Divorcios: principales motivos por los que se rompen los matrimonios

En los tiempos que corren, parece que los divorcios están a la orden del día. Son muchas las parejas que, por diferentes motivos, deciden separarse después de haber contraído matrimonio. Aunque aún quede, lejos está el amor para toda la vida que vivíamos antaño, aunque esto tiene razones de peso y casi todas ellas se pueden solucionar a través de la comunicación.

Dicen que lo que mal empieza mal acaba y esto es algo que deberíamos tener siempre presente. A la hora de dar el paso, debemos estar muy seguros de la decisión que estamos tomando. Los problemas del día a día pueden repercutir de forma negativa en la pareja, aunque este no es el único motivo de que muchos matrimonios terminen rompiendo.

Si quieres saber más sobre los divorcios, descubre los principales motivos por los que se rompen los matrimonios.

Infidelidad y celos, clave en los divorcios

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Cuando hablamos de celos e infidelidad, podemos hacerlo de dos conceptos que suelen ir de la mano. En el primer caso, además, debemos distinguir entre dos tipos de celos: los conocidos como normales y los celos patológicos. Los primeros son aquellos en los que una parte de la pareja muestra algo de interés por otra persona, pero la situación es completamente manejable para el otro.

Sin embargo, hablamos de celos patológicos cuando estos son injustificados y se llega a perseguir y acosar a la pareja, lo que conduce a no poder llevar una vida tranquila. El interés se va perdiendo de forma irremediable. De aquí sale, más tarde, la infidelidad. Por ejemplo, de acuerdo a varios estudios, en el caso de la mujer, esta pocas veces es un hecho aislado o que carezca de importancia.

Cuando una mujer es infiel, suele ser porque siente algo por esa otra persona, cosa que aumenta el número de divorcios entre las parejas. Si hablamos de los hombres, una infidelidad no tiene por qué significar siempre amor. Sin embargo, sí es una traición que resulta complicada de perdonar para muchas personas. Es decir, el matrimonio acaba rompiéndose por una u otra razón. Después de todo, la fidelidad forma parte del contrato.

Falta de pasión y amor débil, en el punto de mira

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Los divorcios también se pueden dar debido a otras situaciones como el amor débil o la falta de pasión. Hay veces que empezamos una relación que se basa en la pasión. Sin embargo, esta se puede ir conforme ha llegado, de un día para otro. Por eso, se aconseja buscar momentos íntimos y relajados con la pareja para poder cuidarla y que esa llama que sentíamos al principio no se termine apagando debido a la rutina y a las actividades del día a día.

Cuando estamos en pareja, una de las cosas que nos puede ayudar a conocernos, aunque ya estemos casados, es hablar sobre nosotros mismos, dejando claro qué nos gusta y qué no. Nuestro compañero debe ser también nuestro confidente. De este modo, siempre nos sorprenderemos encontrando distintos puntos de compatibilidad que podemos traducir en momentos íntimos que hagan crecer la pasión, sin importar el tiempo que llevemos juntos.

Solemos pensar que las parejas más felices son las que no discuten. En realidad, lo son las que lo hacen y saben cómo hacerlo. Callar siempre las cosas para no lastimar y que todo parezca normal es síntoma de que el amor es débil y no somos capaces de expresarnos como nos gustaría. Este tipo de matrimonios suelen aumentar el número de divorcios.

Los problemas de convivencia aumentan los divorcios

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Cuando vivimos con alguien, podemos comprobar cómo, conforme va pasando el tiempo, nos vamos volviendo más y más maniáticos. Esto puede ser una de las cosas que aumenta el número de divorcios, ya que la convivencia no siempre es tan fácil como parece. Hay parejas, por ejemplo, que duermen separados y no soportan las actividades cotidianas del otro.

Llegados a cierto punto, es importante saber respetar los límites y comunicarse para que cada uno pueda superarse a sí mismo y también esa distancia que los está separando cada vez más de la pareja. Es decir, debemos aceptarnos centrándonos en lo bueno que tiene la otra persona y no pensando solo en lo malo. Una cosa que debemos tener clara es que una persona no va a cambiar con el paso del tiempo, por lo que debemos saber elegir bien desde el primer momento para, más tarde, no llevarnos sorpresas.

Este tipo de situaciones cotidianas pueden llevar a una crisis difícil de resolver. Hay problemas personales, como el desempleo o la falta de motivación, que también repercuten en el seno de la pareja. Estos motivos también hacen crecer el número de divorcios, pues muchas parejas piensan que quizá haya llegado el momento de hacer vidas por separado. En momentos de crisis importantes, siempre podemos ponernos en manos de un profesional para que nos ayude a asumir responsaibilidades y reencontrar esos puntos en común.

Falta de comunicación, un riesgo siempre presente

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Todo lo que hemos comentado se podría solucionar con una mejor comunicación en la pareja. En muchas ocasiones, las responsabilidades del día a día, la rutina, los niños si los hay, etc., pueden hacer que sea complicado el sentarnos a hablar con nuestra pareja de todo lo que nos preocupa. Esto es un problema que también aumenta los divorcios.

Pasa el tiempo y esa falta de comunicación podrá conseguir que lo que es un problema que carece de importancia se convierta en una gran montaña en forma de resentimiento y rencor, ya que no habremos solucionado nada de lo que ha pasado antes. Encontrar el equilibrio para que esto no suceda es importante y siempre pensar en las cosas buenas que deseamos conservar.

Debemos tener claro que lograr una relación feliz y estable es complicado. Cuando pasa el tiempo, todo se desgasta. Esto no es signo de que no haya amor, sino de que las cosas son diferentes y nos podemos introducir en una rutina aburrida. La misión de todo matrimonio es no caer en estas dinámicas y reservar siempre tiempo para hacer cosas juntos.

Comenzar mal puede contribuir a que crezcan los divorcios

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Cuando nos enamoramos todo nos parece precioso. Esto nos puede hacer confundirnos, ya que veremos solo la parte de la pareja que nos interesa y no cómo es en realidad. Por supuesto, esa idealización también aumentará, más tarde, el número de divorcios, pues no conocemos de verdad a la otra persona.

Si hay amor, la cosa no es sencilla. Nada nos asegura que todo vaya a salir bien o mal. Está en nuestra mano el saber cuidar la relación para que no caiga en dinámicas arriesgadas que terminen en ese desenlace que, quizá, no deseemos.

Para solventar las rencillas del día a día, debemos comportarnos como un equipo. Además, es también importante conocer qué proyecto tenemos cada uno y cuál es el común. Sin entrar en comparaciones, lo ideal es construir algo entre los dos con cimientos sólidos.