La Unidad Militar de Emergencias (UME) está preparada para permanecer en la isla de La Palma el tiempo que sea necesario para atender las necesidades provocadas por la erupción del volcán de Cumbre Vieja, con la mirada puesta actualmente de forma prioritaria en la calidad del aire y en atajar cualquier conato de incendio forestal.
«Somos corredores de fondo», ha explicado gráficamente el jefe de la UME, el teniente general Luis Martínez Meijide, para garantizar que la unidad está preparada para seguir apoyando el tiempo necesario a las autoridades y servicios de emergencia civiles en Canarias.
Según ha reconocido, un volcán es muy imprevisible y los militares se adaptan diariamente a las necesidades. Y ha recordado que hay volcanes que tienen actividad durante tres o cuatro semanas, otra erupción anterior en la isla duró tres meses e incluso en el siglo XVIII el Timanfaya en Lanzarote estuvo activo durante seis años.
Esta disponibilidad la ha confirmado también la ministra de Defensa, Margarita Robles, durante una videoconferencia mantenida con efectivos de la UME desplazados en La Palma para conocer su labor y la situación en la que se encuentra la ciudadanía.
Los militares tienen actualmente el foco puesto en la medición de la calidad del aire, sobre todo tras la llegada de la lava al mar. El teniente Pablo García Pérez, jefe del subgrupo táctico, ha explicado se han detectado algunos picos puntuales de toxicidad que sin embargo no suponen peligro para la ciudadanía.
Por su parte, el capitán Alberto Pastor, psicólogo, ha relatado su labor con la población afectada por el volcán, sobre todo en apoyo a los ciudadanos que tenían que desalojar sus viviendas y contaban con pocos minutos para recoger lo necesario.
Según ha explicado, la mayoría de afectados sufren sobre todo incertidumbre por su futuro, ya que, a diferencia de lo que sucede en otras catástrofes, en este caso saben que no podrán volver a vivir en el mismo lugar o trabajar allí la agricultura o ganadería.
En cualquier caso, no ha sido necesaria ninguna actuación médica en atención a la ciudadanía, como ha apuntado la teniente Alicia Nicolás de Prado, jefa de los servicios sanitarios de la UME, cuya actuación de momento está también centrada en la evacuación de las viviendas.
EJERCICIO REAL
El despliegue de la UME se ha apoyado en un ejercicio que estaba planificado en detalle para hacer frente a una emergencia de estas características. La unidad realiza anualmente un simulacro de emergencia en algún punto de España en coordinación con el resto de las Fuerzas Armadas y autoridades civiles.
El del año 2020 estaba precisamente previsto en las islas Canarias y centrado en una eventual erupción volcánica, para lo que se desarrolló toda la fase de planificación. Una vez completada la parte teórica faltaba la plasmación del simulacro sobre el terreno, que no pudo llevarse a cabo debido a la pandemia.
Sin embargo, este mes de septiembre esa emergencia se hizo real y el planeamiento previsto como un ejercicio se puso en marcha para hacer frente a la erupción del Cumbre Vieja. De hecho, el 17 de septiembre, dos días antes de la erupción, la UME ya emitió una orden de alerta a sus unidades dados los índices de riesgos que observaba, adelantando las posibles misiones, personal a desplegar y formas de desplazamiento a La Palma.
Ese despliegue se realizó en dos bloques. El inicial fue con los efectivos desplazados permanentemente en Tenerife y Gran Canaria y el segundo mediante capacidades de la Península, ya incluyendo psicólogos, drones o capacidades de detección de riesgos tóxicos.
Actualmente se encuentran en La Palma un total de 187 efectivos de la UME a quienes Robles ha trasladado su apoyo y agradecimiento, a la vez que ha transmitido su solidaridad y apoyo a la población que está sufriendo las consecuencias de la erupción.