Pedro Sánchez levanta el pie en Madrid ante la evidente incapacidad de la FSM

Ni la deriva más trumpista y neoliberal del Partido Popular parece posibilitar la resurreción del PSOE, que soñó con milagro cuando se convocaron elecciones de la mano de un dirigente amortizado y camino de tomar el puesto de ‘Defensor del pueblo’: Ángel Gabilondo.

Iván Redondo apostó por tres líneas de actuación:

1-Convertir las debilidades en fortalezas: El «soso, serio y formal» de Gabilondo servía para autoparodiarse y convertir en simpatía el hartazgo del centro-izquierda ante su insolente forma de hacer oposición ante el histriónico Gabinete de Isabel Díaz Ayuso, que en ocasiones pareció gestionar la pandemia con cierto interés por buscar el choque partidista.

Pero el «comunismo y libertad» le puede salir bien al PP, aplaudido porque en Madrid es la única autonomía en la que los bares no paran y los españoles, como habitantes del sur de Europa, tienen serias dificultades para aceptar la disciplina aunque esta esté decretada por una crisis sanitaria sin precedentes en el último siglo.

2- La búsqueda del votante de Ciudadanos: Esta fue la clave del triunfo histórico de Salvador Illa. Y Ángel Gabilondo lo intentó en precampaña de dos formas: prometiendo que no iba a subir impuesto y anunciando que «con este» Pablo Iglesias no pactaba.

Lo cierto es que las encuestas son rotundas: el voto naranja se reparte entre el PP y Vox, el bloque del centro-derecha rondará el 55% de las papeletas el 4M y el bloque del centro-izquierda no es capaz de trasvasar ni un solo voto desde las filas conservadoras (y tan solo la irrupción de Pablo Iglesias podría evitar un descalabro absoluto).

3- Aliñar la ensalada: La ‘sosería’ de Gabilondo debía ser acompañada por anuncios de fichajes estrellas que están pasando ni pena ni gloria. El PSOE, que ha detectado que su hipotético voto femenino se está marchando al Más Madrid de Mónica García, ha anunciado incorporaciones que están pasando sin pena ni gloria.

Hana Jalloul (secretaria de Estado de Migraciones), Pilar Llop (presidenta del Senado) y Irene Lozano (secretaria de Estado del Deporte) no parecen haber revolucionado las previsiones demoscópicas. Y tampoco lo hará que Reyes Maroto sea anunciada como una hipotética vicepresidenta económica de Gabilondo.

La ensalada también se aliñó con ‘fichajes masculinos’ como el del propio Pedro Sánchez, que se lanzó a al arena madrileña repitiendo las consignas ‘redondianas’ («hay que evitar el Gobierno de la Plaza de Colón» decían a pesar que de Gabilondo decía que quería pactar con Cs) y lanzando bajo el tapete una insinuación: la Comunidad de Madrid falsea datos sanitarios para que los bares sigan abiertos en nombre de la «libertad» que cacarean los previsibles socios de un partido que mira con tanta simpatía a épocas españolas en las que no ha habido ápice de la misma, Vox.

TERROR EN LA MONCLOA

La chapuza murciana diseñada por José Luis Ábalos y cocinada por Santos Cerdán ha provocado que el plácido ciclo electoral que iba a disfrutar Pedro Sánchez salte por los aires. Y es que la fallida moción, previsiblemente, será el certificado de defunción de Cs y cortará todo el impulso que estaba cobrando Vox (que soñaba con sorpasso estatal sobre el PP tras haberlo superado en Cataluña).

En La Moncloa cruzan los dedos para que Iglesias saque de la abstención a los barrios obreros que nunca votan, Mónica García logre arañar algún voto femenino de Cs, y Rocío Monasterio y Edmundo Bal se muevan entre el 4 y el 4,9%. Este efecto dominó podría otorgar alguna opción a un tripartito progresista que se antoja demasiado complicado.

Y esta manifiesta dificultad ha provocado que Pedro Sánchez levante el pie en Madrid para no socarrarse con la derrota de la Federación Socialista Madrileña (FSM) y Ángel Gabilondo, incapaces de levantar el ánimo durante toda la precampaña electoral.