Un desleal Fernández Mañueco intentó un golpe de Estado contra Casado y acabó plegando velas

El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, no ha sido todo lo sutil que le hubiera gustado. Dentro de este vodevil que ha protagonizado Inés Arrimadas desde Ciudadanos para intentar dar el golpe de gracia al Partido Popular, hay actores que han tomado partido por el bando perdedor y que ahora afrontan las consecuencias. De momento, Fernández Mañueco se ha librado, pero no por mucho tiempo.

Desde Génova son perfectamente conscientes de que el presidente de Castilla y León conspiró contra Pablo Casado durante el terremoto político que ha sacudido el país estas ultimas semanas. Pero le han tomado la matrícula: desde la dirección del PP son plenamente conscientes de los movimientos desleales del presidente autonómico, que tenían como objetivo dar un golpe bajo al presidente del PP, Pablo Casado.

En la calle Génova, de hecho, son conscientes de lo que ha ocurrido y de que Fernández Mañueco ha maniobrado en contra de los intereses de la cúpula del PP. Y que el presidente autonómico popular frenara su conjura, y plegara velas, tras ver que el secretario general de la formación, Teodoro García Egea, había sofocado el incendio de Murcia no parece ser suficiente para salvarle el cuello político.

Mañueco
El presidente del PP, Pablo Casado; el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, y el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, en el desayuno informativo

Es la comidilla en Génova. De hecho, hay fuentes en la formación que indican la dirección del partido ha tomado buena nota para ver cómo relegar a un segundo plano a Fernández Mañueco por su actitud completamente desleal en un momento difícil. La razón por la que no ha trascendido la maniobra es porque el presidente de Castilla y León, que no olvidemos que es del Partido Popular, abortó todos su intentos de dar el golpe de gracia a Casado en el mismo momento en el que se dio cuenta de que la fontanería de García Egea había solucionado el problema en Murcia. Y que lo que pudo ser un enorme problema, acabó siendo la puntilla de Ciudadanos, y por ende un paso importante hacia el objetivo de Pablo Casado: la reunificación del centro derecha.

Fernández Mañueco se precipitó de forma poco hábil y acabó teniendo que recular.  García Egea fue más eficiente de lo que se esperaba el presidente autonómico y consiguió frenar la sangría que anunciaba la moción de censura de Murcia. Toda una serie de imprevistos que ha llevado a Fernández Mañueco a estar en el punto de mira de toda la cúpula de Génova, que se desentiende del problema pero toma nota: «no estamos para conjuras y deslealtades; estamos volcados en la reunificación de los votantes de centro-derecha».

Así PP Fernández Mañueco queda marcado, nadie en Genova quita ojo a su barón. Con las cartas sobre la mesa, el presidente autonómico ha demostrado que no es fiel a la directiva. El único (y más grave) error de cálculo que ha cometido el popular castellanoleonés es el haber subestimado la capacidad de García Egea de solucionar y contener los problemas internos de su partido.

Mañueco vio el terremoto político y decidió aprovechar la coyuntura para maniobrar contra Casado

Como si de Juego de Tronos se tratara, Fernández Mañueco vio el terremoto político que se avecinaba y decidió aprovechar la coyuntura para maniobrar contra Casado, solo que en esta ocasión los intereses del presidente autonómico iban completamente en contra de los de la cúpula de su propio partido y no estuvo atinado a la hora de elegir bando. La labor del vicesecretario general de Política Territorial del PP, Antonio González Terol, bajo la supervisión de García Egea consiguió abortar todos los planes de Ciudadanos y del PSOE y contuvo las conjuras que buscaban dejar al PP sin más de un gobierno autonómico. Y pese a que Fernández Mañueco paró la maquinaria al ver el resultado, era demasiado tarde, pues ya se habían dado cuenta todos en Génova.

Teodoro García Egea había iniciado hace meses un proceso por el cual pretendía cambiar las caras de los dirigentes populares a nivel provincial y autonómico. Al menos aquellas que no eran fieles y afines a la cúpula del PP. En este contexto, Fernández Mañueco se ha puesto una diana en la espalda el solo y desde el Partido Popular ya buscan dirigentes para sustituir al actual presidente de la Junta de Castilla y León. El único problema que busca contener el PP es el de evitar que esta comunidad autónoma se convierta en un nuevo foco público de problemas internos dentro de la formación.

Lo curioso de la deslealtad de Fernández Mañueco es que nace motivada por una moción de censura presentada por el PSOE contra su gobierno. En este contexto, Mañueco ha optado por maniobrar en contra de Casado en vez de apoyarse en el partido para contener el golpe.

Mañueco se ha desenmascarado y ha dejado entrever que forma parte de todo ese colectivo popular que disfruta con las conjuras

Esta deslealtad que no es para nada ajena en Génova le saldrá caro al presidente autonómico hasta el punto de que no hay nadie en el PP que apueste porque Fernández Mañueco seguirá al frente del PP de Castilla y León. Teodoro no perdona. Y menos cuando se trata de perfiles completamente desleales que han aprovechado cualquier oportunidad para dar un golpe a la mano que les dio de comer. En resumen, Fernández Mañueco se ha desenmascarado y ha dejado entrever que forma parte de todo ese colectivo popular que disfruta con las conjuras y que apuesta por relevar a Casado y traer a un nuevo candidato que mejore las expectativas electorales del Partido Popular.

EL PP NO ENTRA EN POLÉMICA

Desde el Partido Popular evitan entrar en polémicas. El mensaje que lanzan desde Génova a MONCLOA.com es simple: solo trabajan para «unificar el centro derecha y para llevar el proyecto del PP a la Moncloa». No quieren entrar en detalles sobre si tomarán medidas contra un Fernández Mañueco cuya gestión no le avala en ningún caso como para aspirar a medrar y crecer dentro de la formación conservadora. En cualquier caso, desde el Partido Popular tienen clara una cosa: «los que intrigan se deben de aburrir mucho», aseguran fuentes del partido. La única preocupación de los de Casado se centra en reunificar el centro derecha y no en abrir una caza de brujas contra perfiles como el de Fernández Mañueco.

Si hay barones del PP que han destacado por su gestión, el presidente de Castilla y León no es uno de ellos ni por asomo. Su gestión ha despertado muchas más críticas que aplausos y, a diferencia de otros perfiles como el de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, Fernández Mañueco no ha hecho más que resaltar una gestión gris en una comunidad autónoma donde la pandemia ha golpeado con fuerza. Habrá que ver cómo ha sentado el cierre perimetral durante meses a la autonomía, en especial a algunos sectores económicos que ya se asoman a la ruina por el empeño fallido de Fernández Mañueco de contener la pandemia mediante duras restricciones que no han paliado los datos de contagios, al menos en comparación con otras comunidades como la de Madrid.

LOS CONTRARIOS A CASADO

Teodoro García Egea tiene un trabajo ingrato. Su labor de fontanero moviéndose por las alcantarillas solucionando los problemas internos del PP no está pagado. Desde que Casado llegó al poder, Teodoro se ha tenido que fajar con demasiadas conjuras internas que intentaban debilitar el reinado de Casado y que cuestionaban el tirón y la capacidad de liderazgo del entonces flamante presidente del PP. Había dirigentes populares que no querían a Casado al frente y Teodoro se  puso manos a la obra para contenerles.

El problema ha llegado cuando esos que conjuraban a espaldas de la cúpula del PP se han desenmascarado. La principal demanda de estos díscolos era la de traer a Alberto Núñez Feijoo, presidente de Galicia, como nuevo líder del PP. Sobre si Fernández Mañueco estaba o no en este grupo no hay datos objetivos, pero desde Génova tienen claro que, como mínimo, estaba dentro del grupo de aquellos que maniobraban para derrocar a Casado y traer a un nuevo presidente popular que pusiera orden a las encuestas.