viernes, 13 diciembre 2024

Las mujeres con diabetes tienen un 40% más riesgo de infarto de miocardio

La cardióloga Milagros Pedreira, advierte de que, pese a que hombres y mujeres comparten los factores de riesgo cardiovascular «clásicos», como la diabetes, la hipercolesterolemia, la hipertensión arterial, el tabaquismo o el sedentarismo, «unos son más prevalentes en un sexo que en otro y no afectan a ambos por igual», y ha destacado que las mujeres diabéticas tienen un 40 por ciento más de riesgo de cardiopatía isquémica (infarto agudo de miocardio o angina de pecho) frente a los hombres diabéticos.

Además, destaca, en ellas aumenta el riesgo cardiovascular total en siete veces frente a tres de un varón diabético, con mayor incidencia de infarto, ictus e insuficiencia cardiaca, y con mayor mortalidad en las mujeres. Así, la doctora, que es una de las coordinadoras del Grupo de Trabajo de Mujeres en Cardiología de la Sociedad Española del Corazón (SEC), indica que estas diferencias tan relevantes del riesgo cardiovascular de la diabetes en contra de las mujeres «se han atribuido a diversas causas, entre ellas una diferente respuesta a algunos tratamientos. Además, se ha especulado con un «peor» tratamiento farmacológico en ellas, según ha abundado.

Por otro lado, otro importante factor de riesgo cardiovascular como el sedentarismo es significativamente más frecuente en mujeres en cualquier década de edad. «Esto tiene las consiguientes implicaciones pronósticas por su incidencia frente al control de la diabetes, la hipertensión arterial o la hipercolesterolemia», dice la especialista en cardiología.

El tabaco, aunque más frecuente en hombres, penaliza más a las mujeres. Así, metaanálisis de múltiples estudios han encontrado un aumento del 25 por ciento del riesgo cardiovascular en mujeres. «El tabaco se asocia con la mitad del total de todos los eventos cardiovasculares en ellas y triplica el riesgo de infarto de miocardio», detalla la doctora Pedreira.

FACTORES DE RIESGO CARDIOVASCULAR «PROPIOS»

Junto a la presencia de los llamados factores de riesgo «clásicos» también existen factores de riesgo «propios» o diferenciales del sexo femenino, entre ellos los relacionados con el embarazo. En este grupo están todos los relacionados con trastornos hipertensivos durante la gestación, como la hipertensión gestacional o la preeclampsia, la diabetes gestacional, el parto prematuro o el aborto espontáneo. Todos ellos se asocian a un incremento del riesgo cardiovascular en la mujer a lo largo de su vida.

«También existen otros factores exclusivos del sexo femenino, como el síndrome del ovario poliquístico o la menopausia precoz. Esta última aumenta el riesgo cardiovascular por la pérdida de la actividad de los estrógenos, un peor perfil lipídico, cambios en la distribución de la grasa corporal, un aumento de la hipertensión arterial y, en general, disfunción endotelial e inflamación», asegura la doctora Pedreira. Además, la depresión, un factor de riesgo cardiovascular en aumento junto con el estrés psicosocial o agudo, penaliza más a las mujeres porque están más expuestas a la adversidad que los hombres.

También se ha demostrado que enfermedades autoinmunes e inflamatorias como el lupus eritematoso sistémico y la artritis reumatoide, con una elevada prevalencia en mujeres, se asocian ateroesclerosis acelerada. «La cardiopatía isquémica es la primera causa de muerte en mujeres con lupus. Las mujeres jóvenes, de entre 35 y 44 años, con lupus tienen una probabilidad de sufrir infarto de miocardio 50 veces superior a las mujeres de edad similar sin esa enfermedad, según el ‘Framingham Heart Study'», asegura la cardióloga.

Con todos estos datos, la cardióloga considera «fundamental» el conocimiento y control adecuado de los factores de riesgo comunes, con especial atención a la diabetes, el tabaco y el sedentarismo. También el conocimiento de los factores exclusivos del sexo femenino, la asociación de enfermedades inflamatorias autoinmunes y el efecto de la depresión y factores psicosociales en las mujeres.

«Resulta vital que parte de este conocimiento se extienda a las propias mujeres, ya que este hecho puede contribuir a cambiar hábitos de vida e inducir a la búsqueda de atención médica para lograr el control de otros factores menos difundidos, como los derivados del embarazo o relacionados con cambios hormonales», reflexiona la doctora Pedreira.