El antropólogo del CSIC y director del proyecto ‘Epidemiología Urbana de la Covid’, Alberto Corsín, ha asegurado que hay una serie de determinantes sociales (por clase, por género, por etnia o por condiciones socioeconómicas) que modulan la exposición a la enfermedad y los contagios de coronavirus.
En concreto, para medir las diferencias sociales, en el trabajo, financiado por el fondo Recupera y enmarcado en la Plataforma Salud Global del CSIC, se va a dividir la ciudad en tres grupos poblacionales: clases altas, medias y bajas.
«Lo estamos describiendo de forma muy coloquial, ya que el tema de las clases sociales es muy complejo. Después se trata de encontrar dos distritos para cada una de esas clases. Tendríamos entonces seis distritos, dos por estrato. Para atender la primera pata de la que hablamos, los determinantes sociales de salud, vamos a investigar una serie de correlaciones estadísticas, es decir, vamos a tomar los datos de contagio, de fallecimientos o de hospitalizaciones y contrastarlos con distintos tipos de indicadores socioeconómicos para cada uno de esos seis distritos. Esta primera parte sería más cuantitativa», ha detallado.
Para la parte cualitativa se va emplear la etnografía. «Durante 9 meses vamos a hacer entrevistas, dinámicas de grupo y observación participante en las comunidades de base que se activaron: parroquias, bancos de alimentos, asociaciones de vecinos, colectivos activistas. De este modo, esperamos recoger una información más cualitativa que quizás nos permita descubrir una suerte de ciudad invisible dentro de la ciudad, una serie de procesos informales relacionados con la solidaridad, el tejido vecinal o el parentesco, que han modulado las respuestas de distintos barrios durante la pandemia», ha añadido el experto del CSIC.
El objetivo es confirmar que esta crisis sanitaria no ha afectado a todos por igual y que esas diferencias son «injusticias de salud», ya que afectan más a quien menos tiene. «Dicho con otras palabras: hay determinantes sociales de salud que tienen un anclaje urbano. Y, sin embargo, aun sabiendo que la pandemia no iba a afectar a todos por igual, las políticas públicas no han estado a la altura porque han sido poco diseñadas para trabajar con finura esa escala, la escala de las desigualdades», ha lamentado.
Además, en el trabajo se va a poner especial interés en analizar las distintas maneras en que la gente respondió, con improvisación, informalidad y creatividad colectiva, a las exigencias del confinamiento y las cuarentenas. «En el fondo, la conclusión que prevemos es que la epidemia ha sido atajada con políticas públicas, no te digo que insuficientes, pero sí mal diseñadas porque no atendían ni a la parte cuantitativa de los determinantes sociales de salud ni a la parte informal o cualitativa de cómo la ciudad estaba transformándose», ha recalcado.