Detectados al menos dos casos de sarna en la cárcel catalana de Brians 2

La sarna es una enfermedad que recuerda a tiempos pasados. Sin embargo, se da con demasiada frecuencia en los centros penitenciarios, especialmente en Brians 2, con un segundo brote en apenas un mes.

Pese al protocolo de «máxima higiene» y «desinfección» por el Covid-19, la sarna continúa afectando al módulo VI de Brians 2. De hecho, Jesús Miguel, uno de los presos sin delitos graves, ha sufrido esta enfermedad por segunda vez en menos de un mes.

La primera fue a finales de febrero, junto a otros siete presos de módulos distintos. Instituciones Penitenciarias de la Generalitat restaron importancia al problema, al asegurar que «no se trataba de un brote». Sin embargo, el pasado 6 de marzo y en una visita pedida por su madre, María José, la enfermedad se hizo más visible.

María José acepta la condena de su hijo. «Debe cumplir la sentencia», ha indicado, pero se queja de las malas «condiciones sanitarias». El preso en Brians 2 toma medicación prescrita para otra enfermedad, pero ese día se asustaron por las secuelas dejadas. «Mi hijo padecía como parkinson. Sus manos temblaban», ha asegurado en declaraciones a MONCLOA.com. «Lo que él padece es ansiedad y tiene algunos temblores», ha indicado, pero «daba la impresión de que los temblores eran de parkinson».

TEMBLORES COMO EL PARKINSON Y PICORES

Acto seguido le hizo subirse la camiseta para verle las marcas en la piel. «No paraba de rascarse durante toda la hora de comunicación», ha dicho. «Toda la semana la ha pasado en el módulo VI pidiendo una visita con enfermería«, ha asegurado. Diez días después, comunica a su madre que vuelve a estar aislado por un «brote de sarna».

Según su experiencia, durante la visita los funcionarios de la entrada no realizan exhaustivos controles ni tampoco se cumplen con las medidas desinfectantes, al llevar a cabo los mismos presos esta labor. «No saben hacerlo bien«, ha señalado María José.

«No entiendo por qué está en el módulo de enfermería sin haberme avisado», ha asegurado. De hecho, fue su propio hijo este pasado fin de semana quien le informaba de la situación.

El foco tiene un origen desconocido, pero la infección vuelve producirse en la misma estancia pese a los protocolos de limpieza. Dentro de la cárcel, se organizan brigadas entre los reos para limpiar zonas comunes y sus propios habitáculos.

Solo en 2019, la sarna afectó a 700 personas en Cataluña en 117 brotes. Los ocho años anteriores se registraron 115 brotes y 1.000 infectados. Se trata de una de las tres enfermedades más comunes en la población reclusa, superada por la gripe y la tuberculosis. Es de esperar que pueda escalar en ese podio debido a los pocos casos de gripe detectados en toda España en 2020.

Oficialmente, un caso de sarna debe ser notificado, al ser una enfermedad muy infecciosa. Según Instituciones Penitenciarias, la sarna es una de las 60 enfermedades de declaración obligatoria (EDO). Además, es una dolencia de «elevada incidencia» entre la población reclusa pese a que no lo es «a nivel nacional».

SIN PCR ENTRE LOS FUNCIONARIOS

Por otro lado, la dirección del centro tampoco ha realizado test para detectar el covid a los funcionarios, al considerar que «no tienen contacto directo con los presos», insisten fuentes del centro a este medio. De esta forma, si un servidor público estuviera contagiado y asintomático podría transmitir el virus a su núcleo familiar. “Nos vamos a casa sin conocer si somos o no portadores”, han criticado.

«La negligencia en la gestión es manifiesta en este centro desde marzo de 2020″, han apuntado las mismas fuentes. Estos funcionarios han tenido la posibilidad de vacunarse, según han explicado.