Duque y Ribera defienden el «liderazgo» de España en la lucha contra el cambio climático

La vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, y el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, han defendido el «liderazgo» que demuestra España en la lucha contra el cambio climático a través de la aportación de país al Servicio de Cambio Climático de Copernicus.

Duque ha participado en la inauguración de la jornada ‘El Servicio de Cambio Climático de Copernicus: Retos y soluciones en España’, organizado por este programa de la Unión Europea, la Agencia Estatal de Meteorología y el Barcelona Supercomputing Center, y los Ayuntamientos de Barcelona y Valencia.

En ese contexto, ha destacado que fue Copernicus el programa espacial al que España realizó mayor contribución económica porque el Gobierno está «plenamente comprometido» con su desarrollo futuro, ya que reconoce la «gravedad del cambio climático» a nivel global y, en particular, en una región «especialmente vulnerable» al fenómeno, dado el riesgo de desertificación y el aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, que a su vez, incrementan la mortalidad.

Además, ha explicado que los datos que proporciona Copernicus permiten responder y adaptarse a los fenómenos globales como el cambio climático, la contaminación atmosférica, la gestión del suelo o los mares.

Así, ha confiado en que al combinar los datos de observación de la tierra, con un sólido componente de servicios, el programa de Copernicus está diseñado para poner la tecnología al servicio de la sociedad y sus necesidades.

En el marco del Pacto Verde Europeo, ha señalado que Europa muestra «una vez más su liderazgo» mundial en la lucha contra el cambio climático. «Ese liderazgo lo comparte España en sus planes de actuación», ha apostillado.

De hecho, ha añadido que España, además de ser «beneficiario» del programa europeo Copernicus es un «referente industrial» que ha demostrado «grandes capacidades» y ha logrado «por primera vez en su historia» liderar una de las nuevas misiones Sentinel del programa: la misión de monitorización de la temperatura de la superficie terrestre.

Se trata, según ha precisado, de un contrato de más de 360 millones de euros que supone un «salto de calidad» que demuestra el alto nivel de capacitación y competitividad alcanzada por las empresas españolas.

«España se une al selecto club de países con la capacidad para desarrollar sistemas espaciales completos en los principales programas internacionales», ha concluido.

Por su parte, la vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha advertido de que el actual escenario es «mucho más complejo y menos conocido y previsible», por lo que disponer de «la mejor ciencia, capacidad de observación, análisis y construcción de escenarios es lo más seguro a la hora de reducir las incertidumbres y estar preparados para una de las grandes aventuras de esta generación y, desgraciadamente, también de las siguientes».

RIBERA DEFIENDE CORPERNICUS

Ribera ha expuesto las vulnerabilidades físicas, económicas y sociales asociadas al cambio climático por lo que considera necesario sumar la responsabilidad de todos. En ese sentido, ha defendido que los servicios de Copernicus son «clave» para ampliar las capacidades, la base de usuarios y colaboradores a través de herramientas que permitan anticipación para una mayor resiliencia y reducir así precisamente las vulnerabilidades.

«Construir conocimiento del ciudadano medio para responder a los desafíos nos hará más fuertes y seguros frente a los impactos del cambio climático», ha reflexionado.

De cara a reforzar la capacidad de adaptación y respuesta, Ribera opina que no se debería dedicar «ni un céntimo de euro a nada» que incremente el riesgo.

Por ello, estima que es fundamental a nivel europeo fortalecer instrumentos como Copernicus para dar congruencia a las políticas europeas domésticas y externas a través de una estrategia europea de adaptación al cambio climático que debe ser «más inteligente, sistémica y más rápida».

Por su parte, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha denunciado que hace tiempo se superan los límites ecológicos del planeta, lo que está teniendo «ya» un impacto en la vida presente y está «exterminando muchas especies», lo que supone un «ataque a la biodiversidad presente» que no se puede permitir.

Colau ha pedido un impulso a las políticas públicas que asuman la importancia del reto y la responsabilidad de dar una respuesta «real y urgente», especialmente en las ciudades que son el principal emisor de gases de efecto invernadero y juegan un «papel clave» en la lucha contra el cambio climático.

Sin embargo, ha lamentado que las ciudades se han encontrado «un poco solas» y se han tenido que «organizar» por su cuenta para compartir experiencias porque aunque tienen «menos recursos y experiencia que los Estados, tienen mucha más responsabilidad».

En esa «lucha», ha garantizado que Barcelona está «comprometida en su objetivo de reducir un 50 por ciento sus emisiones en 2030 respecto al año 1992. No obstante, ha pedido que «todas» las administraciones públicas estén coordinadas y, en ese marco, ha criticado que el Gobierno plantee una ampliación del aeropuerto del Prat cuando al mismo tiempo hay que reducir emisiones.

Finalmente, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, ha subrayado que si las ciudades son capaces de adaptarse en ellas se vivirá mejor, serán más verdes, saludables, más cohesionadas y en el caso de urbes con mar revalorizarán su litoral como espacio de resiliencia y esparcimiento ciudadano y precisamente ha garantizado que Valencia quiere ser una de las 100 ciudades en la punta de lanza de la lucha contra el cambio climático que serán neutras en 2030.

«Necesitamos importantes inversiones en adaptación. Valencia quiere ser una ciudad sostenible y por eso estamos trabajando en una estrategia de ciudad con horizonte 2030», ha explicado el regidor, que insta a ser lo suficientemente creativos como para desplegar actuaciones holísticas que den respuesta a las consecuencias del cambio climático.