ONG de la CECJ piden cambiar hábitos de consumo para acabar con la explotación infantil

Las organizaciones miembro de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo (CECJ) alertan, en el Día Mundial contra el Trabajo Infantil que se celebra cada 12 de junio, que muchos de los productos que forman parte de los hábitos de consumo diario (como café, chocolate, azúcar, cereales, ropa y otros artículos textiles) esconden, en sus cadenas de producción, situaciones de explotación laboral de niños y niñas.

Los datos de la Organización Internacional del Trabajo revelan la magnitud de esta realidad, que además se está agudizando debido al aumento de la pobreza, el cierre de escuelas y otras consecuencias derivadas de la pandemia. En la actualidad, 152 millones de niños y niñas trabajan, casi la mitad tienen entre 5 y 11 años. Por sectores, el 70% está empleado en la agricultura. Por regiones geográficas, la mayor prevalencia se da en África donde 1 de cada 5 menores trabajan.

Sin embargo, las cifras podrían ser mayores ya que una gran parte de los productos están elaborados con materias primas procedentes de países de todo el mundo y son procesados, ensamblados, envasados y adquiridos en todos los mercados, según la CECJ. En estas cadenas de producciónse esconden diversas formas de explotación laboral infantil que a menudo son invisibles y difíciles de medir, según constata el informe ‘Erradicar el trabajo infantil, el trabajo forzoso y la trata de personas en las cadenas mundiales de suministro’ de la OIT, OCDE, OIM y UNICEF.

El principio número 5 del Comercio Justo establece la prohibición de cualquier forma de explotación de niños y niñas por parte de las propias organizaciones miembro o las empresas intermediarias. Además, todas las organizaciones deben estar adheridas a la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y a las leyes nacionales o locales sobre el empleo infantil.

De forma expresa se señala que «cualquier participación de niños o niñas en la producción de artículos de Comercio Justo (incluyendo el aprendizaje de un arte tradicional o artesanal) siempre es comunicada y monitoreada, y no debe afectar negativamente al bienestar, la seguridad, los requisitos educativos y la necesidad de jugar de los niños y las niñas».

Junto a esto, gran parte de las cooperativas y organizaciones productoras destinan la denominada «prima social» a iniciativas relacionadas con la educación de niños, niñas y jóvenes, a través del apoyo a becas, escuelas infantiles para los hijos de las familias productoras y del resto de la comunidad, ayudas para material escolar o transporte, etc.

PROYECTOS CONCRETOS CONTRA EL TRABAJO INFANTIL

Uno de los ejemplos del beneficio del Comercio Justo llega de la mano de una cooperativa de café de Comercio Justo de Guatemala y su proyecto ‘Niñez feliz’ dirigido a evitar esta lacra. Se trata de la cooperativa de Comercio Justo Guaya’B fue constituida en 1999 por 54 productores de café y miel. Hoy son 641 socios y socias, de 10 municipios de la región de Jacaltenango, una región fronteriza con México fundamentalmente indígena.

«En muchas fincas de café sí hay mucho problema de trabajo infantil. Es un problema difícil de erradicar. En nuestra cooperativa no, ya que uno de los estándares del Comercio Justo es la prohibición del trabajo de los niños y niñas», afirma en declaraciones Ramón Delgado, de la citada cooperativa de café.

«Nuestros asociados sí enseñan la profesión a sus hijos porque no es malo que lo aprendan pero por supuesto sin presión, siempre después de sus tareas escolares, de su juego y, desde luego, de forma acorde a su edad. Hacemos un trabajo de divulgación de los derechos de la infancia, porque muchas veces no se conocen», indica.

En primer lugar, los miembros de la cooperativa hacen sensibilización sobre los riesgos del trabajo infantil y los derechos de la infancia con las familias campesinas: «Platicamos mucho con ellos para explicarles nuestro proyecto y los riesgos del trabajo infantil. Después nos reunimos con los líderes de la comunidad para hablar de los beneficiosque tienen estas escuelitas», detalla Delgado.

Dado que no tienen instalaciones, gestionan la autorización para el uso de las escuelas y aulas que se usan durante el curso escolar y hacen un convenio de colaboración con las instituciones locales. A continuación elaboran un censo escolar, con el apoyo de voluntariado, para conocer cuántos niños hay y de qué edades, y finalmente hacen las inscripciones y desarrollan las escuelitas.

Trabajan actualmente con 2 comunidades de Jacaltenango, con 60 niños y niñas de entre 4 y 12 años. A las escuelas acuden prácticamente la totalidad de niños y niñas de esos municipios. El proyecto está financiado a través de la prima social que obtienen por la venta de sus productos (café y miel) en la red de Comercio Justo.

Otro ejemplo procede Bolivia, desde donde 2018, la Pastoral Social Cáritas Potosí lleva a cabo un proyecto para evitar situaciones de explotación laboral, mejorar las capacidades educativas y la situación nutricional y alimentaria de los niños, niñas y adolescentes trabajadores en la región, donde existe una elevada incidencia de casos de trabajo infantil en la minería y las actividades agrícolas.

En total, gracias a este proyecto –que cuenta con un presupuesto de 246.740 euros, de los cuales 200.000 proceden de un legado solidario aportado a Cáritas Española– se está acompañando a casi 900 niños, niñas, adolescentes y jóvenes entre los 7 y los 18 años.

Estos menores viven en comunidades empobrecidas y alejadas geográficamente en las zonas de Potosí, Betanzos, Puna y Uyuni, y pertenecen a familias en situación de gran precariedad y con bajos ingresos económicos, cuyos medios de vida dependen principalmente de la actividad agropecuaria y minera.

CAMPAÑA CONTRA EL TRABAJO INFANTIL

Por todo ello, las organizaciones de Comercio Justo han lanzado la campaña ‘Contra el trabajo infantil, yo elijo Comercio Justo’, en la que el público consumidor y la ciudadanía en general puede mostrar en redes sociales su compromiso ante esta realidad a través de fotografías o dibujos. Con la iniciativa se pretende recordar que detrás de muchos de los productos que se consumen de manera cotidiana hay explotación laboral de menores.

Así, invitan la ciudadanía a hacerse fotografías con este mensaje o con algún producto de Comercio Justo, y publicarlo en las redes con la etiqueta #ElijoComercioJusto. También pueden hacerlo coloreando la versión en blanco y negro del cartel o bien realizando un dibujo libre sobre el tema. Las imágenes de la campaña se pueden descargar en la web ‘www.comerciojusto.org’.