El diputado del PP Guillermo Mariscal considera que la sociedad civil, las organizaciones y los parlamentarios que no forman parte de los gobiernos deben disponer de un mayor espacio para la participación y la interlocución para hacer llegar a los negociadores sus propuestas, por lo que cree que debe mejorar la gobernanza de las cumbres de la ONU con el fin de dar «más peso» a estos interlocutores.
Mariscal que forma parte de la delegación de representantes parlamentarios españoles que ha participado en la XXVI Conferencia de las Partes de la Convención marco de Cambio Climático de la ONU (COP26) que se celebra en Glasgow (Reino Unido) confía en que aún quede espacio para cerrar un buen acuerdo.
En declaraciones Mariscal ve «muy acertada» la postura del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en el sentido de que se debe evitar establecer un sistema que facilite una doble contabilidad tanto en la financiación climática como en los compromisos de reducción de emisiones de CO2. Por eso, considera necesaria la creación de un organismo o ente de verificación en el que también puedan incorporarse los esfuerzos de las compañías privadas.
En cuanto al papel de España, el diputado popular cree que dadas las dificultades que va a tener el país «en el corto plazo» a consecuencia del cambio climático, debería centrarse «mucho más en adaptación», dado que tiene dos archipiélagos, frontera con Marruecos lo que aumenta las dificultades migratorias y una situación geográfica que agudiza los efectos del cambio climático.
Pese a que la última versión del borrador de acuerdo de la COP26 es más ligero respecto al compromiso final, Mariscal opina que es preciso mirar el proceso climático «desde el principio» para valorar los avances logrados.
«Las cumbres no son disruptivas. Hay que ver el proceso desde el inicio. La negociación, cumbre a cumbre da pasos en la dirección correcta. De la forma que fuere, poco a poco todos los países van entrando en el acuerdo general de que tenemos que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero», ha manifestado.
De ese modo, estima que el proceso es «adecuado» ya que conviene ser «ambicioso pero realista» puesto que hay que tener en cuenta que la adaptación no puede ser disruptiva para evitar que haya perdedores, sobre todo los países en desarrollo.
En este momento, lamenta que la disputa en la COP26 está en lograr que el objetivo de 1.5ºC de límite de calentamiento global a final de siglo sea «invariable» y evitar puertas abiertas a la doble contabilidad. Si bien, confía en que las partes se «pondrán las pilas» en estas horas en los flecos que quedan por resolver en materia de financiación.
Una vez termine la COP26 apuesta por que en España se abra a un mayor debate sobre los planes de adaptación al cambio climático porque los efectos «son evidentes» y «no hay quien se los replantee».
De hecho, ve también una voluntad de colaboración por parte de las empresas, más allá del ‘greenwashing’, ya que quieren adaptarse pero deben contar con ayuda para que esto se produzca. «No hay que despreciar la aportación de la movilización privada a la lucha contra el cambio climático ante la necesidad un esfuerzo entre todos por delante como nunca antes en la historia», opina.
En esa ‘ayuda’ se refiere a que los gobiernos deben procurar los cauces para que las empresas cambien sus procesos, por ejemplo en el sector de la aviación, lo que requiere colaboración y tiempo para que todos los sectores se descarbonicen.
Como reflexión para futuras Cumbres, Mariscal pide que España tenga un espacio físico propio o un pabellón en las COP dado el peso y relevancia de España y el compromiso de todos los actores del país. Así, ve que la lucha contra el cambio climático es espacio para el acuerdo entre las fuerzas políticas, la sociedad civil y el sector empresarial en España, algo que califica de muy positivo.
Respecto al debate surgido esta semana en la COP26 respecto al gas natural y la energía nuclear, el diputado popular cree que en estos momentos se está produciendo una introversión en la que los países están defendiendo lo que más le conviene a su propio mix energético y, de ahí, las fricciones surgidas entre la postura de Alemania y Francia.
En ese sentido, «todo» lo que signifique reducir la dependencia exterior debería ser «bien visto» por los países de la Unión Europea «visto que la energía se está convirtiendo en un arma política internacional». Así, propone que España juegue del lado de quienes tienen una situación «más parecida» en materia energética que, en este caso sería Francia más que Alemania.