Campo insiste en limitar los delitos de opinión pero rechaza usar el Código Penal contra la ultraderecha

El ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, ha insistido este miércoles en la necesidad de delimitar los delitos de opinión, penalizando sólo cuando con el ejercicio de la libertad de expresión se pone en «riesgo» a otras personas, pero ha rechazado de plano la utilización del Código Penal para «frenar a la ultraderecha» u otra ideología.

Así lo ha explicado Campo en el Pleno del Congreso, en el marco de la interpelación que le ha dirigido el portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, y que dará pie a la votación de un texto sobre esta cuestión en la sesión plenaria de la semana que viene.

Campo ha aludido a la decisión adoptada este martes por el Pleno de tramitar la reforma del Código Penal auspiciada por Unidas Podemos para despenalizar los delitos de opinión e injurias a la Corona e instituciones del Estado, los delitos contra los sentimientos religiosos y el enaltecimiento del terrorismo.

Según ha detallado, uno de los objetivos de esa reforma será «delimitar más claramente el alcance de los delitos de expresión para dejar claro que sólo puede existir delito cuando, a partir de una manifestación de una idea u opinión, se genera un riesgo para terceras personas». «Lo que los penalistas denominamos la puesta en peligro de un bien jurídico de especial protección», ha abundado.

En opinión de Campo, «la mera expresión de opiniones, por odiosas o despreciables que sean no debiera ser delito». Por eso, ha subrayado que el objetivo no es «censurar la opinión en si misma, sino los efectos que produce» y ha hecho hincapié en que «ni la Ley de Partidos ni el Código Penal son las vías para frenar a la ultraderecha».

A su juicio, «presuponer el Gobierno debe debatir cómo contrarrestar el avance de la ultraderecha con instrumentos legales es deslizarse peligrosamente por derroteros poco democráticos». En este contexto, ha recordado que la Constitución española, a diferencia de la alemana, «admite cualquier tipo de ideología», incluso aquellas contrarias al ordenamiento constitucional.

NO SILENCIAR A NADIE

«El Gobierno no hace leyes contra ideologías por muy antidemocráticas que sean o parezcan», ha dicho, contrastando esta actitud con la de Vox cuando pide la ilegalización, por ejemplo de los partidos independentistas

Así, el ministro ha proclamado que el Gobierno «no va a silenciar a nadie» y ha indicado que la mejor manera de frenar a la ultraderecha es aprobar leyes que desarrollen derechos civiles e impulsar políticas públicas que «no dejen a nadie atrás».

Por su parte, Rufián le ha replicado que ERC nunca ha propuesto ilegalizar a partidos como Vox, pero sí le ha avisado de que, ahora que la ultradecha está en las instituciones y tiene altavoces mediáticos, ya no basta con ignorar sus discursos.

«El tiempo de no hablar de ellos ha pasado, no funciona», ha afirmado el portavoz de ERC, incidiendo en que «el fascismo no es una opción democrática más» y que no se puede «naturalizar» a quien, por ejemplo, «niega la violencia de género mientras en este país se asesina a las mujeres a decenas».

Así, ha abogado por buscar métodos para «evitar que entren en las instituciones». «No es censura, es autodefensa», ha puntualizado Rufián para quien, no obstante, en democracia, «todas las opiniones deben ser aceptadas». «Tu tienes derecho a decir que los negros son malos, pero tu opinión es una basura», ha apostillado.

Campo ha dicho coincidir con Rufián en que «la ultraderecha daña la democracia», pero es partidario de «no dedicar ni un minuto a dar coba» a ese tipo de ideologías. «Los gobernantes debemos responder a las necesidades de las ciudadanía para que haya menos caldo de cultivo para la ultraderecha», ha añadido, avisando al PP de que se equivoca al «dar alas» a Vox.

MARCAN LA AGENDA

«Hemos permitido que la extrema derecha determine de qué hablamos y cómo hablamos de ello», se ha lamentado, criticando que los ultras hayan logrado «marcar la agenda» porque los partidos moderados han «caído en la trampa», entrando «como elefante en cacharrería». «Les ponemos en el foco mediático, somos como hámsters en la rueda; deberíamos dejar de correr detrás su último tuit y pensar en cómo contraargumentar sus delirios», ha recomendado.

Por su parte, Rufián se ha preguntado cómo es posible que en barrios obreros de Madrid o Barcelona «se vote a Ayuso a Abascal». «¿Cómo es posible que haya tanto ratón votando a gatos, tanta gacela escuchando a leones? La respuesta es terrible», ha anticipado él mismo. Y es que, en su opinión, las izquierdas deben entender que «más allá» de sus banderas «mucha gente no se emociona» con los símbolos que enarbolan, como la estelada en Cataluña.

«Hay que llenar de contenido esas banderas», ha asegurado, instando a la izquierda a hablar de la precariedad, la exclusión, el paro, la lucha feminista y el cambio climático. «En la izquierda necesitamos de ilusión y de esperanza, porque en el futuro no ganaremos por olas de nacionalismo, ganaremos por olas de esperanza», ha concluido Rufián.