El presente baila al ritmo del pasado bajo la luz de Storaro en ‘El rey de todo el mundo’

Pasado y presente, realidad y ficción, teatro, danza y cine se diluyen y entremezclan en el último trabajo de Carlos Saura, ‘El rey de todo el mundo’, que se ha presentado en la 66 Semana Internacional de Cine de Valladolid como una oda a la música y la historia mexicanas.

«La música mexicana me gusta de toda la vida y estoy acostumbrado a ella desde hace mucho», ha reconocido el director este viernes en rueda de prensa, a la que asistido acompañado de su amigo y director de fotografía, Vittorio Storaro.

«Vittorio, para mí, aparte de que le odio personalmente –ha bromeado– es una de las personas con las que mejor he trabajo, con la que me he sentido más cómodo y una de las más amigables», ha concedido Saura.

Por su parte, Storaro, que recibirá la Espiga de Honor del festival como «un estímulo para seguir mejorando», ha hecho un repaso de una carrera que hoy desemboca en ‘El rey de todo el mundo’: «Mi producción se ha articulado en cuatro momentos fundamentales: entender la luz, al principio, con Bertolucci; luego, la necesidad de dar emoción y color, con Francis Ford Coppola; aprender a moldear la vida con Warren Beatty y el estímulo de dar forma a la vida de la mano de Saura».

Storaro, que ya había colaborado con Saura en trabajos como ‘Flamenco’ (1995), ha señalado que esta vez ha supuesto «una novedad» porque el director no le ha relatado la película, sino que le ha mostrado una serie de dibujos con los que le ha ido narrando la historia.

«En ‘El rey de todo el mundo’ hemos aprovechado la música desde los tiempos de los aztecas hasta hoy y la luz ha podido moldearse a través del baile y el canto, porque todo es un progreso continuo», ha indicado Storaro, quien ha definido el cine como «la evolución de la música y la palabra». «Hesíodo ya decía que el teatro es la evolución de las nueve artes que manifiestan las musas pero el cine podría ser la décima porque las reúne a todas», ha señalado a colación de la consideración de Saura de que «el cine es el arte total».

«Desde el principio he tratado de hacer lo que me gustaba a mí y pensaba que si a mí me gustaba, les iba a gustar a muchas personas», ha aseverado Carlos Saura, antes de matizar que «no ha sido siempre así» y de recordar con sorna que un crítico cuyo nombre no recuerda le espetó, tras el estreno de ‘La caza’: «Vaya mierda de película has hecho».

Pero Saura, que sigue «trabajando y dándole vueltas a la cabeza», ha invitado a «encender la luz y mirar» hacia dentro de uno mismo. «Estoy satisfecho porque creo que, de alguna forma, he cumplido», ha afirmado, previa mención a sus siete hijos y sus casi 50 películas.

En la última de ellas, ‘El rey de todo el mundo’, Saura se ha rodeado de un elenco de bailarines a los que ha agradecido su «esfuerzo» y entre los que ha destacado a sus protagonistas, Greta Elizondo, que interpreta a Inés, e Isaac Hernández, quien da vida a Diego.

En un universo regido por el baile y la danza, Saura crea una matrioska de ficciones dentro de ficciones en la que acaban por borrarse los límites entre realidad y artificio. Una de esas capas es la preparación de un musical que se articula en torno un accidente de coche en el que una bailarina queda inválida; otra, el proceso de casting de los bailarines a la que, a su vez, se superpone el drama familiar de la protagonista, quien introduce en escena el México más sórdido. Todo ello, permeado con un repaso a la historia mexicana a través de su arte, su música y su baile.