El aeropuerto «del abuelo», menos conocido como el de Castellón, quiere convertirse en el nuevo JFK de la costa de la Comunidad Valenciana. Un reclamo para turistas que pretende reactivar la actividad económica de la región una vez pase la pandemia. Esta provincia ha destinado 968.000 euros para pagar promociones comerciales (vamos, publicidad en carteles y cosas por el estilo) para afrontar este 2021 con ganas y conseguir así reactivar una actividad turística que ha caído más de un 70% en el pasado 2020, según los datos oficiales del sector. El expresidente de la Diputación de Castellón Carlos Fabra estaría orgulloso por ver cómo su aeropuerto remonta el vuelo con más millones de los que ya se invirtieron en esta pista fantasma que ha estado inactiva demasiado tiempo.
Las noticias son buenas. Al menos, las expectativas de Castellón para este 2021 son muy positivas, dado que invertir tanto dinero en publicidad significa que aspiran a que este verano el turismo se reactive en la costa española. Mucha confianza desprende este contrato, tanto en cómo se recuperará la actividad económica en el país tanto en la inmunidad que tendrá España respecto al coronavirus de cara a los próximos meses. Sin embargo, esto no deja de ser llamativo, ya que este aeropuerto fantasma no ha tenido nunca una actividad lo suficientemente potente como para que se justifique la inversión de un millón de euros públicos en publicidad. O igual es precisamente su inactividad la que los justifica, según se mire.
Esta gran inversión viene en un contexto en el que tampoco es del todo justificado. La prioridad ahora es vacunar y hay problemas logísticos para mover las dosis, así como que no hay suficientes vacunas para todos los españoles. Si se mirara desde un punto de vista pragmático, invertir en publicidad institucional en estos momentos no es lo más adecuado, pero parece que Castellón tiene claro que tiene que recuperar ya el turismo. Y lo va a hacer a golpe de talonario. Se insiste mucho en que es una inversión que recuperarán con creces. O eso esperaba también Fabra cuando inauguró el «aeropuerto del abuelo».
En el contrato se especifica que es tan solo la primera campaña publicitaria (por lo que se entiende que habrá algunas más en los próximos meses). Concretamente, se denomina «contrato de servicios para la implementación de la 1ª campaña de promoción comercial y posicionamiento del aeropuerto de Castellón, en el mercado turístico nacional». Vamos, que ni siquiera la publicidad se destina a los extranjeros, sino a los nacionales que quieran tener cierto grado de movilidad por la península una vez que la Comunidad Valenciana levante sus restricciones, ya que las fronteras están completamente cerradas.
Es curioso que el Consejo de Administración del Aeropuerto de Castellón S.L. se haya lanzado a esto ahora, pues la adjudicación publicitaria de un millón de euros prevé tener anuncios circulando por la Península Ibérica durante los próximos tres años. El proceso de licitación aún está abierto y presentado en tres idiomas, por lo que además del español y el valenciano, parece que la administración pública no se cierra a que otras agencias extranjeras asuman la empresa de resucitar un aeropuerto que ha estado muy parado desde el momento en el que Carlos Fabra dio a conocer a su nieta su gran obra megalómana y poco justificada. Además de muy criticada por la oposición.
El gasto ha dado que hablar entre la oposición. Bastante dinero le costó ya a los españoles este proyecto megalómano como para que ahora haya que gastarse mucho más en promocionarlo. Si la dosis de la vacuna de Pfizer y BioNtech cuesta 17 euros, ese dinero daría para comprar casi 59.000 dosis de la vacuna, es decir, que con ese material se podría vacunar a casi 30.000 personas de una sola sentada, pero la actividad económica también es importante, y más para un aeropuerto con menos actividad que Siberia.
LA PANDEMIA RESUCITA EL AEROPUERTO
El aeropuerto de Castellón no parece verse afectado, a diferencia de la mayoría, por la crisis provocada por el coronavirus: este año ha batido récord de movimientos de aeronaves. El pasado 31 de octubre se contabilizaron un total de 6.559 operaciones frente a las 6.515 que se contabilizaron en todo 2019. Unas cifras que llaman la atención debido a los meses de inactividad, la suspensión de vuelos regulares por falta de pasajeros y las rutas que dejaron de operar en verano.
Desde su inauguración en 2011, del aeropuerto de Castellón solo llegan noticias polémicas. La idea de construir una infraestructura de esas características en una localidad situada apenas a 74km de Valencia –y de su aeropuerto– fue, del por aquel entonces, presidente de la Diputación Provincial, Carlos Fabra.
El aeropuerto había costado casi 200 millones de euros y para el día de su apertura no había ninguna compañía aérea operando, ni intención de tenerla. Sin embargo, el presidente exclamó triunfante su “hay quien dice que estamos locos por inaugurar un aeropuerto sin aviones; pero este es un aeropuerto para las personas”. A Fabra le aplaudía otro grande del PP: el presidente valenciano Francisco Camps. En plena crisis del boom inmobiliario los peores presagios se cumplieron y el balance del aeropuerto de Castellón fue, como no podía ser de otra manera, nefasto. ¿A qué se debe entonces este resurgir?
Después del cambio de gobierno, en 2015, la realidad del aeropuerto es otra. Con la victoria del socialista Ximo Puig se propuso reactivar la instalación tanto para reactivar el turismo como para base de estacionamiento de aeronaves, desmantelamiento de aviones o, incluso, para abrir una escuela de aviación. La nueva directora de la sociedad Aeropuerto de Castellón, Blanca Martín, ha asegurado que la base ha tenido una “evolución positiva”: “Partiendo de cero, hemos logrado un desarrollo sostenido en el tráfico de pasajeros a través de la captación de diversas conexiones regulares”. Respecto a la crisis provocada por el coronavirus Martín ha señalado que “el aeropuerto ha sabido adaptarse para dar respuesta a las necesidades del mercado y aprovechar las oportunidades que han surgido”, refiriéndose a la parte industrial del aeropuerto.