El número dos de la delegación de la Santa Sede presente en la COP 26 de Glasgow (Escocia), el nuncio de la Santa Sede en Gran Bretaña, Claudio Gugerotti, ha expresado su preocupación ante la posibilidad de que los «intereses económicos» acaben por condicionar los resultados de la COP26 por lo que ha pedido «políticas honestas» para luchar contra el cambio climático.
«Los intereses económicos parecen condicionar algunas de las negociaciones en cursos. Como es lógico, los aspectos de la economía y del trabajo, especialmente en una fase de transición hacia una dimensión más atenta con el ambiente tienen una gran importancia, pero el cuidado de la casa común debería centrar mayormente las decisiones, que, además, deberían ser evaluadas con una visión más atenta y a largo plazo», ha destacado Gugerotti en una entrevista a pocas horas de que se cierre la cumbre.
A su juicio, en este momento los resultados son «inciertos» porque las negociaciones siguen «su curso» y no ha descartado que se alarguen más tiempo del previsto como sucedió en la COP 21 de París en 2015 en la que «solo en el último minuto se selló el acuerdo». Si bien ha reconocido que los países presentes en Glasgow han anunciado «muchas acciones que pueden ayudar y que sin duda deben ser apreciadas, valoradas y compartidas», también ha incidido que es urgente hacer más, «en una perspectiva global, para lograr el objetivo general de mantener el calentamiento global en 1,5 °C». Por ello, ha destacado que es necesaria «una política honesta de amplia visión, consciente de que el tiempo se está terminando».
Gugerotti ha valorado que todos los países presentes en la COP 26 «comparten la gravedad de la situación y la urgencia» de actuar juntos y pronto, pero ha señalado que hay algunos aspectos técnicos «como el artículo 6 del Acuerdo de París» que están ralentizando los debates. «Se trata de los mecanismos de mercado integrados y equilibrados con el objetivo de dar asistencia a todas las partes, a través de la cooperación internacional, para que sean respetadas las contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN)», ha señalado. En la práctica son los compromisos climáticos presentados por los distintos Gobiernos para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, incluido el de limitar el aumento de la temperatura global a 2ºC, tratando de reducirlo a 1,5 ºC para finales de siglo.
Para Gugerotti, es un tema «difícil» por lo que es «necesario» encontrar «líneas-guía precisas» capaces de regularlos de manera «equitativa y eficaz». Del mismo modo, ha reconocido que todavía existen muchas «discrepancias» entre los países y que son necesarios CDN «más ambiciosos».
MUCHO POR HACER POR LA JUSTICIA CLIMÁTICA
En definitiva, a su juicio, todavía queda «mucho por hacer» para obtener un «resultado sólido y justo». «Los Estados no han hecho lo suficiente para promover la llamada justicia climática. Es necesario un mayor compromiso para asegurarse de que el calentamiento global permanezca por debajo de los 1,5 grados y que nadie se quede atrás. Es obvio que los países pobres necesitan más asistencia y ayuda; mucho más de lo que se ha prometido hasta ahora. El camino es complejo», ha resumido.
Por otro lado, considera que han surgido ciertas «fallas» en el campo de la mitigación, la adaptación y la financiación. «Los recursos puestos a disposición para estos tres aspectos son insuficientes», ha asegurado. Por ello, ha instado a adoptar una hoja de ruta clara capaz de «colmar esos vacíos» en la que los países desarrollados den «ejemplo», al tiempo que ha hecho hincapié en la responsabilidad y la indemnización que tienen los países ricos por las «pérdidas y daños» que sufren estos territorios. «Son muchos los países que sufren el gran impacto que el cambio climático ha tenido en ellos, perjudicando su capacidad de supervivencia», ha afirmado.
100.000 MILLONES AL AÑO PARA LOS PAÍSES POBRES
A este respecto, se ha referido al fondo de 100.000 millones de dólares al año para la financiación climática de los países en desarrollo, cuya puesta en práctica se acordó sin éxito para 2020 y que se ha perfilado como uno de los mayores puntos de fricción de esta cumbre. «Esperamos que pronto pueda ser puesto a disposición de los países con más necesidades para afrontar estas dificultades. En este reto global, la solidaridad, cuyo reflejo está en la cooperación internacional, es la brújula que hay que seguir», ha remarcado.
Asimismo, ha abogado por una sinergia que aúne la fuerza de los distintos actores, no solo la de los estados, sino que también implique a «la sociedad civil», la «comunidad científica», el «mundo empresarial», la «tradición religiosa» y «los jóvenes», cuyo «significativo ejemplo» está empujando para tomárselo en serio.