Nutri-Score: más ciencia y menos desinformación

Cinco letras, cinco colores y un algoritmo desarrollado en Francia y por ende, pensado para la dieta de los franceses. Estas son las características principales del sistema de etiquetado nutricional, Nutri-Score, el modelo elegido por el Ministerio de Consumo para “ayudar a los consumidores a elegir alimentos saludables”. Por el contrario, expertos y científicos advierten que este sistema está cada vez más lejos de lograr su objetivo y denuncian que el semáforo nutricional no es el modelo más adecuado para los consumidores españoles, ni tampoco para los europeos. Principalmente porque no cuenta con suficiente evidencia científica que lo respalde. Es por eso que buscan visibilizar las limitaciones del sistema, antes de que la Comisión Europea decida cuál será el etiquetado que se adoptará de forma armonizada a nivel europeo.

Simplista, manipulable y con importantes lagunas reconocidas por sus creadores, el NutriScore falla a la hora de detectar productos malsanos. Como si fuera poco, el sistema penaliza a productos saludables y que son la base de la dieta mediterránea, reconocida por sus beneficios para la salud, como por ejemplo el aceite de oliva. Un hecho que ha sido fuertemente criticado por todo el arco político y por expertos del sector, desde que se dio a conocer la calificación que el NutriScore le otorgaba al producto. Nada más y nada menos que una D, a una letra de la peor calificación posible.

Desde entonces y tras una activa campaña llevada a cabo por los representantes del sector, Consumo decidió rever la calificación y determinó que el aceite de oliva llevaría, en cambio, una etiqueta NutriScore C. Es decir, la misma que otros aceites vegetales como el de colza o nuez. Una clara muestra de que el algoritmo no identifica correctamente las propiedades del aceite de oliva virgen o virgen extra.

Que el oro líquido lleve una etiqueta NutriScore C es, como lo explica el representante de las denominaciones de origen olivareras de España, José Manuel Bajo, “un fraude a los consumidores”. Lo mismo opina la Interprofesional del Aceite de Oliva español que insiste en que el etiquetado francés “induce a error al consumidor”. Como lo explica el presidente de la Interprofesional, Pedro Barato, el NutriScore puede “generar una enorme confusión”.

“¿Qué va a pensar el consumidor de un alimento, los aceites de oliva, que obtiene peor calificación que otros alimentos a los que se denominan comida basura?”, se pregunta Barato. “El Gobierno de España no puede ser cómplice en momento alguno de un atropello que dañará irremediablemente la imagen y reputación de uno de los productos agroalimentarios más prestigiosos del país como es el aceite de oliva”, concluyen los representantes de la sectorial.

La Sectorial Nacional del Aceite de Oliva Virgen con DO va aún más lejos y denuncia además un intento de blanqueamiento de la imagen del NutriScore “en determinados posicionamientos y revistas conectadas con ciertas asociaciones, en contra de la evidencia científica”. Según la sectorial, ciertas asociaciones han intentado mejorar la imagen del Nutriscore a través de “encuestas con sesgos o con la opinión de expertos que trabajan para el semáforo”. Como lo explican, esta campaña de desinformación llevada a cabo por los promotores del NutriScore “atenta contra la salud individual y engaña a la ciudadanía en su conjunto”. Además, consideran que la promoción de este sistema “lejos de defender la afrenta comercial, el impacto a la reputación del aceite de oliva en los mercados y optan por la transparencia, está causando un daño irreversible”.

Pero el daño reputacional irreversible no es solo al aceite de oliva. El problema con NutriScore no se limita a que este sistema no distingue las propiedades benéficas del oro líquido. El sistema también falla al no tener en cuenta la ración, ni la frecuencia de consumo. Otro grave problema es que el sistema no tiene en cuenta el grado de procesamiento de un alimento. Combinadas, estas limitciones facilitan que productos malsanos obtengan buenas notas, mientras que productos tradicionales españoles como el jamón ibérico, el queso manchego, el mejillón de Galicia, entre otros, se ven perjudicados.

“¿Dónde está la defensa de nuestros productos tradicionales?”, se pregunta el senador del Partido Popular por Murcia, Juan María Vázquez. “Mientras los países mediterráneos, los países del aceite de oliva, hacen una defensa a la ultranza de sus productos de la dieta mediterránea, aquí nos alineamos junto a los países de la mantequilla y calificamos como mucho más saludables los productos ‘fast food’, como las patatas fritas, las bebidas edulcoradas, o hamburguesas, que nuestros productos tradicionales”, sentenció Vázquez durante la sesión en la Comisión de Sanidad y Consumo del Senado en la que se aprobó una moción por la que se le exige al Gobierno español que frene la adopción del NutriScore.

La moción aprobada en el Senado es un símbolo de esperanza para quienes le exigen a las autoridades españolas cambien de bando y se pongan del lado de los países defensores de la dieta mediterránea como es el caso de Italia, que ha desarrollado su propio sistema de etiquetado, el Nutrinform Battery, en defensa de los productos mediterráneos.

Nutrinform supera las limitaciones de Nutri-Score al “proporcionar indicaciones completamente objetivas sobre calorías y nutrientes, de modo que los consumidores puedan tomar decisiones conscientes sin riesgo de ser engañados”, explica el profesor del Campus Biomédico de la Universidad de Roma, Luca Piretta. Según el experto, Nutrinform informa al consumidor sobre los valores nutricionales de cada producto e indica el impacto de cada porción en la dieta diaria. Para ello, el sistema se basa en raciones establecidas por las instituciones científicas y no por la industria.

Si hay un punto en el que coinciden los que critican al NutriScore es en que el sistema francés no cuenta con rigor científico. Así lo ha manifestado el secretario general del Consejo Regulador de las Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP) Caballa y Melva de Andalucía, Manuel Becerra. Por eso el sistema Nutrinform se destaca aún más, al haber sido desarrollado por tres Ministerios italianos con la colaboración científica del Instituto Superior de Salud y el Consejo de Investigación en Agricultura y Nutrición. Además, han intervenido en el desarrollo distintas asociaciones de consumidores y todos los representantes de la cadena agroalimentaria. También se han tenido en cuenta las indicaciones nutricionales aprobadas por la EFSA. Por estas razones, el Nutrinform se consolida como la mejor alternativa al NutriScore.

Vistos los problemas causados por el Nutri-Score, no quedan dudas de que Consumo debe replantear su postura y escuchar las opiniones de expertos, científicos y hasta de otros miembros del Gobierno, como el Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, quien ha mostrado su rotundo desacuerdo con la adopción del etiquetado francés en España. Citando a Planas, “nada que dañe a la dieta mediterránea puede ser aprobado por el Gobierno”.