El Ayuntamiento de Pamplona y Anvite coloca placas en recuerdo de seis asesinados por ETA

El Ayuntamiento de Pamplona y la Asociación de Víctimas del Terrorismo de ETA en Navarra (Anvite) han continuado este domingo con su iniciativa de colocar placas en los lugares donde ETA asesinó en la ciudad. Se trata del tercer acto institucional fruto de un convenio suscrito por el Ayuntamiento de Pamplona y ANVITE. Durante este mes de marzo y el próximo mes de abril se descubrirán más de una veintena de placas.

En esta ocasión se han descubierto seis placas en cinco puntos de la ciudad en honor a José Luis Prieto Gracia, Juan Atarés Peña, Julio Gangoso Otero, Jesús Blanco Cereceda, Juan José Visiedo Calero y Tomás Palacín Pellejero, colocadas en los lugares en los que los asesinó la banda terrorista en los años 80. En descubrimiento de la placa ha venido acompañado de una ofrenda floral y un minuto de silencio. Han participado familiares de las víctimas a las que se ha entregado una réplica de la placa.

El acto ha contado con la presencia del alcalde de Pamplona, Enrique Maya; la presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite; la consejera de Relaciones Ciudadanas, Ana Ollo; el director general de Paz y Convivencia, Martín Zabalza; y el delegado del Gobierno, José Luis Arasti. Junto con representantes de los grupos municipales en el Ayuntamientos de Pamplona de Navarra Suma, PSN y Geroa Bai; también se han podido ver diferentes cargos de estas formaciones como el presidente de UPN y portavoz parlamentario de NA+, Javier Esparza; los diputados de UPN, Carlos García Adanero y Sergio Sayas; la parlamentaria Inma Jurío, el senador autonómico y miembro de Geroa Bai, Koldo Martínez, o la senadora del PPN Amelia Salanueva.

También han asistido representantes de Anvite, entre ellos su presidente, José Ignacio Toca, así como miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en Navarra, asociaciones y fundaciones de víctimas del terrorismo como la AVT, Vecinos de Paz, Libertad Ya o COVITE.

El recorrido de este homenaje ha comenzado a las 12 del mediodía en la avenida de Barañáin número 8, frente a la parroquia de Nuestra Señora del Huerto, donde un 21 de marzo de 1981 era asesinado el militar y exjefe de la Policía Foral de Navarra, José Luis Prieto Gracia. Como todos los días, acudía a misa con su mujer cuando dos terroristas se le acercaron y le dispararon a bocajarro y simultáneamente en la cabeza.

En su intervención, el alcalde de Pamplona, Enrique Maya, ha destacado la «dignidad democrática de todas las familias de los asesinados por ETA» y ha remarcado que las víctimas y sus familiares «siempre tendrán nuestro apoyo y respeto». Ha tenido un recuerdo especial con las víctimas de ETA «que no tuvieron reconocimiento en su momento» y ha exigido la colaboración para «esclarecer todas y cada una de los asesinatos» que siguen sin resolver.

Seguidamente, Paz Prieto, hija de José Luis Prieto y representante de Anvite, ha agradecido a las instituciones, en especial el Ayuntamiento de Pamplona, que «hayan hecho posible este proyecto de placas conmemorativas». Una acción que «no calma el dolor pero impide el dolor añadido del olvido».

Ha resaltado que a su padre «lo asesinó ETA, quien sugirió su nombre, quien le vigiló para aprender sus rutinas, quien prestó la casa para esconder a quienes lo asesinaros, quienes dispararon las armas, quien condujo el coche para huir» pero también «los que animaron a la banda con su apoyo y aliento; aquellos que con seguridad aplaudieron y brindaron aquel 21 de marzo de 1981», ha recalcado. «Lo vi y lo viví en los bares y en las calles; ‘ETA mátalos’ oíamos en las manifestaciones, y ETA satisfacía esa petición con una frecuencia escalofriante: una vez cada tres días en aquella época como norma general», ha recordado.

«Descabezados una y otra vez por las Fuerzas de Seguridad del Estado, muy limitados en su capacidad de intervenir en la política, los etarras anunciaron que dejaban de asesinar en 2011 para seguir defendiendo de otra forma su único propósito: conseguir que el País Vasco dejara de ser una parte de España para constituirse en una república socialista», ha continuado.

En este sentido, Prieto ha destacado que «no renunciaron a esa idea por la que habían asesinado, herido, extorsionado o expulsado de su tierra a tantas personas; tampoco reconocieron el daño causado ni se arrepintieron de él y no colaboraron con la justicia para esclarecer el asesinato de cerca de 400 víctimas cuyas familias siguen esperando saber quién lo hizo».

«A cambio de dejar de matar ETA pidió que se les abrieran las puertas para poder entrar y volver a las instituciones políticas, a las universidades, a los foros de opinión y de decisión, que se les tratara como a otros ciudadanos más, ocultando hechos o narrándolos de una manera que no les hiciera parecer abominables, y que los presos salieran de la cárcel», ha criticado.

«Poco a poco, inexorablemente, sin prisas, el pacto se va cumpliendo», ha reprochado. «Para algunos puede ser motivo de alegría, para otros indiferente pero para las víctimas es una tortura añadida», ha lamentado Paz Prieto, que ha censurado «cómo nos hace sufrir ver al Gobierno de Navarra y de España pactar acciones de gobierno con Bildu, el brazo político de ETA».

«Este dolor creo que no se lo pueden imaginar los dirigentes políticos que pactan, que aceptan la ayudan, que estrechan las manos nunca lo suficientemente lavadas de la sangre vertida; pero es importante que no ignoren que son causa de ese dolor», ha afirmado.

El acto ha continuado en la calle Vuelta del Castillo con Fuente del Hierro, donde era asesinado el 23 de diciembre de 1985 Juan Atarés Peña. Guardia civil ya retirado, salió de su casa para ir a la Comandancia de la Guardia Civil donde iba a felicitar la Navidad a sus antiguos compañeros. Dos terroristas le dispararon tres tiros por la espalda. ETA había intentado matarlo en varias ocasiones, pero él se había negado a llevar escolta.

En la Cuesta de Larraina número 3 se ha descubierto la placa en honor del guardia civil Julio Gangoso Otero, asesinado un 16 de octubre de 1988. Ese día ETA aparcó una furgoneta cargada con explosivos y metralla en esa zona de las inmediaciones de la antigua cárcel de Pamplona y la hizo estallar al paso de una tanqueta de la Guardia Civil en la que viajaban ocho agentes. Conducía Julio Gangoso Otero, que sufrió las heridas más graves y murió poco después.

Las personas asistentes a estos actos se han trasladado después a la avenida de Bayona número 36, donde era asesinado a tiros el 27 de junio de 1983 el jefe de Comunicaciones del aeropuerto de Noáin, Jesús Blanco Cereceda. Eran las 6.30 de la mañana y se encontró en el portal de su casa con una vecina, a la que iba a ayudar con unas bolsas de ropa. Un joven se les acercó corriendo y le disparó tres tiros a bocajarro.

El último acto homenaje se ha celebrado en la calle Arcadio María Larraona, junto al IES Navarro Villoslada. El 13 de abril de 1984, tras matar a tiros al empresario Jesús Alcocer en Mercairuña, los terroristas huyeron hasta el barrio de Ermitagaña y aparcaron el vehículo, con una bomba en su interior, en esa calle Arcadio María Larraona. Los policías nacionales Juan José Visiedo Calero y Tomás Palacín Pellejero se acercaron al vehículo una vez localizado. Fue entonces cuando los terroristas lo detonaron y les asesinaron. Dos placas les recuerdan ahora en este lugar.