El tiempo libre educativo mejora la gestión emocional de la pandemia en jóvenes

El tiempo libre educativo ha tenido «un papel clave» y ha mejorado la gestión emocional que los adolescentes y jóvenes han hecho de la pandemia, según un estudio que dibuja por primera vez un mapa del ocio educativo en España y que ha detectado al menos 1.259 entidades.

El informe ‘El tiempo libre educativo en España: un impulso para la promoción de la infancia y la juventud’ es un encargo de la Federación de Entidades Cristianas de Ocio Didania y la Fundación Promesa, y se ha presentado este viernes en la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés de Barcelona, responsable del estudio y vinculada a la Universitat Ramon Llull (URL).

El estudio enumera los beneficios y aportaciones del tiempo libre educativo en el desarrollo y aprendizajes en cuatro ejes: la construcción de identidad y personalidad de niños y adolescentes, la participación social y ciudadana, las competencias académicas y de empleabilidad, y la cohesión social.

Estas líneas de trabajo se han relacionado con 6 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, entre ellos la igualdad de género, la reducción de las desigualdades y la educación de calidad.

El director de la Fundación Promesa, Jesús Poudereux, ha afirmado que la presentación del estudio este viernes es el «pistoletazo de salida del siguiente escalón» de su estrategia, que es comunicarlo a todas las partes implicadas, porque ha considerado que todo aquello que ni se conoce ni se ve no existe.

AFECTACIÓN POR LA PANDEMIA

Las principales dificultades de las entidades durante la pandemia han sido la adaptación al formato virtual; la falta de recursos a la hora de recuperar la presencialidad; y también mantener el contacto, sobre todo con los niños más pequeños, por lo que algunas entidades optaron por incrementar sus actividades superado el confinamiento para llegar al mismo número de participantes.

Algunos de los aprendizajes por parte de las entidades, recogidos en el estudio a raíz de la pandemia, han sido la superación de la brecha digital con recursos tecnológicos, «muy beneficiosos si se les da un buen uso», y una alta capacidad de adaptación de las entidades.

Al mismo tiempo, se ha evidenciado la necesidad de formar a los profesionales para mejorar la gestión de los temas psicológicos y la salud emocional, o de ofrecer ayudas económicas a las familias para garantizar la equidad.

MENOS FRACASO ESCOLAR Y MÁS EMPLEABILIDAD

Sobre las aportaciones del ocio educativo, la investigadora Eva Palasí ha destacado la «calidad de las relaciones que se generan en este tipo de programas»: el grupo comparte experiencias y retos que generan lazos y vínculos estrechos que estimulan, entre otros, la autoestima, los hábitos saludables, la capacidad crítica y la tolerancia de los participantes.

También ha explicado que, según el estudio, el ocio educativo fomenta la reducción del fracaso escolar y también mejora la empleabilidad de los participantes porque adquieren competencias como el trabajo en equipo; además, compensan el posibles déficit en un ámbito familiar o escolar.

En cuanto a los beneficios sociales, Palasí ha destacado que el ocio educativo plantea la diversidad como «fuente de creatividad y no de conflicto», a la vez que fomenta dinámicas de intercambio y cooperación en ambientes de diversidad comunitaria.

El equipo de investigadores ha planteado 12 retos de cara al futuro del sector, entre ellos garantizar la equidad en el acceso al ocio educativo e implicar a las entidades del sector público y privado para mejorar las condiciones laborales de los profesionales.

ALCANCE MUNICIPAL Y VOLUNTARIADO

Sobre la actividad del ocio educativo en España, «una amplia mayoría» –superior al 88% de las entidades encuestadas– tiene un alcance municipal, el 40% de ellas cuenta con más de 150 participantes, un 74,2% no dispone de personas asalariadas y, además, más del 39% cuenta con al menos entre 11 y 25 voluntarios.

Estas conclusiones se han extraído de una encuesta realizada a 271 entidades sin ánimo de lucro, de las 1.259 identificadas, además de cuatro grupos focales de estudio.