fueron recuperados multitud de vídeos e imágenes de su ordenador. También le acusa por elaborar vídeos pedófilos utilizando a su sobrina. «Es un productor de pornografía infantil», ha aseverado.
«NOS HA CONTADO EL RELATO DE UNA PELÍCULA PORNO»
La abogada de la denunciante ha criticado duramente la versión del acusado, que sostiene que a los 16 años la menor le pidió tener sexo.
«¿Quién puede creerse que una menor, que tiene una relación con un señor como si fuera su padre, con la edad que sea, se le va a ofrecer sexualmente? Sólo cabe en la cabeza del acusado, de una persona que ha consumido muchísimo material pornográfico. Es el tipo de situaciones que se reflejan en las películas pornográficas que esta persona acostumbra a ver. Nos ha contado el relato de una película porno», ha denunciado.
Además, la letrada ha subrayado que el acusado no admitió haber mantenido relaciones con su sobrina hasta que fueron hallados los vídeos que lo demostraban, y que fue en ese momento en el que dijo que habían sido relaciones consentidas.
La acusación particular también ha pedido considerar los hechos como agresión y no como abuso por la intimidación presuntamente ejercida sobre la víctima.
La abogada ha destacado que el hombre «obligó a su sobrina a escribir cartas» a una «supuesta» niña, contando las prácticas sexuales que realizaban. La abogada sospecha que era una estrategia del acusado «para normalizar estos hechos» y «someter» a la víctima, ya que luego le entregaba cartas supuestamente escritas por la otra niña «animándola a hacer esas cosas», diciendo que «le pasa a otras niñas, es algo normal».
LA DEFENSA SOSTIENE QUE TODO HA PRESCRITO
Finalmente, el abogado de la defensa ha sostenido que todos los hechos que se imputan a su cliente habrían prescrito. El letrado niega que se haya acreditado que los abusos se extendieran hasta 2006.
Respecto a la posesión de archivos pedófilos, el abogado ha argumentado que, dado que los archivos recuperados del ordenador no tienen metadatos, no es posible situarlos temporalmente para determinar si el delito habría prescrito. «Tampoco consta que se hayan difundido», ha dicho.
Además, entre otros argumentos, ha cuestionado que la mujer no denunciara hasta 2018 y que no asistiera a tratamiento hasta 2017 a pesar de haber estudiado psicología.
«TODO LO QUE HICE CON ELLA FUE CONSENTIDO»
En el turno de última palabra, el acusado ha asegurado que «se han contado cosas que no son ciertas». «Todo lo que hice con ella fue consentido con ella. Ella decía cómo tenía que hacerse y cuándo», ha dicho.
«Perdón señorías, yo sé que es difícil que me crean, pero es verdad», ha concluido el acusado, dirigiéndose al Tribunal.