El Club de Madrid, incluidos los cuatro españoles, envían su reforma de la ONU

El centenar de antiguos presidentes y primeros ministros mundiales que conforman el Club de Madrid, entre los que figuran Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, han remitido un informe con propuestas al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, de cara a la reforma del organismo internacional y a la consecución de un «multilateralismo efectivo».

El informe se ha elaborado a raíz de una petición expresa cursada por el propio Guterres el pasado noviembre, quien les pidió que compartieran «ideas» con él «sobre cómo podemos poner en marcha un multilateralismo inclusivo, en red y efectivo que es necesario para abordar los grandes desafíos mundiales actuales y futuros».

El documento lleva por título ‘Nuestra Agenda Común. La ONU después del 75′ y una serie de doce compromisos, resultado de un proceso de consulta interna llevado a cabo por los miembros del Club de Madrid, que integran antiguos gobernantes de más de 70 países, junto a sus asesores.

«Ha llegado el momento de encaminar al mundo por una nueva senda más equitativa, segura y sostenible, apta para el siglo XXI y capaz de no dejar a nadie atrás», sostiene el presidente del Club de Madrid, Danilo Turk, en el prólogo del informe, que ya ha sido remitido a Guterres, subrayando la necesidad de «voluntad política, reformas significativas y una implementación medible».

Los expresidentes defienden la necesidad de una nueva agenda de seguridad global que amplíe la definición de seguridad a las amenazas relacionadas con la salud, la energía, la ciberesfera, la alimentación y el clima y que «ayude a producir mejores respuestas de gestión de crisis».

La pandemia, subraya el documento, ha recordado que «estas amenazas pueden tener un impacto global potencialmente devastador, a menos que estemos preparados y reaccionemos rápido», por ello desde el Club de Madrid por «un sistema de respuesta de emergencia más robusto y un sistema de alerta temprana más fiable para las amenazas tradicionales y no tradicionales».

Asimismo, destacan la importancia de situar la Agenda 2030 en el centro de las iniciativas globales, de hacer que los Derechos Humanos sean el centro de todas las conversaciones relativas a la paz, la seguridad y el desarrollo, y de celebrar una segunda Cumbre Mundial para el Desarrollo Social para el mundo después de la COVID-19.

REFORMA DEL CONSEJO DE SEGURIDAD

Por otra parte, advierten de que «las reformas de la ONU nunca estarán completas sin una reforma del Consejo de Seguridad que refleje las realidades del siglo XXI y lo transforme en un órgano más representativo, efectivo, eficiente, responsable y eficiente».

Sin embargo, reconocen que es «improbable» que en un futuro próximo se modifique la composición del Consejo de Seguridad o el poder de veto de que gozan los cinco miembros permanentes, por lo que plantean que al menos este se use «con moderación».

En otro orden de cosas, destacan el papel de los jóvenes y defienden la creación de un nuevo órgano de la juventud y con la juventud, que represente sus nuevas voces y permita su participación en los procesos reales de toma de decisiones a nivel multilateral.

Igualmente, apuestan por acelerar los compromisos para cumplir el Acuerdo de París sobre cambio climático, llaman la atención sobre las «grietas en los sistemas democráticos» y piden que se haga rendir cuentas a los países en lo que se refiere a sus compromisos en materia de igualdad de género y de participación de la mujer.

También advierten del peligro de la desinformación y la propagación de ‘fake news’ y apuestan por la adopción de un nuevo Contrato Social para la Edad de la Inteligencia Artificial, además de advertir de la necesidad de un «plan urgente y coordinado de crecimiento» tras la pandemia que no deje a nadie detrás.

La prioridad en estos momentos, remachan en su informe los antiguos dirigentes, debe ser controlar la pandemia y para ello la mejor opción es «una distribución equitativa de las vacunas, especialmente a los países en desarrollo». En este sentido, apuestan por fortalecer la autoridad de la OMS y sus recursos.