El PSOE de Madrid teme (y rechaza) la llegada de Robles como candidata

A la ministra de Defensa, Margarita Robles, su fama le precede. Si el PSOE se la quiere quitar de encima y sacarla del Consejo de Ministros es porque ha generado más problemas que soluciones en el Gobierno. Ahora, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quiere apartarla, pero no sin un premio de consolación. La quiere lejos, pero el haberse mantenido al lado del líder socialista en sus horas más bajas le ha valido un puesto en el partido. Y el que suena con más fuerza es o bien ser candidata del PSOE al Ayuntamiento de la capital o a la Comunidad de Madrid. El problema es que desde las filas socialistas en el área municipal y autonómica no se muestran especialmente alegres ante la idea de que Robles aterrice como nueva candidata.

La relación entre Sánchez y la ministra de Defensa no pasa por su mejor momento. La renovación del Consejo General del Poder Judicial y la forma de entrometerse de Robles en el proceso ha enfadado al presidente y Sánchez ya «le ha dado un toque», tal y como aseguran fuentes cercanas al Gobierno. Esto no es nuevo, pues el presidente del Gobierno lleva tiempo mascullando la idea de apartar a una ministra cuyo ego y ambición excede lo que le gustaría al líder del PSOE. El presidente la quiere lejos, aunque no fuera del partido, y puesto que Robles no tiene opciones de optar a presidir el Tribunal Supremo, su sueño más deseado, se tendrá que conformar con un premio de segunda línea. Y ser candidata al Ayuntamiento de la capital o a la Comunidad de Madrid es una opción que seduce a Sánchez.

Los ánimos entre las filas del PSOE municipal y autonómico no están por las nubes. Los candidatos al Ayuntamiento y a la Comunidad de Madrid no pueden ser más grises. Y aunque son perfectamente conscientes de que tienen que venir nuevos referentes políticos que planten cara al actual alcalde y portavoz del Partido Popular, José Luis Martínez Almeida, y a la presidenta autonómica Isabel Díaz Ayuso, no reciben con especial entusiasmo a la magistrada. La fama precede a Robles y todos dan por hecho que la solución no es traer como candidata a una «dictadora» que imponga una mano de hierro y que tampoco tenga especial tirón político.

Desde el partido a nivel autonómico y municipal saben que necesitan algo más de garra al frente. Ángel Gabilondo no ha dado la talla y no hay quien apueste porque el actual líder del PSOE en la Comunidad de Madrid y líder de la oposición permanecerá en el partido más de dos o tres meses. Su futuro pasa por ser defensor del pueblo. Entonces, habrá que esperar a ver qué hace Sánchez y a quién impone como candidato en una región tan crucial como es la capital. Pero Robles no es de las preferidas, pues antes se habla de cualquier otro perfil que no vaya a generar un terremoto interno según llegue.

Robles se ha hecho un hueco dentro del PSOE y ha destacado a título particular (sobretodo en los medios de comunicación más conservadores) por criticar abiertamente a Unidas Podemos y, en especial, al vicepresidente segundo del Gobierno y líder de la formación morada. Durante la pandemia ha recibido varios elogios por parte de rivales políticos y se ha hecho un hueco y una parcela de poder en el ala moderada del PSOE, algo que hizo saltar las alarmas en presidencia de Gobierno dado que el presidente no quiere a nadie en su equipo que destaque más de la cuenta. Y menos un perfil como el de Robles.

Por el momento, se valora la posibilidad de mantener a Robles al frente del Ministerio de Defensa porque no hay nadie mejor, pero según se acerquen las elecciones autonómicas y municipales en mayo de 2023 es muy posible que haya un cambio de última hora al más puro estilo Salvador Illa, que abandonó el Ministerio de Sanidad tan pronto como salieron las elecciones catalanas a la luz. Lo que sí dan por hecho en el Ejecutivo es que la ministra no continuará en el cargo en el hipotético caso de que Sánchez revalide su cargo en las generales. Robles tendrá que afrontar un futuro político alejado del Consejo de Ministros.

El problema viene porque el sueño de Robles de presidir el Tribunal Supremo ha pasado a mejor vida dado que el actual presidente del CGPJ le retiró su condición de magistrada del Supremo desde el mismo momento en el que la jueza decidió emprender y medrar en el PSOE como ministra. Con esta posibilidad completamente vetada, Robles solo aspira a presidir el Tribunal Constitucional o a conformarse con la presidencia o alcaldía de Madrid, en caso de que Sánchez la nombre. Pero de momento, si viene a la capital, nadie la recibiría con los brazos abiertos.

EL TOQUE DE SÁNCHEZ

La relación entre el presidente del Gobierno y la ministra de Defensa viene de lejos. Pero Margarita Robles se ganó el favor del presidente por ser una de las pocas que se mantuvo leal al dirigente socialista cuando la expresidenta de Andalucía Susana Díaz y los moderados socialistas intentaron derrocarle de malas maneras. Ella consiguió su premio entrando en un Gobierno que nadie se esperaba en calidad de ministra y Sánchez ya considera la deuda completamente pagada. Ahora, el futuro de Robles está fuera porque el poder ha traído más choques que buenas relaciones entre los dos, especialmente por la forma de Robles de entrometerse en asuntos que no le competen, como es la renovación del CGPJ.

En plena negociación para elegir a los vocales del CGPJ, los partidos están enzarzados por ver los nombres. Y el problema ha llegado cuando Robles, por creerse que conoce el Consejo como la palma de su mano, se ha entrometido para elegir nombres e intentar orientar la negociación en su favor. Esta forma de meterse donde no le llaman ha despertado el interés incluso del presidente del Gobierno que ha llamado al orden a su ministra, tal y como apuntan las fuentes consultadas. Y la cosa es que no es la primera vez que ocurre algo similar, pues Robles no solo se ha metido en este tipo de temas de Estado. Si no, que le pregunten al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.