La RAC advierte del «déficit estructural» que tiene España en inversión en ciencia

La Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España (RAC) ha advertido este miércoles de que España mantiene un «déficit estructural de inversión en ciencia y tecnología», ámbitos de actividad que, según el RAC, ayudan a soportar mejor las fluctuaciones del mercado, y pide más recursos para los científicos.

Así lo ha constatado la Real Academia en su ‘Declaración sobre la financiación y gestión de la investigación científica en España en 2021’, documento que ha presentado este miércoles y que supone una continuación de las de 2018 y 2019 (en 2020 la institución priorizó la respuesta a la necesidad de conocimiento científico derivada de la COVID-19).

«Ese déficit se ha hecho especialmente patente en la búsqueda de soluciones contra la COVID-19», precisa la RAC, que pone de ejemplo las «dificultades» que se están encontrando los equipos de trabajo de los Doctores Mariano Esteban, Vicente Larraga y Luis Enjuanes, implicados en el desarrollo de nuevas vacunas para la prevención del coronavirus. Por eso, la RAC aboga por «aprovechar el elevado nivel científico de los equipos implicados en este tema ofreciéndoles los recursos necesarios para llevar a buen puerto sus proyectos».

No obstante, la Real Academia recuerda que la falta de fondos para investigación en España «no es nueva» cuando, según el vicepresidente de la RAC, Esteban Domingo, «la inversión en ciencia produce bienestar económico y reduce los niveles de desempleo y de empleo precario». «Aun así, nuestros Gobiernos no reconocen a la ciencia como motor de la economía, y no entienden que un país no investiga porque es rico, sino que es rico porque investiga», lamenta.

Por su parte, el presidente de la institución, Jesús María Sanz-Serna, ha ahondado en esta cuestión, apoyándose en las conclusiones del informe ‘Mathematical Sciences Research: Leading the way to UK economic growth’ del Council for the Mathematical Sciences, en colaboración con el Engineering and Physical Sciences Research Council del Reino Unido, que evidencian el impacto positivo de las matemáticas en la economía británica (el 10% de empleos y el 16% del PIB del Reino Unido dependerían de la investigación en matemáticas).

En una extrapolación del estudio a España, se vio que el impacto de esta ciencia en el sistema productivo español sería «inferior» al que tiene en Reino Unido, un país que, según Sanz-Serna, «aventaja» a España en tradición científica, lo que indica que hay que «mejorar». En su opinión, hay que empezar por la educación, ya que «la enseñanza de la matemática en España no es buena, al no centrarse en la resolución de problemas y formación del pensamiento, sino en la memorización de reglas algorítmicas».

FONDOS EUROPEOS

Con respecto a los fondos europeos, la RAC se pregunta si el uso que se va a hacer de los 24.198 millones de euros que llegarán a España contribuirán realmente a catalizar una transición hacia una economía basada en el conocimiento, montante que permitirá que el Ministerio de Ciencia e Innovación aumente.

«Todo anuncio de aumento de inversión en ciencia es muy bien recibido», señala Esteban Domingo, que advierte de que «la pregunta clave es si los fondos de recuperación van a servir para resolver problemas concretos, o van a servir para, a partir de esas inversiones, modificar en el futuro el porcentaje del PIB que España dedica a la investigación científica».

«¿Van a servir solamente para reparar instalaciones de nuestro edificio científico y tejido productivo o van a servir también para asegurar el mantenimiento a largo plazo del edificio y del tejido productivo?», se ha preguntado.

La RAC cree que los fondos europeos podrían ser útiles para emprender grandes proyectos que resuelvan asuntos clave, como la transición digital, transición energética y ambiental, o el avance en biociencias, entre otros.

Sin embargo, tiene dudas de si servirán para impulsar la investigación básica, pilar fundamental para ese cambio de modelo productivo que dé lugar a una economía moderna y basada en el conocimiento, así como la innovación verdaderamente disruptiva; si llegarán a las pequeñas y medianas empresas, o los acapararán las grandes; si contribuirán realmente a reforzar organismos estatales, como la Agencia Estatal de Investigación (AEI) o los organismos públicos de investigación (OPIs); y si ayudarán a amortiguar la pérdida de personal investigador fijo que se ha producido en España en la última década.

PROPUESTAS MÁS ALLÁ DE LA CUESTIÓN FINANCIERA

Dejando a un lado la cuestión financiera, la RAC ha querido llamar la atención sobre un par de aspectos que considera relevantes para el sistema de ciencia español.

Por un lado, está la reducción de la brecha digital. Concretamente, hablan de mejorar la competitividad de las empresas en España a partir de la introducción de tecnologías habilitadoras, para lo cual proponen, por un lado, la formación del empresariado, especialmente de los pequeños y medianos, para que aprovechen todo su potencial, y, por otro lado, la formación de los trabajadores, de modo que puedan desarrollar sus competencias en el nuevo contexto productivo, que es más digital y tecnológico.

Para ello, proponen que la formación sea reglada y que abarque todos los niveles educativos, siguiendo el ejemplo de algunos de los países más avanzados del entorno.

En paralelo, llaman a incentivar la actividad de transferencia tecnológica desde la academia hasta las empresas. A este respecto, apuntan que, aunque en las universidades y los centros públicos de investigación españoles se han obtenido muchos resultados susceptibles de aplicación directa en el mercado, es necesario realizar proyectos conjuntos de corta duración para comprobar la prueba de concepto antes de pasar a la producción.

También proponen orientar más la actividad del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) al apoyo y la ayuda a la investigación pública, ya que hasta ahora habría estado más volcado hacia las empresas, así como fomentar la creación de agencias de innovación, sirviéndose de ejemplos como el de la Agencia Valenciana de Innovación, de la que destacan su buen hacer.