Las cifras asustan. Mossos D’Esquadra vacunados, el 100%; policías nacionales y guardias civiles, 9% y 15% respectivamente. Es tan lamentable la diferencia que la Justicia ha tomado cartas en el asunto y ha obligado a la Generalitat a que deje a un lado esta práctica y vacune por igual a todos los agentes. Desde la Guardia Civil y la Policía Nacional se muestran muy satisfechos con la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, pero lo cierto es que su relación con el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, nunca ha estado tan erosionada como ahora. Desde los cuerpos de seguridad reprochan al ministro que siendo consciente de lo que estaba haciendo la Generalitat, ha mirado para otro lado. Sea por motivos políticos y por no enfrentarse con un territorio crucial para la continuidad del Gobierno, Marlaska se apunta otro tanto en su mala relación con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.
La indignación salpica incluso a los jueces. La propia sentencia es reflejo de ello ya que el golpe a la Generalitat no tiene desperdicio. Desde Cataluña justifican el no haber vacunado a policías y guardias civiles porque de haberlo hecho habrían tenido que privar de esas dosis a la población de riesgo a la que le tocara. Eso sí, los Mossos están todos vacunados. Ya no es una cuestión de equiparación, sino de justicia. La Generalitat ha aplicado una especie de «racismo institucional» y ha privado de la vacuna a aquellos funcionarios que trabajaran directamente para el Estado y no para ellos. Es un castigo a lo español que desde los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado tienen normalizado. «Una más», dice un guardia civil destinado en la zona.
A sabiendas de que Generalitat priorizaba la vacuna con los suyos y dejaba a los demás a su suerte, el ministro tragó
El problema de todo esto es que Marlaska ha sido consciente de todo y no ha hecho nada por los suyos. A sabiendas de que Generalitat priorizaba la vacuna con los suyos y dejaba a los demás a su suerte, el ministro tragó con total complacencia. El problema es que el PSOE no busca enfrentamientos en un momento en el que ERC, el PdCAT y la CUP (especialmente el primer partido) son fundamentales para la estabilidad del gobierno socialista. Y claro, en este contexto, el silencio era más oportuno que buscar un conflicto por una causa justa.
La situación se ha ido enquistando con el tiempo mientras el ministro estaba a lo suyo. El 24 de marzo de este año ya se había vacunado al 77% de los mossos, al 68,9% de agentes de policías locales y al 77,9% de efectivos de la Guardia Urbana de Barcelona. Mientras tanto, en esas mismas fechas, la Generalitat solo había inoculado dosis al 3,6% de policías nacionales y al 2,8% de guardias civiles en Cataluña. Las cifras hablan por sí solas y siempre han estado encima de la mesa del ministro del Interior.
Ahora la Generalitat se tendrá que poner las pilas y vacunar «en la misma proporción» a los guardias civiles y policías nacionales que a los Mossos D’Esquadra. La sentencia ha sido un duro golpe para el gobierno autonómico, pero tampoco ha sentado muy bien al entorno de Marlaska. Lo cierto es que reconocer esta absoluta injusticia deja en evidencia al ministro socialista que a día de hoy no mantiene precisamente una buena y fluida relación con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Tiene que readmitir en su cargo al coronel Diego Pérez de los Cobos tras haberlo cesado de forma injustificada y ahora en un momento se ve en la tesitura de que no ha dado la cara por los suyos. La relación está rota y poco puede hacer de momento para arreglarla.
La equiparación salarial, al menos, sí que ha empezado su curso aunque no se ha completado. Pero en cualquier caso, Marlaska ha conseguido que los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado le vean como un político desleal que no cumple con la defensa de los intereses de la Guardia Civil o de la Policía Nacional. La Generalitat lleva desde que empezaron a llegar vacunas priorizando las dosis en aquellas instituciones que consideran «suyas» y no españolas. Aunque no haya Govern vigente, la Generalitat ha seguido actuando, a juicio de los policías, como una administración «racista» con todo lo que sea «español». Todo para los Mossos, nada para la Guardia Civil y la Policía Nacional. El mensaje que se manda con esto es peligroso.
Lo peor de todo no ha sido solo que se haya hecho esto, sino las excusas que ha dado la Generalitat para justificar vacunar al 100% de los Mossos y al 10% de policías y guardias civiles. Para el Govern, la razón por la que no se había vacunado a estos colectivos laborales era porque si tenían que darles las dosis a ellos, privaban a colectivos de entre 60 y 70 años de recibir la vacuna. Vamos, que para los Mossos D’Esquadra sí que había dosis sobradas para no privar a los ciudadanos de sus vacunas, pero en el momento de llegar a la policía y a la guardia civil, la cosa se puso tensa.