Pedro Sánchez quiere que lleves mascarilla también en 2022

Poco le ha importado al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que se hable de la desescalada de la mascarilla y de que haya estudios que afirmen que es poco eficiente para frenar los contagios el llevarla al aire libre. Los profesionales sanitarios entienden que su uso en espacios cerrados es útil, pero la mayoría coincide en que con el avance de la inmunidad de grupo hay que abrir el debate de aparcar el «tapabocas» en casa. Sin embargo, los planes de Sánchez pasan porque gran parte de 2022 se mantenga el uso generalizado de las mascarillas en todo el país independientemente de cómo evolucione el número de contagio. Cuando el director desde 2012 del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, asegura que a finales de 2022 puede que acabe la pandemia, también habla del uso de este «tapabocas» que tanto se ha generalizado este último año.

Los planes del Gobierno de momento no contemplan hablar de dejar de usar la mascarilla. Tal es la seguridad del Ejecutivo, que ya ha recomendado a las comunidades autónomas que durante el próximo curso escolar (que no olvidemos que es de septiembre a junio) se mantenga la obligación de usar mascarilla en los colegios e institutos. Al menos a los mayores de seis años. Esta idea no es baladí ni se centrará solo y exclusivamente en los centros, ya que se extenderá su uso obligatorio a toda la población. Si vas en bicicleta por el monte, también es recomendable su uso, según se refleja del Boletín Oficial del Estado. Por lo que de momento, el PSOE no pretende racionalizar el uso de la mascarilla independientemente de la opinión de los expertos.

Israel o incluso Gibraltar ya han dicho adiós a la mascarilla en espacios abiertos y estudian quitarla también en los cerrados. España de momento ve un año 2022 pasado por la tela de las mascarillas. No quieren saber nada de retirar este producto y tampoco parecen obedecer al criterio de los expertos, que cada vez se inclinan más a asegurar que utilizar la mascarilla en espacios abiertos es completamente inútil para frenar los contagios. Que se mantenga su obligación a la hora de coger el metro en hora punta tiene sentido, tal y como asegura un profesional sanitario a MONCLOA, pero utilizarla en espacios abiertos es «absurdo».

la vacunación sugiere que con más de un 50% de inmunizados el virus reduce su capacidad de contagio en 30 centímetros (entiéndase el chiste)

La propuesta de los colegios es toda una declaración. Además de esta obligación, también se propone que la separación entre los alumnos cuando estén sentados en clase pueda reducirse a 1,2 metros (este curso todavía tiene que ser de al menos 1,5 metros). Como todos saben, la vacunación sugiere que con más de un 50% de inmunizados el virus reduce su capacidad de contagio en 30 centímetros (entiéndase el chiste). Todo esto habla de que quién toma las decisiones en el Gobierno en relación de las restricciones y obligaciones que repercuten en la gente de a pie poco tienen que ver con el sentido común.

Ese anuncio de que la inmunidad de grupo se alcanzará en España dentro de poco más de 90 días poco tiene que ver con el uso de la mascarilla. El mensaje es que aunque se reduzcan drásticamente los contagios, el Gobierno dejará un tiempo considerable con todas las restricciones aplicadas para evitar sorpresas. Los colegios, al menos, tendrán mascarillas para aburrir hasta como mínimo el próximo verano.

Las medidas sanitarias se prolongarán todo 2021. Este es el mensaje que quiere lanzar el Gobierno porque no se fían para nada de que la pandemia repunte. Aún así, también hay un análisis electoral tras esto, según deslizan desde el PSOE. El electorado que votó en masa a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, es aquel que quería levantar las restricciones que afectaban al plano laboral o al menos que fueran más laxas. En España, el sentir es muy diferente y el PSOE lo sabe. La apuesta del jefe de Gabinete de Presidencia del Gobierno, Iván Redondo, ha decidido apostar por el mensaje de que hay que priorizar lo sanitario a lo económico. Y con eso, prefieren dar la imagen de que siguen preocupados por los contagios a golpe de restricción y de obligación antes que copiar la estrategia de Ayuso. Porque en caso de imitación, el votante medio siempre se va a lo original.

Mascarilla y restricciones hasta 2022, pero la clave está en que el Gobierno se niega a prorrogar el estado de alarma. Este último punto, que es clave para poder aplicar las restricciones que violan sistemáticamente los derechos constitucionales de todos los ciudadanos, está bajo la lupa de todos. Hay quien en el PSOE asegura que no quieren porque buscan evitar la imagen de adicto al estado de alarma, pero otros analistas deslizan que lo que quieren los socialistas es que sean las propias comunidades autónomas aquellas que pidan a gritos el estado de alarma para así librarse del San Benito que pesa sobre el PSOE. En cualquier caso, la mascarilla la veremos durante mucho tiempo más. Al menos, un año.