La salida de Albares empuja a Sánchez y a España hacia la irrelevancia internacional

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no siempre se ha rodeado de gente poco hábil en su gabinete. Hubo un nombre cuya salida se ha notado más de la cuenta. Hablamos de José Manuel Albares, el que fue secretario general de Asuntos Internacionales, Unión Europea, G20 y Seguridad Global hasta febrero de 2020. Albares destacaba, tal y como cuentan a MONCLOA.com fuentes cercanas al presidente, por su habilidad para la diplomacia internacional. Consiguió varios logros que se apuntó el presidente y su salida se ha notado (para mal) en el Ejecutivo. El ridículo y bochornoso paseo de 29 segundos de Sánchez junto al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, unido a los fiascos en las relaciones internacionales con Marruecos son algunos de los detalles que hacen que el Gobierno suspire por la vuelta de Albares, quien ahora se ha marchado a Francia como embajador español para vivir cerca de su esposa, la jueza Hélène Davo.

Las chapuzas a nivel internacional no dejan de sucederse una tras otra. Desde luego, la pretensión del presidente del Gobierno no ayuda, pero sobre quien recae todo el peso de estos fiascos es sobre la cuestionada ministra de Exteriores, Arancha González Laya. Su papel desde que accedió a un asiento al Consejo de Ministros tras la salida de Josep Borrell no ha dejado de abochornar a sus compañeros en el Ejecutivo. La crisis con Marruecos es una prueba de ello, dado que el acoger al líder militar del Frente Polisario Brahim Ghali en contra del criterio del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y a sabiendas de que generaría una crisis con pocos precedentes. Pero el paseo con Biden ha avergonzado al país hasta límites insospechados.

No es raro ver a la prensa en Marruecos mofándose del famoso paseo de 50 segundos. El propio alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, se ha cachondeado del mismo gastando una broma en un desayuno. Sin embargo, es preocupante el peso que pierde España a nivel internacional por segundos. Peso que mantenía con cierto decoro con Albares al frente y que ahora parece haberse diluido. 

Desde el Gobierno dejan claro que Albares era un superdotado en materia de diplomacia internacional. Tenía una brillante habilidad para desenvolverse en la UE hasta el punto de que consiguió grandes logros para el presidente del Gobierno. Al menos lo hizo en su primera etapa junto a Sánchez. En concreto, uno de los grandes méritos de Albares fue la negociación de los altos cargos europeos desde el grupo socialista en el Europarlamento. Consiguió que el peso de España en este supuesto fuera el suficiente como para que el país recuperara ese papel relevante que ha tenido en otras ocasiones. Pero poco duró la estela de un Albares que quería marcharse a Francia con su mujer.

la diplomacia internacional de España se vino abajo

Desde que se fue él y previamente Borrell, la diplomacia internacional de España se vino abajo. En el Gobierno ya muestran su malestar con una ministra de Exteriores que no solo es una «incompetente», a juicio de muchos socialistas, que antepone su «activismo» ante el sentido de Estado. Pero el problema es que por el momento no han sido capaces de elevar a España a un papel relevante a nivel internacional. Y el ninguneo de Biden es solo una manifestación de lo poco que le importa mantener una buena relación bilateral con España. 

Ni siquiera la UE ha ofrecido una respuesta a Marruecos lo suficientemente contundente tras las presiones migratorias recibidas con motivo del acogimiento de Brahim Ghali, decisión de la ministra de Exteriores. Es cierto que se condenó desde el parlamento la actitud del país vecino y que incluso se dijo algún que otro comentario recordando que Ceuta eran fronteras europeas, no solo españolas. Otra piedra más en el zapato del Ejecutivo español que hace que más de uno recuerde a Albares con nostalgia. 

José Manuel Albares se marchó en febrero de 2020, justo antes de que estallara la pandemia de forma «oficial». Sánchez le agradeció los servicios prestados convirtiéndole en el embajador de España en Francia, una de las embajadas más importantes para nuestro país que llevaba a Albares justo a donde él quería. Fue un premio que se ganó con su trabajo y que le ha salido especialmente caro al presidente del Gobierno. Por supuesto, nadie en el PSOE se plantea que Albares vaya a volver, pero sí que se plantean la posibilidad de echar de una vez por todas a quienes están entorpeciendo el desarrollo de las relaciones internacionales de España con un perfil parecido.

Albares ya sonó como posible ministro de Exteriores cuando Borrell dio el salto al cargo de Alto Representante de la UE. Y a la pregunta de si volvería temporalmente para cubrir ese puesto, en el PSOE se muestran convencidos de que no.