El obispo auxiliar de Madrid y responsable de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española (CEE), José Cobo, ha denunciado la manifestación neonazi que tuvo lugar el pasado sábado en Chueca contra el colectivo LGTBI y las personas migrantes y ha propuesto «detectar las raíces xenófobas» que hay en la sociedad española.
«Detectar los problemas, detectar las raíces xenófobas que hay en nuestra sociedad, detectar dónde está la indiferencia, detectar los discursos fragmentados que hay sobre la realidad de la migración», ha indicado el obispo este martes en una rueda de prensa para presentar la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2021 que este año se celebra el 26 de septiembre bajo el lema ‘Hacia un nosotros cada vez más grande’.
Según ha precisado José Cobo, estas raíces xenófobas no solo se aprecian «a través de manifestaciones» sino que hay también «percepciones y dificultades soterradas» como «la indiferencia o no querer escuchar esta realidad», que son «un obstáculo para el proyecto cristiano».
Por ello, «más que simplemente denunciarlo», que lo hacen, según ha puntualizado, los obispos quieren proponer «otra mirada» hacia la migración y transmitir que «otro mundo es posible».
«Nuestra propuesta va más por la fascinación que simplemente por entrar en la vorágine de violencia social, pretendemos explicar que en cada diócesis, en cada ciudad, hay comunidades que están acogiendo y viviendo otra cosa y que es posible vivirlo así», ha enfatizado.
Con la campaña, los obispos quieren «dejar de hablar de ellos», para referirse a los migrantes, y de «nosotros», para referirse a los autóctonos, y «buscar antes que las diferencias, la dignidad que une» a todos, tal y como ha explicado Cobo.
Por ello, invitan a mirar la migración «no desde de la ideología, ni desde los intereses económicos o relatos fragmentados» sino «desde el sueño de Dios y desde la dignidad humana».
107 AÑOS CELEBRANDO LA JORNADA DEL MIGRANTE
Durante la presentación de la campaña también ha intervenido el director del departamento de Migraciones, Xabier Gómez, quien ha recordado que este será el año 107 en el que la Iglesia celebra la Jornada del Migrante y del Refugiado.
Gómez ha dicho que el mensaje que quieren mandar a las comunidades eclesiales es que hay que trabajar juntos hacia «un nosotros cada vez más grande», frente a los «discursos de hostilidad, a la instrumentalización política de la migración, los bulos, la aporofobia y la xenofobia».
En este sentido, se ha preguntado si estos «no son, sobre todo, fruto del empobrecimiento y precarización de muchas capas de la población» y ha propuesto, como solución, «repensar juntos un modelo económico y de vida más inclusivo que no genere descartes».
En este contexto, Gómez también ha puesto de relieve las iniciativas que ya llevan a cabo las parroquias para integrar y acoger a los migrantes. «La Iglesia no está dormida, sigue activa caminando junto a las personas migradas», ha asegurado.
MUJER, MIGRANTE Y MADRE DE UN NIÑO CON DISCAPACIDAD
Así lo ha corroborado Milagros Tobías, de la parroquia Nuestra Señora del Camino (Madrid), que ha contado cómo fue su proceso migratorio, las dificultades que encontró, ya que tiene un hijo con discapacidad física, y cómo la Iglesia la ayudó a su llegada a España.
«Dicen que las pruebas, cuando llegan, llegan por todos lados, y yo parecía un carro chocado», ha explicado Tobías, de Venezuela, que pasó cinco años de «martirio» en los que no sabía dónde agarrarse, pues tenía que salir adelante ella sola con sus tres hijos, llevar a terapia a su niño con discapacidad y salir a trabajar para poder comer.
«Cuando me decían ‘debes poner las cosas en manos de Dios’, yo decía: ‘¿Cómo es eso? Nadie lo va a hacer si no lo hago yo», ha recordado, al tiempo que también ha lamentado que sintió que su entorno la juzgaba y cuestionaba.
Cuando tuvo que dejar de llevar a su hijo a terapia «porque empezaron a migrar los médicos», se hundió, se tuvo que poner a vender repuestos en la calle y, en ese momento de tanta dificultad decidió dirigirse al Santuario de la Rosa Mística. «Agarré una fuerza muy grande, sentí que la Virgen me abrazó muy fuertemente», ha relatado.
Finalmente, consiguió salir de Venezuela y llegar a España, donde también atravesó una época dura, viviendo de día en la calle con sus hijos hasta la noche, cuando la acogía una amiga en su casa. Así estuvo hasta que llegó a Santa Irene, un lugar «acogedor» con «una camita muy sencilla» donde por fin pudo «descansar», según ha afirmado.
Milagros Tobías ha asegurado que ahora se siente «como cuando una oveja se sale del carril y el buen pastor la trae de nuevo». «Tengo un agradecimiento muy grande para toda la gente de Cáritas, los trabajadores sociales y voluntarios que nos han permitido mejorar poco a poco para poder encauzar nuestras vidas», ha destacado.