Defensa espera nuevos ceses encubiertos entre los oficiales que se vacunaron

El Ministerio de Defensa ha decidido cortar por lo sano. Había dudas sobre si Miguel Ángel Villarroya, el antiguo Jemad, se había saltado el protocolo para vacunarse o simplemente había seguido las directrices impuestas por la subsecretaria de Estado, Amparo Valcarce. Ante las dudas, la dirigente socialista salió ante las cámaras para echar todas las culpas a Villarroya y los suyos. El problema es que ahora, después de que Defensa se haya distanciado de la cúpula militar y se haya aireado que es probable que el Jemad se saltara a la torera el protocolo, caerán nuevos ceses tan pronto como el sustituto de Villarroya pida explicaciones. Si se saltaron el protocolo para vacunarse sin consentimiento, habrá nuevas dimisiones, tal y como aseguran fuentes del ministerio.

La ministra de Defensa, Margarita Robles, aún no ha dado la cara. Solo Valcarce salió al paso para explicar que los políticos que se han hecho con las riendas del ministerio no tuvieron nada que ver con que el Jemad se saltara el protocolo. La subsecretaria sabía a la perfección que era la encargada de elaborar el protocolo de vacunación en el Ejército y que, después de que se supiera que la cúpula militar utilizó los galones como uno criterio para priorizar las dosis, saltaría a la prensa la duda de si fue ella quien lo consintió. Valcarce se ha desvinculado y ha asegurado que el criterio que ella escribió fue otro, así que todos los problemas se han bombeado hacia Villarroya y los suyos. El problema es que, por el momento, solo el Jemad ha dimitido.

Si el divorcio entre Robles y la cúpula militar había empezado a notarse con los chats de oficiales en los que hablaban de fusilar a la mitad de «hijos de puta» de este país, ahora se ha agravado. Robles no solo no cerró entonces filas con el Ejército, sino que en connivencia con el clamor popular de la izquierda abrió una presunta investigación. Y ahora, la ministra ha vuelto a dejar solas a las Fuerzas Armadas y ha echado todos los balones en el tejado del Jemad. Su dimisión hace entender, según detallan fuentes de Defensa, que efectivamente se vacunó en contra del criterio de la Subsecretaría de Defensa, pero lo cierto es que, de ser así, aún hay muchos militares que se inocularon la dosis de Pfizer fuera de tiempo que tendrían que dimitir. Y es aquí donde nace el papelón del nuevo Jemad.

Es el almirante López Calderón el encargado de suceder a Villarroya y el que ahora tiene un problema: iniciar (o no) una caza de brujas dentro de las Fuerzas Armadas para encontrar a los oficiales que junto al ex Jemad se tiraron a la piscina y se vacunaron en contra del protocolo establecido tanto por el Ministerio de Sanidad como por la propia subsecretaria de Defensa, tal y como ha anunciado Valcarce.

Fuentes de Defensa auguran que se cesará a más de un oficial, pero que esperan que las consecuencias no salten a los medios de comunicación. Las Fuerzas Armadas son muy celosas de su intimidad y no quieren que este lío interno que afecta a las cabezas visibles del Ejército vuelva a ocupar las principales portadas de los periódicos. Aún así, se da por hecho desde Defensa que el nuevo Jemad pondrá orden dentro de la cúpula militar y evitará que las dosis de Pfizer sigan inoculándose con el único criterio del escalafón.

«Esta muy claro y por escrito. La Subsecretaría de Defensa única y exclusivamente dio la instrucción de que se proceda a la vacunación de todo el personal sanitario, por ser critico, según las indicaciones recogidas en la estrategia de la Inspección General de Sanidad (INGESAN). Esta es la instrucción por escrito, clara y rotunda que ha aplicado todo el mundo. Cuando no ha sido así se han asumido las responsabilidades que corresponden», ha comentado Valcarce en la Comisión de Defensa y, ante las continuas preguntas de los grupos parlamentarios.

Según ella, el texto del protocolo es claro. «De Orden de la Subsecretaría se solicita a los Ejércitos, Armada, Unidad Militar de Emergencia y Cuarto Militar de la Casa del Rey se proceda a la vacunación de todo el personal sanitario por ser crítico, según las indicaciones recogidas en la Estrategia de la Inspección General de Sanidad», ponía. Por lo que el divorcio entre la cúpula de las Fuerzas Armadas y la parte política de Defensa está consumado.

La sensación dentro del Ejército, según fuentes consultadas, es de indignación. En los grupos de Whatsapp militares y dentro de los cuarteles los comentarios son críticos con la actuación de su cúpula. El problema es que todas las fuentes consultadas dan por hecho que los oficiales que se han vacunado en contra del criterio del Ministerio de Sanidad y de la propia Subsecretaría son muchos, «demasiados», solo que sacarlo a la luz solo traería una convulsión interna dentro del Ejército que hasta Defensa quiere evitar por el bien de la institución pública.