domingo, 15 diciembre 2024

Un estudio describe la historia evolutiva de la musaraña en la región de Sonda

La Estación Biológica de Doñana-CSIC ha realizado un estudio en el que investiga cuáles son los procesos que han originado la alta diversidad de musarañas en el trópico, concretamente en la región de Sonda, en el Sudeste Asiático. Este estudio se ha realizado para dar respuesta a qué ha originado esta diversidad, ya que en el mundo existen 205 especies distintas de musarañas del género Crocidura, el más diverso dentro de los mamíferos, y que se distribuyen entre África y Eurasia, mayoritariamente en sus regiones tropicales.

Este estudio se ha llevado a cabo, según ha indicado el CSIC en una nota de prensa, en colaboración con equipos científicos de los museos de Ginebra, Harvard y Smithsonian, así como del organismo de parques naturales de Sabah (Malasia). El estudio se ha centrado especialmente en la isla de Borneo.

En este sentido, el primer autor del estudio e investigador de la Estación Biológica de Doñana, Arlo Hinckley, ha explicado que «por motivos que desconocemos, las musarañas de esta isla parecen encontrarse en densidades mucho más bajas que en las vecinas Sumatra, Java o Célebes», al tiempo que ha añadido que «esto supone un desafío que ha dificultado históricamente su captura y estudio y ha dejado muchas incógnitas abiertas, tales como cuántas especies existen en Borneo, cómo y cuándo se originaron y cómo están distribuidas».

Para responder a estas cuestiones el equipo llevó a cabo una serie de expediciones con un gran esfuerzo de muestreo (150 trampas por noche) en distintas montañas de Borneo. Posteriormente, realizaron estudios comparativos a nivel genético y morfológico de este material recolectado con especímenes históricos de distintos museos, como el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, el Museo Lee Kong Chian de Historia Natural de Singapur, el Museo de Zoología Comparativa de Harvard y el Museo de Historia Natural de Berlín.

«Evaluar la diversidad de este género a través de la genética es de gran interés dado que estas musarañas se caracterizan por contener grupos de especies diferenciadas evolutivamente pero que no muestran variación morfológica, lo que hace que pasen fácilmente desapercibidas», ha concluido la investigadora de la Estación Biológica de Doñana, Jennifer Leonard.

El estudio también desvela el patrón opuesto: unas musarañas que viven en el Monte Kinabalu por encima de los 1600m, son casi idénticas genéticamente a otra especie de zonas bajas de la misma montaña, pero tienen una morfología externa divergente. «Presentan adaptaciones al frío de la montaña: son más grandes y con el pelaje más largo. Quizás estemos observando un estadio temprano del proceso de especiación», ha explicado Miguel Camacho, otro de los autores del estudio e investigador también del centro.

El transcurso de cambios climáticos durante los últimos cuatrocientos mil años produjo dramáticos episodios de subidas y bajadas del nivel del mar, conectando y desconectando las actuales islas de esta zona (Borneo, Sumatra y Java, entre otras) entre sí y con el continente.

Tradicionalmente se ha teorizado que estos periodos de conexión y aislamiento entre fragmentos de tierra, y de las poblaciones de seres vivos que habitan en ellos, han actuado como una bomba de especiación, dando lugar a la alta riqueza de especies de esta región. Sinembargo, esta investigación sugiere que todas las especies del estudio se originaron anteriormente, cuando las distintas islas y el continente estaban conectados.

Este resultado indica que, si no existían barreras físicas entre poblaciones, sí que debieron de existir barreras ecológicas tales como bosques secos o herbazales no aptos para la supervivencia de estas musarañas. Tales barreras produjeron el aislamiento entre las poblaciones ancestrales, promoviendo su diferenciación, y la generación de nuevas especies a lo largo de millones de años de evolución.

La investigación también ha confirmado la existencia de varios linajes genéticos en la Península Malaya, Sumatra, Borneo y Célebes que posiblemente representen nuevas especies, pero su descripción formal requerirá ampliar el material comparativo (especímenes) a través de nuevas expediciones.

«Este y otros estudios que estamos llevando a cabo con otros micromamíferos de Borneo sugieren una importante subestimación en la diversidad de especies en esta región. Catalogar esta biodiversidad requerirá nuevas expediciones y financiación para su desarrollo.»ha apuntado Arlo Hinckley.

Por su parte, Miguel Camacho ha añadido que «en el campo de la biodiversidad, el sistema de financiación actual favorece un perfil investigador ‘de oficina’, que publica mucho usando los datos que generan otros y penaliza a los que generan ese conocimiento básico para el desarrollo de este campo, como son los taxónomos y ecólogos que hacen trabajo de campo».

«Conocer la taxonomía de las especies es importante no solo para la correcta identificación de ejemplares (esencial en cualquier estudio de biología) sino también para poder aplicar correctamente medidas de conservación. Son animales difíciles de estudiar. En lasexpediciones de campo era frustrante capturar solamente un individuo tras varios días de trabajo y cientos de trampas/noche de esfuerzo de muestreo. Pero el resultado ha valido la pena», ha subrayado.

Asimismo, el investigador ha destacado que este es el estudio más completo que hay hasta la fecha de musarañas de Borneo, una isla reconocida mundialmente como paradigma de la Biodiversidad y de la que en realidad se conoce muy poco.

«Es inquietante ver sobre el terreno, que bajo la imagen satélite verde de Borneo predominan plantaciones de palma y deforestación, sin ser conscientes de la gran biodiversidad que hemos perdido en las últimas décadas. Esperamos que nuestro estudio aporte un granito más de arena que contribuya a proteger el valor ecológico de esta región», ha concluido.

Así, Arlo Hinckley ha señalado que este estudio también pone en valor la «importancia» de los museos de historia natural en el siglo XXI. «Gracias a los especímenes conservados en museos desde principios del siglo XX y a los avances en el campo de la genética, se ha podido obtener información sobre la historia evolutiva de Crocidura y profundizar en el entendimiento de la biogeografía de la región».