El Papa pide que la pandemia no se resuelva con «parches»

El Papa ha denunciado que el gasto militar parece destinado «a crecer de modo «desorbitado» mientras que se reduce el presupuesto para la educación y se «propagan enfermedades de proporciones pandémicas» ante lo que ha instado a no usar políticas que sean «parches».

«La crisis global que vivimos nos muestra que el encuentro y el diálogo entre generaciones es la fuerza propulsora de una política sana, que no se contenta con administrar la situación existente ‘con parches o soluciones rápidas’, sino que se ofrece como forma eminente de amor al otro, en la búsqueda de proyectos compartidos y sostenibles», subraya en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, que se celebra el 1 de enero.

Con el título ‘Diálogo entre generaciones, educación y trabajo: instrumentos para construir una paz duradera’, en el mensaje adelantado este martes por el Vaticano advierte de que se están agravando los efectos del cambio climático y de la degradación del medioambiente, mientras «empeora la tragedia del hambre y la sed».

Por ello, ha llamado la atención de los gobiernos para que inviertan el dinero gastado en material de defensa y armamento en aspectos relacionados con la educación. Además, también ha instado a un mejor equilibrio entre una economía de libre mercado y la necesidad de ayudar a los que menos tienen.

«Es oportuno y urgente que cuantos tienen responsabilidades de gobierno elaboren políticas económicas que prevean un cambio en la relación entre las inversiones públicas destinadas a la educación y los fondos reservados a los armamentos«, ha destacado. Del mismo modo, desea que se lleve a cabo «un proceso real de desarme internacional» a través de la liberación de recursos financieros que se empleen de manera más apropiada para la salud, la escuela, las infraestructuras y el cuidado del territorio, entre otros.

ABOGA POR LA EDUCACIÓN

«Es la educación la que proporciona la gramática para el diálogo entre las generaciones, y es en la experiencia del trabajo donde hombres y mujeres de diferentes generaciones se encuentran ayudándose mutuamente, intercambiando conocimientos, experiencias y habilidades para el bien común», ha dicho.

En este sentido, ha incidido en que la instrucción a distancia ha provocado «en muchos casos una regresión en el aprendizaje y en los programas educativos». Para el Pontífice, «el ruido ensordecedor de las guerras y los conflictos se amplifica» y sigue dominando un modelo económico que se basa más en el «individualismo que en el compartir solidario».

Por ello, ha pedido que sean cada vez «más numerosos» quienes, «sin hacer ruido, con humildad y perseverancia», se conviertan cada día en artesanos una «arquitectura de la paz» frente a los «escombros de la historia», que marquen «el comienzo de un futuro prometedor», en torno a tres caminos: el diálogo entre las generaciones, la educación y el trabajo.

Sobre esto último, el Papa denuncia que con la pandemia «millones» de actividades económicas y productivas han quebrado y que los trabajadores precarios son cada vez más vulnerables. De este modo, ha lamentado que muchos de aquellos que «desarrollan servicios esenciales permanecen aún más ocultos a la conciencia pública y política».

Por otro lado, ha incidido en cómo los jóvenes que se asoman al mercado profesional han caído en la desocupación afrontan actualmente perspectivas «dramáticas». También se refiere a la economía informal, que a menudo afecta a los trabajadores migrantes y cuyo efecto «ha sido particularmente devastador».

«Sólo un tercio de la población mundial en edad laboral goza de un sistema de seguridad social, o puede beneficiarse de él sólo de manera restringida», subraya para advertir de que el crimen organizado aumenta, «envenenando» la economía e impidiendo que se fomente el bien común, fomentando condiciones laborales de esclavitud.

Para el Papa, el mundo vive «todavía atenazado por las garras de la pandemia» pero ha instado a poner en práctica el diálogo entre las generaciones, un diálogo Así ha reivindicado un diálogo sincero, aunque no esté exento de una dialéctica justa y positiva, que no deje a un lado ni a los depositarios de la memoria, los mayores, ni a los continuadores de la historia, los jóvenes.

Francisco también lamenta la sensación de soledad y el repliegue sobre uno mismo que ha causado la pandemia, sobre todo la de los mayores, y que va acompañada en los jóvenes de un sentimiento de impotencia y de la falta de una idea común de futuro. «Esta crisis es ciertamente dolorosa. Pero también puede hacer emerger lo mejor de las personas», ha concluido.