Los secretos para saber cada cuánto tiempo debes mantener sexo

El mundo de las relaciones sexuales está cargado de mitos y verdades a medias. Así lo comprueban, día tras día, terapeutas de pareja encargados de solucionar los problemas en el dormitorio. Una de las consultas más habituales es cada cuánto tiempo debemos tener sexo para estar satisfechos. Y, esto, solo lo podemos saber cada uno.

Es normal que surjan dudas con respecto al tema, debido a las altas expectativas que nos ha puesto la propia sociedad. Cuando hablamos con conocidos con respecto a ello, parece que todo el mundo tiene una vida sexual muy activa. De lo contrario, se considera como poco o insuficiente. Bien, esto no tiene por qué ser así y cada persona y pareja debe controlar sus propios tiempos.

Si te lo has preguntado alguna vez, esto te interesa. Descubre los secretos para saber cada cuánto tiempo debes mantener sexo.

uchas personas acuden a consulta por inseguridades o problemas relacionados con el sexo. Una de las mayores dudas que surgen al respecto es cada cuánto es ‘normal’ tener relaciones. Es común que al principio de la relación, la chispa se encienda y se practique más, y que con el paso del tiempo se vaya apagando un poco y las obligaciones no permitan que nos metamos entre las sábanas tan a menudo, pero hablar de normalidad es un error.

Lo primero es conocer qué es lo normal en el sexo para uno mismo

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Podemos hablar con muchas personas sobre cada cuánto tiempo es bueno practicar sexo, incluso podemos pedir ayuda profesional. Sin embargo, lo primero que tenemos que hacer es un ejercicio de introspección y preguntarnos a nosotros mismos qué frecuencia es normal para nosotros. Aquí ni siquiera la ciencia nos puede ayudar.

Cada pareja es un mundo y esa es la premisa principal que debemos tener clara. En este asunto, poco importa los consejos que nos den los demás o la frecuencia con la que otros lo hagan, importa lo cómodos que nos sintamos nosotros con la nuestra. Y es que cada pareja, además, tiene una normalidad determinada de acuerdo con su vida privada, sus asuntos, su rutina y otra serie de factores como las obligaciones laborales o los hijos.

Según la etapa de la vida, puede que el sexo haya ido cambiando. Tal vez antes lo practicábais una vez a la semana y ahora ya no. Si notas que puede haber algún problema, lo mejor es preguntarnos a nosotros mismos qué ha sucedido en la relación para que esto haya cambiado. Por otro lado, puede también que este cambio en la frecuencia sea normal en tu pareja, por lo que no habría ningún problema. Tan solo debéis escucharos y reforzar la comunicación entre ambos miembros, algo fundamental para que las cosas sigan funcionando.

Pregúntate si estás satisfecho con tu vida sexual

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Una vez que hayamos hecho ese ejercicio de autoconocimiento y hayamos determinado cuál es nuestra frecuencia normal, lo siguiente es conocer si estamos satisfechos con nuestra vida en general y con el sexo en particular. De acuerdo a los resultados de varios estudios, se ha demostrado que la calidad tiene mucha más importancia que la cantidad. La satisfacción es otra de las claves.

Aunque últimamente no tengáis demasiados encuentros íntimos pero cuando termináis lo hacéis satisfechos, no tiene por qué haber problema. A esto es a lo que le debemos dar importancia en realidad. De hecho, con una vez a la semana basta si esa vez es satisfactoria. Hacerlo más veces sin concentrarnos plenamente, no hará que aumente nuestro bienestar sexual, por lo que estaremos consiguiendo justo lo contrario de lo que buscamos.

Eso sí, quizá si se practica menos de una vez a la semana el bienestar pueda disminuir, como también demuestran otros estudios. Como podemos ver, la frecuencia es algo complejo para lo que no hay una respuesta absoluta. Hay que investigar varios factores, justo esos que hacen que cada pareja sea especial. No debemos centrarnos en la normalidad, sino en estar satisfechos cuando tengamos encuentros íntimos con nuestro compañero.

Si no lo estás, ¿qué puede estar pasando en el sexo?

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En caso de no estar satisfecho con el sexo o con la frecuencia con la que lo tenemos últimamente, debemos preguntarnos qué ha sucedido en nuestra vida para que esta se haya visto alterada. Por ejemplo, debemos pensar que hay períodos de transición en los que es complicado mantener el deseo sexual por las nubes. Algunos ejemplos los encontramos en ser padres, una mudanza, la convivencia, etc.

De hecho, una serie de estudios demostraron que la paternidad sí puede hacer daño a la frecuencia con la que mantenemos relaciones íntimas. Al estrés de tener que cuidar de un bebé y la falta de horas de sueño que eso conlleva, también le tenemos que unir una serie de cambios físicos por parte de la mujer, que pueden hacer que no se sienta bien durante todo el proceso, sobre todo en el posparto.

Como vemos, la transición y esos períodos diferentes pueden afectar, y mucho, a las veces que tenemos sexo con nuestra pareja. Sin embargo, también debemos rescatar, una vez más, el tema de la satisfacción. En caso de no estar satisfecho con tu vida sexual, es normal que ya no desees intimar con tu pareja como antes, pues no sientes lo mismo ni obtienes el mismo placer. En ese caso, es fundamental dar alas a la comunicación y encontrar la raíz del problema para ponerle solución.

La normalidad es algo relativo, cada pareja y persona es un mundo

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Como ya hemos dicho, no existe una normalidad con respecto a la frecuencia con la que debemos mantener sexo, por lo que deberíamos comenzar por desterrar este término de nuestra mente. Se trata de un concepto relativo que viene impuesto por la sociedad. Pensamos que debemos cumplir con una serie de veces que quizá no sean satisfactorias para nosotros.

No importa que tengáis encuentros una vez por semana, una vez al mes o incluso más dilatados en el tiempo. Nada de eso quiere decir que estéis pasando por un mal momento o que estéis condenados al fracaso. En realidad, la frecuencia no puede ser la misma para todos, por lo que nada de lo que otros cuenten nos puede, ni debe, servir como guía.

Lo importante no es comparar nuestra vida sexual con la de otras personas, sino tener claro cuál es el contexto y etapa vital en los que nos encontramos. Los profesionales aseguran que, haciendo un ejercicio de autoconocimiento, podremos llegar a la conclusión de qué es lo que nosotros consideramos normal. De nuevo, la clave se encuentra en la comunicación entre los miembros y con uno mismo.