El exministro de Transportes sabía que le pagarían los servicios prestados con un buen puesto. Si hay alguien de los defenestrados por el presidente Pedro Sánchez a quien el PSOE temía es a José Luis Ábalos. Su labor como fontanero, tanto en el partido como en el Gobierno, le ha convertido en una caja de secretos que nadie en el Ejecutivo se puede permitir tener en su contra. De ahí las prisas. El exministro se ha hartado de esperar y así se lo ha hecho llegar al gabinete de Sánchez. Ahora, desde Ferraz buscan a toda prisa la forma de recolocarle con un buen sueldo (además del de diputado). La idea temporal que tienen desde el PSOE es colocarle en una comisión del Congreso, pero el ministro quiere más. La relación, por el momento, con el presidente del Gobierno sigue completamente rota y el exsecretario de Organización del PSOE utilizará el cónclave de Valencia para recordarle a Sánchez que sigue ahí y que tiene que pagar las deudas. El papel será discreto, pero bien remunerado.
El exministro de Transportes ha acudido a los medios de comunicación para insistir en que está «dolido con las especulaciones con mala intención y con la miseria. También ha reconocido que no quería salir del Gobierno y que no ha hablado con el presidente del Gobierno desde que salió. Sánchez quiso acabar con él porque Ábalos se había convertido en una amenaza, a ojos del presidente, para su liderazgo. «Sánchez no soporta que nadie le haga sombra», aseguran fuentes del PSOE. «Es un killer», insisten en referencia a la remodelación del Gobierno que tuvo lugar a principios de verano que acabó con Ábalos y con el entonces jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo.
El PSOE sabía que esta deuda volvería a sus puertas. No pueden prescindir de pesos pesados como Ábalos o la exvicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo sin que haya consecuencias. Para el núcleo duro de Sánchez, concederles una simple comisión en el Congreso era más que suficiente, pero no lo es para Ábalos. La tensión que se vive en el Ministerio de Transportes ahora de Raquel Sánchez es prueba de ello. Tal y como ha podido comprobar este medio, los altos cargos de Transportes (que son exactamente los mismos que los que sirvieron a Ábalos en su momento, que a pesar de cesar con el ministro, fueron readmitidos por Raquel Sánchez) viven una tensión elevada dado que piensan que Ábalos les ha cogido la matrícula. Esta sensación también se vive en otras áreas del Gobierno e incluso la Moncloa porque si el exsecretario de Organización quisiera hablar, haría temblar los cimientos del PSOE.
El presidente del Gobierno no quiere ni oír hablar de Ábalos
El presidente del Gobierno no quiere ni oír hablar de Ábalos, pero su entorno le recuerda, según las fuentes, que es necesario tenerle bajo el ala del partido antes de echarle de mala manera. El exministro ha dado un aviso en Onda Cero. Si quiere, puede acudir a los medios y hacer temblar los cimientos socialistas. Nada más decir que no ha hablado con Sánchez desde que éste le cesara de forma inminente ha puesto los pelos de punta en más de un rincón de Ferraz. Y decir que siente el hecho de que algunos especulen con que tiene malas intenciones ha sido interpretado en algún que otro sector del PSOE como una forma de decir justo lo contrario.
La relación entre el presidente del Gobierno y el exministro de Transportes está completamente rota. La de Ábalos y la de prácticamente todos los ministros que acabaron fuera del Ejecutivo en verano a excepción de la exvicepresidenta Calvo. Aún así, el partido tiene la obligación de colocar a las viejas glorias que han salido por la puerta de atrás porque así evitan problemas. Esta labor, hasta no hace mucho, correspondía a Ábalos en calidad de fontanero. Ahora no hay nadie que tenga oficialmente los galones para ejercer de secretario general (real) y pueda contener las posibles fugas de información.
El encuentro en Valencia, la casa de José Luis Ábalos, es clave para que el ministro presione al presidente porque será la primera vez que se encuentren cara a cara. El presiente ha evitado, al igual que el ministro, poner malas caras, pero ha sido suficiente para poner en marcha la maquinaria socialista para recolocar al exministro en algún puesto bien remunerado donde no dé problemas. La idea es, tal y como ocurrió con Pedro Saura, exsecretario de Estado de Transportes, que ha acabado como presidente de Paradores de España, dar un retiro dorado al exsecretario de Organización del PSOE para así acallar los posibles rumores que dañen al partido.
TRANSPORTES TIEMBLA
El PSOE sabe que ha salido de malas maneras uno de sus dirigentes más peligrosos. De hecho, son muchos, especialmente en el Ministerio de Transportes, los que temen las consecuencias que puedan sufrir tras la salida de José Luis Ábalos del Gobierno. De momento, el exministro está en un retiro dorado aderezado con un par de apariciones públicas en la televisión como tertuliano como aderezo, pero en Transportes aún se respira un temor notable por las posibles consecuencias de la salida del ya exsecretario de Organización del PSOE. Ábalos sabe que hay quienes traicionaron su confianza en el ministerio. Algunos ascendieron con su salida, pero el hecho de que la mayoría hayan mantenido su puesto a pesar de que cesaron con el ministro ha disparado las sospechas del entorno del exministro. Pedro Sánchez le cesó sin que Ábalos se lo esperara. Pero el entorno del dirigente socialista sospecha que hubo más de un traidor en su equipo. Y el miedo se respira en el ministerio que ahora rige la socialista Raquel Sánchez.