El efecto Mireia Borrás se desinfla. O al menos es lo que deslizan fuentes de Vox. En el partido de extrema derecha hay representantes que se muestran molestos con la diputada porque consideran que lleva meses buscando la forma de crecer dentro del partido «a toda costa». Estos comentarios contrastan con la opinión que tienen otros parlamentarios de la formación conservadora que consideran que Borrás tiene mucho potencial (o al menos que lo tenía). Sea como sea, lo cierto es que desde que el presidente de la formación, Santiago Abascal, se propuso enterrarla a nivel mediático, Borrás ha desaparecido del panorama público empujada por la negativa de la maquinaria de Vox a dar voz y a potenciar el efecto Borrás. Ya prevén mandar a Macarena Olona, la otra peso pesado del partido, como candidata a Andalucía. Con Borrás directamente no se plantean nada más que dejarla en un puesto medio de las listas.
Ni siquiera los community manager de Vox han recibido órdenes de hacerse eco del trabajo de Mireia Borrás. Esta diputada que dio protagonismo al partido tras las elecciones ha desaparecido casi por completo. Abascal y los «aristogatos» han tenido mucho que ver con esta bomba de humo que ha ocultado la estela de Borrás, pero también el hecho de que desde el partido opinen que Mireia se ha rebelado contra la maquinaria del partido y ha intentado crecer por su cuenta siguiendo del ejemplo de Macarena Olona. Durante los meses más duros de la pandemia, Borrás destacó a nivel político en varias ocasiones por sus intervenciones públicas. Pero poco después Abascal tomó la decisión de no darle más popularidad a su diputada por miedo a que eclipsara a los «aristogatos» del partido.
Con el paso del tiempo, Borrás se ha buscado hueco donde ha podido. Entrar en el debate energético fue otro filón que la diputada supo aprovechar incluso desde Twitter. Pero el no contar con el apoyo del partido para darle voz la llevó a la irrelevancia mediática. Ni mesas redondas, ni entrevistas, ni apariciones televisivas. Vox ha enterrado y relegado a Mireia Borrás al nivel de otros diputados nada conocidos porque el aparato del partido tiene claro quiénes tienen que destacar por encima del resto. Sin embargo, los últimos comentarios sobre Mireia en Vox apuntan a que se ha generado cierto malestar en la formación de extrema derecha por la «permanente» insistencia de Borrás por crecer y contar con más focos en el partido.
No es nada personal. O al menos desde Vox las fuentes aseguran que se trata de una cuestión de galones. Macarena Olona fue un fenómeno que se escapó del control de los «aristogatos» y aún así han tenido la templanza desde la cúpula de la formación de sopesar mandarla a Andalucía para alejarla de un Abascal metido en formol a la espera de que se celebren las elecciones. El miedo al desgaste en Vox es notable y crece por momentos, razón que ha llevado a la cúpula del partido a dar más protagonismo a Iván Espinosa de los Monteros o a la propia Olona para evitar patinazos del líder. Pero al igual que se celebra esta guerra de protagonismos en las altas instancias del partido, también se celebra en las capas medias de Vox, motivo por el que Borrás ha desaparecido del debate político público.
de momento no parece que Vox tenga la más mínima intención de darle protagonismo
Borrás es consciente de que la han «enterrado» en el partido y de que no quieren darle el más mínimo protagonismo, razón por la que ella se esfuerza en incluso dar clases particulares para hablar mejor en público. La parlamentaria confía plenamente en su capacidad política y quiere seguir intentándolo a ver si así le cae alguna candidatura, aunque sea la de algún municipio con cierta relevancia. Pero de momento no parece que Vox tenga la más mínima intención de darle protagonismo. Y menos cuando empieza a deslizarse por fuera de la formación el malestar que hay en Vox con Borrás y su «permanente» pretensión a crecer a toda costa dentro del partido.
ABASCAL, EN FORMOL
El formol es un líquido que mantiene intactos los tejidos orgánicos, inmunes al paso del tiempo. Este es que el que, metafóricamente, ha utilizado Vox para conservar a Abascal hasta las elecciones sin que sufra el más mínimo desgaste. Abascal ahora mismo es como uno de esos juguetes de coleccionistas que pierden valor si los sacas de la caja. Vox no quiere jugársela a dejar a su líder y presidente fuera, expuesto a los mitines y a las discusiones políticas, para arriesgarse a que le juegue una mala pasada electoral. En este contexto, el partido de extrema derecha se ha vuelto extremadamente (valga la redundancia) celoso de su discurso público y de cómo se muestra al público.
Abascal no sale. Pero tampoco los demás. Si desde Vox creen que un patinazo de Abascal puede suponer un problema para sus pretensiones electorales, ¿qué no piensan de segundas y terceras espadas como Borrás? Esa misma prohibición que tiene el propio Abascal (por voluntad propia) de salir en público a vender su programa la tienen todos los parlamentarios de Vox. Nadie, a excepción de un par de «aristogatos», pueden hablar en público sin que haya repercusiones internas. Y si encima tienen el San Benito de «trepa» como es el caso de Borrás y como la califican algunas voces autorizadas dentro de la formación, con más motivo.