El investigador Gorka Orive cree que a final de verano puede haber inmunidad suficiente para «relajar» la mascarilla

El investigador y profesor de Farmacia de la UPV/EHU Gorka Orive ha considerado que, si se mantiene el ritmo de vacunación contra la covid-19, para finales de agosto o septiembre se podría alcanzar «una inmunidad global suficiente» que permita «relajar» el uso de la mascarilla en la calle.

En una entrevista concedida a Onda Vasca, el investigador ha explicado que los contagios de coronavirus se producen «de forma mayoritaria» en los espacios cerrados, aunque también se pueden dar en la calle en casos como los «encuentros masivos» que se han producido.

A su entender, si el ritmo de vacunación continúa, «podría ser una opción» no para julio, como ha apuntado el presidente gallego, Alberto Núñez Feijoó, pero «quizá para finales de agosto o septiembre» pueda haber «una inmunidad global suficiente para que, al menos, en la calle el uso de las mascarillas se pueda relajar».

En la misma línea, ha aludido a la presencia de público limitada en eventos deportivos como «un proceso más en la desescalada». Según ha indicado, es preciso valorar si se dan en espacios abiertos o cerrados y ha afirmado que, con incidencias por debajo de 50 casos por 100.000 habitantes, «la posibilidad de contagio generalizado es muy pequeña».

VACUNAS

Por lo que respecta a la vacunación, ha destacado que ha permitido reducir un 90% la mortalidad en España y ha apuntado que, además, las vacunas están teniendo un «efecto colateral» de «bloquear la infección asintomática».

Orive ha alertado de la «asimetría» en la vacunación que se está produciendo y que lleva a que, mientras Estados Unidos se plantea iniciar el proceso de vacunación en adolescentes, «tantos y tantos países tienen su población de 80 años sin vacunar».

A su entender, es «preocupante» el hecho de «nacionalizar» el ritmo de vacunación, «en vez de globalizarlo», por el riesgo de aparición de variantes. Por ello, ha esperado que incitativas con Covax permitan «agilizar la vacunación global».

Finalmente, ha opinado que el retraso en la inoculación de una segunda dosis en las personas vacunadas con AstraZeneca no va a generar «un efecto potencialmente negativo, dañino», teniendo en cuenta que se trata de una vacuna en la que segunda dosis se espacia hasta doce semanas.

En su opinión, «por la relación beneficio-riesgo era adecuado seguir pautando AstraZeneca», aunque ha dicho entender «el desasosiego» que pueda genera la aparición de trombos «infrecuente».