Sánchez cesará a Calvo y creará para Miquel Iceta una «Vicepresidencia de Asuntos Catalanes»

El ascenso del ministro de Política Territorial, Miquel Iceta, no es por méritos propios, sino por conveniencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Tras el verano, habrá muchas salidas (y entradas) en el Ejecutivo, entra las que se prevé la de la vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo. Sin embargo, llama poderosamente la atención de algunos socialistas el rumor de que Iceta será quien ocupe el puesto de una tocada Calvo. No porque el ministro de Política Territorial no goce de la confianza del presidente, sino porque nadie entiende del todo por qué Sánchez quiere darle tantos galones a Iceta. La respuesta, según las fuentes, está en su relación con ERC y en su capacidad para abordar las negociaciones con los independentistas. Hay un referéndum edulcorado sobre la mesa y el reparto de las ayudas de los fondos covid, pero si Iceta coquetea con asumir la vicepresidencia es porque Sánchez le quiere enfocado para apuntalar el apoyo de ERC pase lo que pase.

Tenemos una vicepresidencia económica, una de transición ecológica, otra de asuntos sociales y ahora parece que Sánchez quiere crear otra similar a esta última denominada «de asuntos catalanes». Este último nombre por supuesto es un comentario jocoso, pero lo cierto es que si Sánchez saca a Iceta de Política Territorial es porque quiere conceder más galones a quien ha elegido para negociar en su nombre el apoyo de los independentistas de izquierdas a Pedro Sánchez. Cuando hablamos de negociar, nos referimos a que en la mesa de diálogos Iceta tendrá que tratar temas como la celebración de un referéndum por la independencia, el reparto de miles de millones de euros o la vuelta del expresidente del gobierno catalán Carles Puigdemont. 

Si se tienen que tratar estos temas con los independentistas, mejor que se traten en catalán. Este es el criterio del presidente del Ejecutivo. Sánchez nunca ha necesitado tanto apuntalar el apoyo de ERC y sabe que la única forma de atrincherarse en la Moncloa es atender con entusiasmo condiciones como la de celebrar un referéndum. Tal es el nivel del choque que se avecina que las últimas declaraciones de Sánchez y del president de la Generalitat, Pere Aragonés, auguran otro conflicto sin precedentes. El líder del PSOE ha asegurado que nunca se celebrará un referéndum por la independencia de Cataluña, que es «imposible». Y Aragonés ha insistido en que la única forma de desbloquear todo este asunto es la de celebrar un referéndum por la independencia, no por un estatut nuevo. 

En cualquier caso, el PSOE entiende que su mejor hombre para negociar con los separatistas es Miquel Iceta. Los socialistas asumen que el ministro de Política Territorial tiene una amplia experiencia tratando estos asuntos por su pasado como diputado autonómico y que dispone de mucha cintura y mano izquierda para calmar los ánimos independentistas. No es lo mismo, a juicio de los socialistas, que sea José Luis Ábalos quien te diga que no habrá un referéndum por la independencia a que sea Iceta quien, en catalán, te susurre que «mejor explorar otras opciones». En cualquier caso, Sánchez quiere un malabarista que sea capaz de lanzar el bolo hacia arriba cuando le baje para darle tranquilidad para llegar a 2022 vivo y con opciones de gobernar. El bolo es la exigencia por la independencia de los separatistas y el malabarista es Iceta aplazando con arte y capacidad el tema hasta que el semáforo se ponga en verde y lleguen las elecciones.

Desde que Iceta se sienta en el Consejo de Ministros como titular de Política Territorial, el socialista del PSC solo ha hablado de Cataluña. Para él otras provincias deben ser como los territorios que se ven el mapa de la Tierra Media de una película de la saga El Señor de los Anillos, que sabe que existen pero no se acuerda del nombre concreto. Pero su tierra sí que existe y está ahí para sacarle al Gobierno central todo lo que pueda. O al menos sus gobernantes.

LA SALIDA DE CALVO 

Pero que Iceta llegue a esa vicepresidencia no depende solo de una única decisión de Sánchez. Antes de que el ministro de Política Territorial dé el salto laboral más importante de su carrera, el presidente debe conceder la carta de despido a Carmen Calvo. Desde que la vicepresidenta se enfrentara con el jefe de gabinete de Presidencia del Gobierno, Iván Redondo, su carrera ha ido de culo y cuesta abajo. No ayuda felicitar a los «actores y actrices» de una obra de teatro cuando tan solo es un monólogo, pero lo cierto es que la vicepresidenta lleva semanas con una diana en la espalda importante que es la que haría de Iceta el vicepresidente que Sánchez quiere en su equipo.

Los gritos entre Redondo y Calvo se han oído más de una vez en el despacho de uno de los dos. Esta información que han deslizado fuentes del PSOE a MONCLOA.com es la guinda del pastel. Pero lo cierto es que ya llevan tiempo a la gresca e irritando al presidente del Gobierno. La diferencia es que Redondo es un activo eficiente mientras que la vicepresidenta no ha aportado mucho a la legislatura.