La AN procesa a 79 miembros de una organización dedicada al tráfico de droga

El titular del Juzgado Central de Instrucción número 4, José Luis Calama, ha acordado el procesamiento de 79 encausados a los que se les imputan los delitos de tráfico de drogas en cantidades de «extrema gravedad» y pertenencia a organización criminal. Operaban en el levante español y, además del tráfico ilícito de sustancias estupefacientes, blanqueaban los beneficios obtenidos.

De las diligencias llevadas a cabo en el marco de la instrucción, el magistrado recuerda en su auto, que se han incautado casi 3.800 kilogramos de cocaína. En la parte dispositiva de la resolución calcula que el valor de esas sustancias incautadas, atendido a su valor de venta al por mayor, ronda los 268 millones de euros, por lo que fija una fianza para garantizar las responsabilidades pecuniarias de casi 1.432 millones de euros.

Recuerda asimismo que aun hay seis investigados en paradero desconocido por lo que acuerda mantener las órdenes de búsqueda y detención, y anuncia que se formarán las correspondientes piezas separada si a la fecha de la conclusión del sumario no hubieran sido hallados.

LOS CUATRO NIVELES

La organización tenía cuatro niveles, y en la cúspide estaba estaban Juan Andrés C. (líder de la rama de Alicante), Sergio F. –alias Rubio– (líder de la rama de Valencia), Jonas S. F. (líder de la rama de Barcelona), y José C. P. –alias Costiña– (líder de la rama en Galicia).

Los cuatro ostentaban la dirección de todo el entramado criminal. El juez explica que eran quienes llevaban a cabo «la negociación, organización, planificación y financiación de las partidas de cocaína a gran escala procedentes de Sudamérica para su introducción en territorio español y europeo». Además, dirigían las principales operaciones de blanqueo de capitales de la organización a través de entramados empresariales creados a tal fin.

En un escalafón intermedio estaban otros procesados, como Kristian S., que eran responsables de la distribución de la droga a media escala. Dirigían, según apunta Calama, sus respectivos grupos criminales compuestos por sus subalternos de confianza, pero siempre supeditados a la rama principal y realizando incluso funciones de blanqueo de capitales a un nivel intermedio.

«Esta rama, por tanto, es la encargada de la recepción de las sustancias estupefacientes que introduce en España la rama principal y distribuirla a escala intermedia entre los componentes de la rama de narcotráfico a menor escala», apunta.

VUELCOS Y ASESINATOS, EL NIVEL INFERIOR

EL juez habla de un tercer nivel, el de enlace, que sería intermediario con el cartel sudamericano proveedor de la sustancia estupefaciente en origen. Los miembros pertenecientes a esta rama cobraban un beneficio porcentual en forma de comisión por sus actividades.

Por último, el nivel base, en el que estaban componentes como Francisco Javier C. –alias Checa–, tenía por objetivo el tráfico ilícito de drogas y el blanqueo de capitales pero a menor escala, así como la comisión de delitos violentos conexos a aquella actividad.

Ellos eran los encargados de distribuirla la cocaína a menor escala entre traficantes de último nivel dedicados al menudeo. También se incluyen en este nivel los encargados de realizar actividades violentas conexionadas al delito principal de tráfico de drogas como robos a otros traficantes –vuelcos–, amenazas, extorsiones, ajustes de cuentas, cobros de deudas, secuestros, lesiones, asesinatos, etc.

COCHES CAROS Y UNA HABITACIÓN DEL PÁNICO

En el auto, Calama recoge que Juan Andrés C. era el colíder de la rama principal y que dirigía y organizaba las operaciones más importantes de narcotráfico usando como tapadera un negocio de vehículos de alta gama que tenía en Jávea (Alicante). Ahí mantenía reuniones con el resto de integrantes de la red, si bien no siempre ya que a veces viajaba a Madrid o Valencia.

Calama destaca que en la diligencia de entrada y registro en su domicilio habitual, además de abundante documentación relacionada con los hechos investigados, se intervino más de un millón y medio de euros en efectivo y relojes de lujo por valor de otro millón. Todo oculto en una habitación perfectamente preparada al efecto, «de las conocidas como habitación del pánico».

Pero el juez dedica un epígrafe extenso a la figura de El Rubio, «el auténtico líder de la organización en cuanto a operaciones de narcotráfico se refiere». Señala que proporcionaba la infraestructura necesaria para las importaciones de cocaína por el Puerto de Valencia, y que organizaba las mismas junto a resto de la rama principal.

De Jonás S.F. subraya que mantenía reuniones con el resto de cabecillas tanto en un hall de un hotel de cinco estrellas en Madrid como en el concesionario de coches de Juan Andrés C.

EMBARCACIONES NODRIZAS

Sobre el cuarto de la cúspide de la pirámide criminal, Costiña, señala que desempeñaba un papel fundamental en las operaciones de narcotráfico de la organización ya que se encarga de organizar el transporte de las principales importaciones de cocaína de la organización desde el punto de origen en Sudamérica hasta nuestro país.

Lo hacía a través de embarcaciones nodrizas y pesqueras que realizan el trasbordo en un punto en alta mar, previamente pactado, y a través de embarcaciones portacontenedores en las cuales se camuflaba la droga. Él era además el responsable de viajar a Sudamérica para negociar con el cartel, tras lo cual se reunía con el resto para contarles novedades.