Yolanda Díaz trata de contener las críticas internas por empeñarse en no cesar a Garzón

El ministro de Consumo, Alberto Garzón, no parece que esté en su mejor momento. La vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha dejado pasar un tren que más de uno en Unidas Podemos querría haberlo cogido. La formación decidió no hacer cambios en los ministerios morados. De hecho, Díaz se plantó e hizo presión para que ninguna cartera de su partido fuera descabezada. El problema es que hay más de uno dentro del partido que no se siente cómodo con esta situación y que considera que hay dos ministros que deben abandonar el barco. El primero, Alberto Garzón, titular de Consumo, que entre su polémica con la carne y su agenda prácticamente vacía parece no contentar a la formación morada; y el segundo, el desaparecido y poco práctico Manuel Castells, ministro de Universidades. La presión crece y desde la salida de Pablo Iglesias no parece que la directiva de Podemos se asiente en torno a nadie.

Esta situación está abriendo las costuras internas y dejando entrever los mimbres de una crisis de partido

El problema de esto es que se rompen las costuras porque no hay una voz respetada en Podemos. Desde que el exvicepresidente del Gobierno y ya exlíder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias abandonara la política no hay un referente al que acudir. Ione Belarra no tiene el respeto de las bases, Irene Montero tampoco y Yolanda Díaz hace lo que puede con lo que tiene. Esta situación está abriendo las costuras internas y dejando entrever los mimbres de una crisis de partido que se ha complicado considerablemente con la decisión de Díaz de mantener a los ministros de Podemos que menos han trabajado durante la legislatura (si no, que se consulte la agenda de Garzón y los actos a los que ha acudido el ministro).

Díaz sabe que tiene una brecha interna y quiere cerrarla lo antes posible. Es curioso que haya salido este miércoles a defender a Garzón con el tema de la carne y haya asegurado que su ministro tiene toda la razón. «La alimentación es clave en la salud pública y tengo mucha preocupación (lo dice una persona que no come carne) por la alimentación de mi hija, que la cuido», ha comentado la vicepresidenta en un claro capote a su ministro más cuestionado por el partido. De Castells mejor no decir nada, no vaya a ser que se sepa que está cobrando un salario público por hacer lo que hace en el Gobierno, que la mayoría aún no tiene claro ni qué es.

La polémica de la carne ha dejado tocado al ministro de Consumo no porque le falte razón. Hay muchos documentos científicos que sostienen que hay que reducir su consumo por una cuestión de sostenibilidad, de salud y de respeto al medio ambiente. Sin embargo, las formas en las que abordó el tema han conseguido poner en pie a toda la industria cárnica para criticar que en plena crisis venga un ministro a decir a los ciudadanos que tienen que comprar menos carne. Sea como sea, la vicepresidenta no solo ha querido acallar las críticas internas, sino que ha querido dejar claro al PSOE, partido con el que gobiernan, que en Unidas Podemos son una piña y que todos apoyan a Garzón. Esto ocurre tras la desautorización de más de un ministro socialista y del propio presidente del Gobierno a Garzón.

«No es bueno excederse en nada. Nuestro país tiene unas dietas maravillosas. Hagamos un consumo responsable de todo tipo de productos y estoy segura de que nada tiene que ver con la grandísima industria agroalimentaria que tenemos en nuestro país, que es de primer orden. Por lo tanto, todo es conciliable», ha comentado la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo.

Pero por muchos capotes que Yolanda le eche a su ministro, no parece que acalle lo más mínimo las voces internas que clamaban por cambios. Hay que romper con la dinámica y muchos entienden que Castells y Garzón ha debilitado considerablemente la imagen del partido. Sobre la ministra de Igualdad, Irene Montero, no entran porque saben que relegarla sería abrir una brecha mucho mayor dado que es ella quien realmente controla el partido a través de su testaferro (o «testaferra», como le gustaría saber a ella), Ione Belarra.

EL CAMBIO DE NOMBRES

El cambio de nombres en los ministerios de Podemos se lleva trabajando tiempo. Este tema ha estado encima de la mesa más de una vez en la formación morada e incluso las propias Ione Belarra e Irene Montero se plantearon posibles caras nuevas para sustituir a Garzón o Castells en el Consejo de Ministros. El problema es que no se han atrevido porque Díaz quería dar imagen de unidad.

Algunos, incluso, dieron los primeros pasos para postularse como «ministrables» eliminando todos sus mensajes de Twitter, como fue el caso del exsecretario de Organización del partido Pablo Echenique. Otros esperaban que sonara la flauta, pero la mayoría tenían en mente que la crisis de Gobierno abierta por el PSOE sería clave para dar una nueva imagen y decir a los suyos que la salida de Iglesias ha significado más de lo esperado por muchos. No hay que olvidar que algunos aventurados incluso hablaban de la exasesora de Iglesias Lilith Verstrynge como futura ministra de lo que fuera.

La «culpable» de no haber movido ni un dedo ha sido la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo. La misma que mantiene con pinzas la candidatura para 2023 pero que tiene detrás a dos mujeres capaces de cualquier cosa por mantenerse en el poder en Unidas Podemos. Mientras el equilibrio frágil de Yolanda, Irene e Ione se mantenga, todo irá bien. Pero basta un leve soplido para que todo se eche abajo.