El entorno de Ábalos señala a Pedro Saura como el «traidor» que ayudó a su cese

El Ministerio de Transportes sigue viviendo una tensión sin precedentes. Todos los altos cargos que dependían del entonces ministro José Luis Ábalos saben que el hecho de seguir con su puesto de trabajo después de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cesara a Ábalos es cuanto menos sospechoso. Todos lo comentan. Incluidos los que se han quedado. Pero el gran señalado precisamente es el que se ha ido a uno de los destinos más codiciados por los políticos: la presidencia de Paradores. Pedro Saura, quien fue el secretario de Estado de Transportes de José Luis Ábalos, se ha ido a un retiro dorado premiado por el mismo presidente que cesó a Ábalos. Y el entorno del ministro tiene claro que Saura colaboró estrechamente con Sánchez para urdir un despido que no se esperaba nadie.

Es sospechoso que todos los cargos de confianza fichados por el ministro se mantengan en su puesto una vez Ábalos fue cesado. Ellos mismos han iniciado una caza de brujas interna en forma de rumores y cotilleos que busca culpables. ¿Por qué todos se quedaron y fueron recontratados cuando cesaron al mismo tiempo que el ministro? Esta fue una orden de Sánchez. Moncloa no quería que hubiera bloques contrarios al Gobierno. Y menos cuando se trata de trabajadores de uno de los ministerios de Estado más importantes; por no hablar de que Ábalos estuvo envuelto en varias polémicas que pueden afectar al propio presidente del Ejecutivo. Sánchez optó por volver a contratar a todos y así fue la orden que le dio a Raquel Sánchez, una ministra que no ha tenido capacidad ninguna en montar su equipo.

Pero pese a que Moncloa buscara aislar el cese de Ábalos, así como separar al propio ministro de su núcleo de confianza manteniendo en su puesto de trabajo a todos los cargos que nombró el ministro, en las entrañas del ministerio se buscan traidores. Lo que todos tienen claro es que Saura maniobró a espaldas del ministro para acabar de una vez con todas con Ábalos. Sánchez lo quería fuera por dos razones principalmente. La primera, porque había estado envuelto en muchos asuntos polémicos. Y la segunda porque quería descabezar el poder del partido acabando con la carrera del secretario de Organización del PSOE.

El premio de Saura fue un destino que le cuesta a las arcas públicas nada menos que 180.000 euros anuales porque vaya a comer y a algunos hoteles. El puesto de presidente de Paradores es un lujo que solo está al alcance de quienes hacen un buen servicio al presidente del Gobierno. Y acabar sin fugas ni reproches públicos con el ministro que más poder tiene dentro del partido y con uno de los socialistas que más trapos sucios conoce del Gobierno es un trabajo que bien merece ganar los 180.000 euros al año. Y esto es lo que tiene meridianamente claro cada uno de los trabajadores del Ministerio de Transportes y el propio ministro, según fuentes consultadas.

Saura no ha hecho más apariciones ni ha tenido trato alguno con el ministro desde que salió de Transportes. Ábalos se ha convertido en un apestado en el PSOE pese a que todavía tiene aliados dentro del ministerio que hablan positivamente de su gestión y de su trato. El miedo de Moncloa era el tener un bloque de trabajadores cesados que conocen intrahistorias del partido que quisiera hablar y maniobrar para erosionar los cimientos que sostienen la imagen de Sánchez. Pero que haya un par de rezagados que se mantengan leales al ministro no preocupa en Moncloa. De hecho, para el equipo de Sánchez la herida está cauterizada y controlada. No temen que se infecte dado que Ábalos quiere un buen puesto de trabajo como compensación por lo que ha hecho y por lo que sabe.

pedro saura

El ministro utilizará el congreso de Valencia será el escenario que emplee el exministro para presionar a los suyos. Para Ábalos, le deben un buen puesto. Quizá no tan bueno como el de Saura dado que el presidente del Ejecutivo quiere al extitular de Transportes fuera. Pero sí que espera que se le recompense. Sánchez no prevé tener trato directo con Ábalos, pero el valenciano, que juega en casa, esperará presionar con su mera presencia para que el líder socialista sepa que aún tiene una deuda pendiente que pagar.

Entretanto, la vida en Transportes sigue igual. Raquel Sánchez es la única ministra de la historia que no ha podido elegir prácticamente ni un solo cargo de confianza. Le ha venido impuesto hasta el director de comunicación, un mal augurio, dado que cuando Ábalos estaba en el poder protagonizó en los medios todo tipo de aventuras y filtraciones que su dircom no fue capaz de controlar. Pero lo cierto es que los rumores sobre quién traicionó al ministro siguen muy a la orden del día en el ministerio. Tanto, que la caza de brujas aún busca más traidores, más culpables. Nadie se explica que el ministro cesara y que todo su equipo de confianza no. El que sí se ha ido es Koldo, su guardaespaldas leal y portador de sobres, pero los demás siguen todos donde Ábalos les colocó. Al servicio, ahora, de una Sánchez que ni les conoce.