El geólogo de ‘Meteored’, Lorenzo Pasqualini, ha afirmado este miércoles que la idea de bombardear la lava del volcán de Cumbre Vieja, en La Palma –que ha esbozado el presidente del Cabildo de La Gomera, Casimiro Curbelo, en una tertulia aunque después ha matizado–, «no es nueva» y ya se utilizó en las erupciones del Etna, en Sicilia, en 1983 y a comienzos de los años noventa.
Así, relata que se utilizó esta técnica cuando la lava amenazó algunos centros habitados situados en las laderas del volcán.
Sin embargo, los explosivos no se lanzaron desde aviones militares, fueron colocados desde tierra de forma precisa para modificar la morfología del terreno y desviar la lava, después de una atenta planificación.
No obstante, Pasqualini apunta que el entorno del Etna «es muy distinto» al de Cumbre Vieja y los pueblos italianos están situados a una distancia bastante mayor de las bocas eruptivas.
Además, «es importante la diferencia de desnivel, en el Etna hay mucho recorrido, tanto en longitud como en altura, antes de que la lava alcance los centros habitados».
Los explosivos para cambiar la dirección de la lava, que amenazaba dos centros habitados, se utilizaron por primera vez en el volcán siciliano en 1983 y se considera la primera intervención de este tipo en Europa.
Programada por volcanólogos italianos apoyados por expertos en explosivos originarios de Suecia, esta acción encontró muchas críticas, tanto por parte de otros vulcanólogos como de ambientalistas.
RESULTADOS «INSUFICIENTES»
Incluso, sus resultados fueron considerados «insuficientes» por una parte importante de expertos, aunque hay un debate abierto sobre este tema, señalan desde Meteored.
Con esta explosión se obligó la lava a fluir en un canal preparado previamente por el Ejército y la preparación se topó también con varios problemas técnicos, entre los cuales destaca la colocación de material explosivo en una zona muy caliente.
Diez años más tarde, en la erupción de 1991-1993, los explosivos volvieron a ser utilizados.
Inicialmente se intentó modificar la colada lávica –que amenazaba el pueblo de Zafferana– construyendo diques y lanzando bloques de hormigón desde los helicópteros.
Al final, en el mes de mayo de 1992, los explosivos volvieron a ser utilizados (7.000 kilos) para obligar a la lava a entrar en un nuevo canal previamente preparado.