Laya se revuelve contra Moncloa en el caso Ghali y se niega a ser el chivo expiatorio

Es una «macarra». Así la han definido fuentes del PSOE. La exministra de Exteriores Arancha González Laya no está dispuesto a que el Gobierno le eche las culpas del caso Ghali y ha lanzado la pelota a sus superiores. Según la exministra socialista, «se decidió» que el líder militar del Frente Polisario tuviera permiso para entrar en España por razones «humanitarias». Sin embargo, en Moncloa no ha gustado nada esas fórmulas que ha utilizado la entonces ministra de Exteriores para lavarse las manos en el caso Brahim Ghali. Se ha acogido a la Ley de Secretos Oficiales para no responder, pero sí que ha deslizado de forma discreta que la decisión no se tomó en singular y ha dejado entrever que había más gente implicada. Estas fórmulas elegidas por Laya no han gustado nada en Moncloa y han irritado al Gobierno dado que deja entender que la decisión de acoger al líder militar fue conjunta del Gobierno, por mucho que se niegue a declarar.

Los cargos intermedios de Laya lo dejan claro. Su jefe de gabinete ha dicho que la decisión de meter a Ghali por la puerta de atrás, sin pedirle pasaporte ni nada por el estilo, vino de arriba. Laya no ha señalado quién tomó la decisión porque se ha acogido a la Ley de Secretos, pero otros altos cargos de Exteriores han dejado claro que dudan sobre la idea inicial que pretende imponerse desde el Gobierno de que Laya fuera la única responsable de la entrada del líder militar del Frente Polisario, que acabó en Logroño. Esta chapuza diplomática que desembocó en una crisis migratoria en Ceuta sigue sin tener responsables, pero las fórmulas elegidas por Arancha Gonzalez Laya para responder al magistrado encargado del caso no han gustado nada en Moncloa porque deja entender que hubo un «superior» de Laya que autorizó la entrada de Ghali.

Los más fervientes opositores de Pedro Sánchez señalan directamente al presidente del Gobierno. Otros especulan con que José Luis Ábalos, entonces secretario de Organización del partido, estuvo detrás de esta decisión. Pero todos dudan si Laya quiere dejar entender que hubo un pequeño Consejo de Ministros para autorizar la entrada de Brahim. Lo que deja claro la ministra, o al menos lo que interpretan quienes han estado en su comparecencia, es que ella no fue la última responsable de la entrada de este polémico personaje en España. «Se decidió» y una batería de respuestas similares indican que hubo más responsables que la propia Laya.

En un primer momento, la lectura al acogerse a esta Ley para no responder fue que Laya quería proteger al Gobierno y asumir su papel de chivo expiatorio. Hay quien asegura en el PSOE que pese a la actitud de Laya (y ese toque «chapucero» a la hora de gestionar Exteriores), la socialista no fue quien tomó la decisión unilateralmente de acoger a Ghali en La Rioja. La idea inicial de quienes sostienen esta versión es que Moncloa quería que el fuego se cortara con Laya. El cese de la ministra en su momento tuvo mucho que ver con su gestión con el asunto de Brahim y la posterior respuesta marroquí contra las fronteras españolas facilitando que una oleada de migrantes sin papeles «invadiera» la ciudad autónoma.

Esta versión sostiene que Laya fue cesada como cortafuegos. El presidente del Gobierno sabría que habría consecuencias por haber acogido a Ghali de ese modo y quiso evitar que la gangrena política alcanzara a la Moncloa. El problema es que Laya no ha optado por esa fórmula. Ni por esa, ni por la de acusar directamente al Gobierno de haber sido ellos quienes tomaron la decisión de acoger al líder del Frente Polisario. La socialista ha optado por una fórmula intermedia que deja entender que ella no fue quien tomó en exclusiva la decisión de acoger a Ghali.

Esta fórmula intermedia irrita considerablemente al Gobierno porque echa balones fuera y sobretodo incita al juez a sentar en el banquillo a más gente además de a la propia ministra. Hasta los asesores de Laya no se han querido morder la lengua y han deslizado que la decisión vino de más arriba. Pero nadie se ha atrevido a delatar ningún nombre en concreto. Ni el de Sánchez, ni el de Ábalos ni el de ningún otro.

El acoger a Ghali fue una decisión de Gobierno

Al mismo tiempo, la ministra se ha quedado a gusto dejando claro que no fue una decisión personal ni una inquietud suya. El acoger a Ghali fue una decisión de Gobierno. Oficial. El mero hecho de que citaran a declarar a la exministra de Exteriores encendió todas las alarmas en el Gobierno y en especial en la Moncloa porque sabían que esto podía salpicar al mismísimo presidente del Ejecutivo. Aún así, la idea de cesarla previamente durante la remodelación del Gobierno salvó el primer obstáculo dado que la imputación no salpicó directamente a un miembro del Consejo de Ministros. Sin embargo, el miedo a que Laya hablara sí que se extendió como la pólvora y una vez visitado el banquillo no hay muchos que estén satisfechos con las palabras y las fórmulas escogidas por la ministra.

La tormenta no irá a más. Laya no quiere un enfrentamiento directo con Sánchez porque sabe que tiene las de perder. Sin embargo, su propio carácter, dicen las fuentes, le impide dar la cara por el presidente del Gobierno y ha optado por una fórmula que no contenta a nadie en la que no contesta, pero en la que deja claro que ella sola no fue la única responsable del caso Ghali. Hubo más implicados y la ministra ha dejado ver de forma implícita que tenían más rango que ella. Y, ¿quién tiene más rango que una ministra?, se ha preguntado más de uno con clara intención de señalar al presidente del Gobierno. Pero sea como sea, la Ley de Secretos está del lado de la exministra de Exteriores y no tendrá que posicionarse sobre lo ocurrido. Seguirá hablando en genérico y asegurará hasta la saciedad que todo se hizo como se debía y que la decisión «se tomó» de la forma más adecuada.