La fundación FAES considera que hay que blindar en la Constitución la unidad territorial de España para hacer frente a la «amenaza del secesionismo» en caso de que se abra el proceso de reforma constitucional. Además defiende una «relectura» del artículo 3 de la Carta Magna otorgando al castellano «pleno contenido como lengua oficial y común del Estado».
«El secesionismo amenaza algo más que la unidad territorial del Estado, amenaza la configuración misma del poder constituyente autor de la Constitución: la nación española», asegura la fundación que dirige el expresidente del Gobierno José María Aznar en una edición de los ‘papeles FAES’ bajo el título «Constitucionalismo militante» publicado este martes.
Según FAES, para hacer frente «al rupturismo del secesionismo», el constitucionalismo español debe comenzar por «reconocer la fragilidad en la que lo sitúa la idea de que la española es una Constitución no militante, sin límite material alguno ante la eventualidad de su reforma».
Desde ese punto de vista, argumenta la fundación, el secesionismo dispondría en la «norma fundamental» de un cauce formal no ya para reformar el sistema sino para «destruirlo en su esencia nacional misma». Es más, cree que ese nacionalismo «ha dado ya pruebas inequívocas» de sentirse desvinculado del pacto constituyente, citando «el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 y la posterior declaración de independencia».
«La deslealtad al pacto no habla mal del pacto en sí, sino de los desleales, y, secundariamente, de quienes remuneran material y simbólicamente la deslealtad», asegura, para añadir que «carece de sentido cuestionar el acuerdo de 1978 por el hecho de que algunos lo hayan quebrado».
CRITICAS A LA «ESPAÑA MULTINIVEL» DEL PSOE
Además, destaca que los socialistas –desde su cónclave en Santillana, pasando por las Declaraciones de Granada y Barcelona, hasta las más recientes formulaciones sobre la ‘España multinivel’– «andan empeñados en alumbrar fórmulas para deconstruir el Estado de las autonomías.
Según añade, la propuesta socialista se rotula «federal» pero «es otra cosa: una reforma para hacer irreversibles las desigualdades ‘diferenciales’, la exclusión del español recurriendo a procesos de inmersión lingüística, la ‘ordinalidad’ en la financiación y la prelación entre comunidades».
En este contexto, FAES considera que el constitucionalismo debe dar dos pasos clave en su propia defensa. El primero, prosigue, es fijar la idea de que «la condición no militante de la democracia española encuentra límites materiales en todo aquello que, de ser aprobado, desnaturalizaría la esencia de cualquier sistema democrático» o significaría «no una reforma de la Constitución, sino su destrucción misma» y de los principios de unidad territorial, autonomía y solidaridad.
FAES justifica su propuesta argumentando que este debate se ha abierto a propósito del debate territorial y la reclamación delllamado «derecho a decidir» por el nacionalismo catalán que sostiene, dada la pretendida ausencia de límites materiales a la revisión constitucional, que «sería posible el encaje constitucional de la autodeterminación si se cumplieran las condiciones procedimentales previstas en el artículo 169 de la Constitución».
«Nadie puede sostener que seguir el procedimiento sería suficiente para que una reforma aboliera la libertad de expresión, el pluralismo político, la presunción de inocencia o la prohibición de la tortura», afirma, para añadir que debe entenderse que toda reforma constitucional es «una operación inherentemente limitada» aunque admita una revisión total.
CLÁUSULAS DE INTANGIBILIDAD COMO HACEN OTROS PAÍSES
En este contexto, FAES propone para el caso de que se abra un proceso de reforma constitucional, la introducción de «cláusulas de intangibilidad que garanticen la identidad de la Constitución tras su eventual reforma» en línea con lo que se hace en otros países como Alemania o Italia, que «quisieron aprovechar las lecciones de su experiencia histórica construyendo un constitucionalismo militante».
Según FAES, cabría fijar de manera nítida esa interpretación mediante la incorporación de «una cláusula expresa de intangibilidad que tendría su ubicación en el Título X de la Constitución, con una modificación del artículo 169 que requeriría seguir el procedimiento simple del artículo 167 de la Constitución».
A su entender, esa cláusula de intangibilidad debe existir no solo para el artículo 2 sobre la unidad de la nación sino también para el 1, en el que se alude al Estado social y democrático de Derecho, señala que la soberanía nacional reside en el pueblo español y establece la monarquía parlamentaria.
«La cláusula de intangibilidad protegería, por tanto, la unidad territorial, el carácter democrático del Estado y la organización autonómica», asegura, tras analizar detalladamente nel principio de unidad, de autonomía y de solidaridad que recogen los artículos 1 y 2 de la Carta Magna.
Además, FAES defiende una «relectura» del artículo 3 de la Constitución otorgando al castellano «pleno contenido como lengua oficial y común del Estado, y articulando esa condición con la exigencia de respeto y protección a las demás lenguas de España, cooficiales en sus respectivos territorios».
En su opinión, es preciso «impugnar la posición central de los nacionalismos presentando la relación entre castellano y lenguas cooficiales como un juego de suma cero». Además, señala que están hablando de «40 años de procesos de normalización lingüística o de inmersión, según los casos» y hay una «abundante y significativa doctrina del Tribunal Constitucional y de los Tribunales Superiores y Tribunal Supremo». «Hablamos de una experiencia pedagógica y social», apostilla.
«LOS TEMAS ESTRELLA DE LA NUEVA DERECHA POPULISTA»
FAES defiende además la integración de España en la UE, que es una unión de Estados con políticas integradas y comunes, pero también con cooperaciones intergubernamentales, y con políticas nacionales propias. A su juicio, es «difícil concebir una Europa sin Estados nación
«España ni ha fracasado como democracia ni se ha disuelto en una Europa sin naciones y sin Estados: las dos grandes esperanzas del nacionalismo y los dos temas estrella de la nueva derecha populista», concluye.