Los peregrinos han podido acceder a la plaza de San Pedro por primera vez desde hace más de dos meses para escuchar el Ángelus gracias a una ligera apertura de las restricciones sanitarias ante la pandemia, si bien han tenido que respetar las distancias de seguridad.
El Papa, que el pasado domingo ya se asomó al balcón de su estudio privado en el Palacio Apostólico, ha pedido en esta ocasión sacerdotes que como Jesús no teman contaminarse con las heridas del mundo y ha elogiado a los misericordiosos, que no están con la fusta en guardia en el confesionario.
«Jesús nos anuncia que Dios no es una idea o una doctrina abstracta, sino Aquel que se «contamina» con nuestra humanidad herida y que no teme entrar en contacto con nuestras heridas», ha señalado el Papa durante el ángelus de este domingo en el que ha reflexionado sobre el Evangelio de domingo (Mc 1,40-45) que relata el encuentro en el que Jesús sana a un leproso, enfermedad que en aquel tiempo era repudiada y marginada socialmente por ser ‘impura’.
Así Francisco, de nuevo asomado en el balcón de su estudio privado en el Palacio Apostólico, ha pedido un aplauso para todos los sacerdotes que son misericordiosos y que cuidan a los suyos con cercanía, compasión y ternura y que en el confesionario no están «con la fusta en la mano».
Para el Papa es importante que los sacerdotes tengan un acercamiento no sólo físico, sino también espiritual como el que tenía Jesús con los enfermos de lepra. Este gesto de Jesús demuestra – según ha confirmado el Papa-que Dios «no es indiferente», que no se mantiene a una «distancia segura»; al contrario, «se acerca con compasión y toca nuestra vida para sanarla».
Antes de concluir su alocución, el Papa ha insistido que incluso en la actualidad, en todo el mundo, hay tantos hermanos y hermanas que sufren de lepra, «o de otras enfermedades y condiciones a las que, lamentablemente, se asocian prejuicios sociales» y en algunos casos hay incluso discriminación religiosa. Y ha agregado:
«Un sufrimiento del que nadie está completamente exento ya que a cada uno de nosotros nos puede ocurrir experimentar a lo largo de la vida, heridas, fracasos, sufrimientos, egoísmos que nos cierran a Dios y a los demás».
Frente a todo esto, Francisco ha puesto en guardia ante la tentación de silenciar el dolor «usando máscaras», para «cumplir con las reglas de la buena reputación y las costumbres sociales», o directamente cediendo ante los «egoísmos y temores internos» con el fin de no «implicarse «demasiado en los sufrimientos de los demás».
Así el Papa ha invitado a imitar al leproso y a tener «la valentía» de salir del aislamiento y «la transgresión de Jesús que es «un amor» que hace ir «más allá de las convenciones» y «superar los prejuicios «y el miedo a mezclarse con la vida del otro».
Finalmente, en el día de San Valentín el Papa ha dirigido un pensamiento «a los novios y enamorados» los que acompaña con la oración.