Belarra y Montero se resisten a aceptar la autoridad de Yolanda Díaz

La reforma laboral lo ha dejado claro. Podemos no comparte el estilo y la política de Yolanda Díaz. Cuando decimos «Podemos» nos referimos a Ione Belarra, secretaria general del partido, y a Irene Montero, líder en la sombra y ministra de Igualdad. Desde que el cofundador de la formación morada Pablo Iglesias dejó el partido en manos de la ministra de Trabajo, el malestar en Podemos creció por segundos. Sin embargo, después de la tibia derogación de la reforma laboral que ha puesto en marcha la vicepresidenta, parece que las posiciones entre Podemos y Yolanda Díaz están más separadas que nunca. Los morados no solo se han desmarcado de este proyecto que ve con buenos ojos hasta Antonio Garamendi, presidente de la CEOE. Sino que auguran problemas a la hora de integrarse dentro de la plataforma que Yolanda Díaz pretende poner en marcha a lo largo de este año. Se avecinan turbulencias.

Para Podemos, Díaz mira solo por sus intereses. Pero es que el hecho de que haya fuentes del entorno de la vicepresidenta que aseguren que la dirigente no quiere incluir el color morado en su plataforma no facilita las cosas. La vicepresidenta segunda del Gobierno va por libre. Fuentes del partido insisten en que no ha tenido en cuenta a la cúpula de Podemos para nada. Ni a la de la formación morada ni a la Izquierda Unida. Díaz se ha convertido en un partido autómata en sí mismo que no obedece a los intereses de ninguna estructura. Y esto incomoda a Podemos, la formación matriz de Unidas Podemos que ve cómo se desvanece con unas encuestas en contra y con una candidata que se quiere desprender del color morado que visten Montero o Belarra.

Por el momento, desde Podemos se aferran a clichés políticos para intentar descalificar a la vicepresidente y así intentar que vuelva al redil y a la dependencia de las siglas moradas. La derogación de la reforma laboral no ha sido tal, de hecho ha dejado las cosas prácticamente como estaban (prueba de ello es que Garamendi la ve con buenos ojos). Y ante tal fiasco, Podemos ha optado por desmarcarse de este paso político y dejar que sea Díaz la que cargue con todas las críticas.

MONTERO y Belarra necesitan dar una lección de humildad a una vicepresidenta

Esto lo hacen bajo las órdenes de Montero y Belarra no porque no compartan lo que ha hecho Díaz con la negociación de la nueva reforma laboral, sino porque necesitan dar una lección de humildad a una vicepresidenta que solo piensa en su plataforma y en cómo apartarse del color morado, tal y como detallan fuentes cercanas al partido morado. Al mismo tiempo, estas mismas fuentes reconocen que no ha gustado nada en el seno del Ministerio de Igualdad que Yolanda Díaz no haya presionado al presidente del Gobierno para llevar adelante la ley trans, uno de los hitos más polémicos de Irene Montero. La vicepresidenta entiende que no puede permitirse el lujo de acarrear con el peso de medidas polémicas que traigan más críticas que aplausos. Y la ley trans de Montero es, como mínimo, polémica.

Esta guerra interna es una guerra por el protagonismo. La plataforma de Díaz, a la que tanto el exjefe de gabinete de Presidencia, Iván Redondo, como Pablo Iglesias lanzan guiños siempre que tienen ocasión a través de los medios de comunicación, promete, pero lo que está claro es que la ministra peor valorada en las encuestas (Montero) no puede tener un papel relevante en ella. Esta realidad ha hecho que las posiciones entre Díaz y Montero se hayan distanciado hasta tal punto que ninguna respalda las iniciativas de la otra. Saben que irán juntas en las elecciones, pero Montero es consciente de que Díaz renovará todas las caras, empezando por la de la propia Montero.

Con todo esto encima de la mesa, a Podemos solo le queda diferenciar su proyecto del de Díaz y no darle apoyo de ninguna clase. Al menos los morados juegan con una ventaja: el presidente del Gobierno es quien más interés tiene en que la vicepresidenta se hunda porque es la principal amenaza para Pedro Sánchez. Pero sea como sea, el divorcio entre Montero y Díaz augura un 2022 y un 2023 candente.

UNA TIBIA REFORMA

Unidas Podemos no ha querido capitalizar el presunto éxito de la reforma laboral. No lo han querido hacer porque consideran que, primero, los españoles lo asocian a Yolanda Díaz y no a Podemos y, segundo, porque entienden que la derogación no es tal. La idea era volver a la realidad laboral previa a Mariano Rajoy. Pero no se ha hecho tal cosa. Solo se han maquillado cuatro aspectos para que parezca que se combate la temporalidad de los contratos, pero todo sigue prácticamente igual.

Desde Podemos entienden que la medida principal y la más importante que debería haber afrontado la reforma laboral son los días de indemnización por año trabajado. Y en este punto, que es el que más toca el bolsillo del empresario y el que hace que la patronal se lo piense dos veces antes de contratar a alguien (o despedirle) no se ha tocado absolutamente nada. El despido sigue siendo igual de barato que antes y esto en Podemos entienden que no es motivo de celebración.