Cáritas Madrid ha denunciado este viernes la situación «inhumana» de las familias de la Cañada Real por la falta de luz desde hace un año y la pandemia que «tendrá graves consecuencias» en el proceso formativo, emocional y vital de los 1.211 menores que en el sector VI.
En un comunicado, la organización ha explicado que este barrio se estaba preparando para afrontar la «vuelta a la normalidad», una vez superados los momentos «más duros» de la pandemia, hasta que el pasado 2 de octubre de 2020, la Cañada se apagó.
Cáritas ha asegurado que la pandemia y la falta de electricidad están provocando que sean ya casi dos años en los que muchos chicos «habrán perdido», y que a medio y largo plazo tendrá «graves consecuencias» en sus procesos formativos, emocionales y vitales.
«Tristeza, desesperación, impotencia, sensación de abandono, frustración y, por desgracia, resignación, son algunas de las sensaciones que las familias están experimentando», ha expresado la entidad.
Asimismo, ha recordado que en la situación de confinamiento se evidenciaban las «carencias estructurales» del territorio, sobre todo del sector 6, donde existen zonas con «escasa conectividad», tanto de acceso a Internet como de cobertura de telefonía, por lo que cientos de menores apenas pudieron tener contacto durante meses con su centro educativo.
«La esperanza tiene sus limitaciones y hace ya tiempo que esa ilusión ha desaparecido incluso de la siempre optimista mente de alguien que a duras penas puede cargar con la mochila de un recién estrenado curso en educación primaria», ha lamentado.
«MENOS ESPERANZA»
Cáritas ha reiterado que el miedo, vergüenza, dolor y oscuridad «persiguen» a menores que viven en la Cañada entre capas y capas de mantas para poder dormir, velas para poder estudiar y estufas para poder jugar. Así se lo ha trasladado una joven de 19 años a la organización, que participa desde 2011 en los proyectos de menores en la Cañada Real Galiana.
«Toda mi vida me he sentido diferente al resto de mis amigos y compañeros, los cuales no vivían en la Cañada. Vivir sin luz ha supuesto para mí perder la esperanza de poder tener una vida como el resto de las personas», ha subrayado la joven.