Un equipo de investigadores del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados Imedea (UIB-CSIC), el Instituto Español de Oceanografía (IEO) y la Universitat de les Illes Balears (UIB) ha publicado un ensayo en el que exponen evidencias empíricas para demostrar que el crecimiento económico ilimitado es el principal impulsor de la pérdida de biodiversidad.
Según ha informado el Imedea este martes en una nota de prensa, en este nuevo trabajo los investigadores proponen medidas de decrecimiento y analizan las «contradicciones sobre las cuales se construye la agenda política para la conservación de la biodiversidad».
El primer autor del trabajo, Joan Moranta (IEO), ha señalado que «el crecimiento económico ilimitado, necesario para sostener las sociedades capitalistas actuales, requiere un consumo continuo -y cada vez mayor- de materiales y energía» y ello ha transformado profundamente una parte importante del planeta.
«La expansión de la agricultura intensiva, la silvicultura, la pesca, la acuicultura, la industria, la urbanización y el transporte motorizado son solo algunas de las actividades económicas que están alterando los ecosistemas terrestres, acuícolas y marinos, lo que ha derivado, entre otros, en la pandemia de la COVID-19», ha añadido Moranta.
Los investigadores rechazan así la posibilidad de disociar el crecimiento de la degradación ambiental y la pérdida de diversidad, una idea en la que se basa la economía verde, y concluyen que el capitalismo no es compatible con la protección de la biodiversidad.
En este sentido, sus conclusiones apuntan a que «los programas actuales de conservación orientados al crecimiento son altamente ineficaces, puesto que el crecimiento se encuentra en la raíz del colapso biológico».
Por ello, apuestan por una estrategia global de decrecimiento sostenible, encaminada a reducir el deterioro de la base de recursos planetarios promoviendo actividades socialmente responsables y respetuosas con el medio ambiente, eliminando o reduciendo las perjudiciales y fomentando nuevos objetivos de prosperidad sostenible sin crecimiento.
«Desarrollar una transición energética justa, disminuir la generación de residuos mediante el rediseño de los procesos de producción para facilitar la reutilización y el reciclaje de los componentes de los productos, prohibir la obsolescencia programada, promocionar la agroecología o promover los servicios de cuidado, salud y educación son solo algunas de las muchas actividades que podrían promoverse bajo una estrategia global de decrecimiento sostenible», ha indicado Joan Moranta.