Amueblar desde el principio una casa a la que nos hayamos mudado recientemente no es tarea fácil, ya que la elección de cada elemento que formará parte de la vivienda no suele ser sencilla. Utilidad y estética deben estar conjugadas en cada mueble para que el conjunto de cada estancia cree la combinación perfecta. Toda vez que la elección está hecha, los mueble pasan a ser parte de lo que consideramos nuestro hogar, por lo que con frecuencia el tiempo los dota de un valor que va más allá del económico y que no siempre facilita tomar la decisión de renovar el mobiliario.
A pesar de que en la actualidad la industria ha conseguido crear productos de este tipo con precios realmente asequibles, la realidad es que no siempre es fácil deshacerse de los muebles de siempre, no sólo por la historia que guardan y el apego al que se acogen, sino porque muchos de ellos tienen utilidad plena a pesar de ciertos defectos, generalmente más del ámbito de la estética que de la funcionalidad. Sin embargo, ya desde tiempos pretéritos la sociedad ha contado con una práctica que ha prolongado la vida de todos aquellos elementos en los que la tela o el recubrimiento juegan algún papel: la tapicería.
Un oficio actual
Aquellos cuyos recuerdos sean acendrados del pasado siglo recordarán con facilidad cierta cantinela que la verbena popular se ha encargado de mantener en el recuerdo: “ha llegado a su localidad el tapicero”. Pero incluso en la actualidad en no pocas poblaciones pueden seguir oyéndose estos pregones o similares. Y es que, en contra de lo que el sector más joven pueda pensar, la tapicería no ha pasado de moda.
Nada más lejos de la realidad, apenas tecleamos la palabra “tapicería”, o cualquiera de las pertenecientes a su campo semántico, el buscador nos ofrecerá una numerosa cantidad de resultados poniendo a nuestra disposición los servicios de estos profesionales. Una prueba meridiana de que incluso en los grandes núcleos urbanos este oficio sigue en pie, son los profesionales de tapiceriademuebles.es, una de las empresas líderes en el sector y que opera en toda la comunidad de Madrid
Sin embargo, a pesar de los muchos profesionales que aún siguen esmerándose en prolongar la vida de este oficio, hay quién no terminaría de convencerse de la utilidad de la tapicería. Pero, ¿por qué esta práctica no se pierde?
El arte de tapizar
El arte de tapizar tiene su origen ya en los días de los grandes faraones egipcios, pasando desde entonces por todas las etapas históricas de la humanidad, incluida la presente. A pesar de que algunos nunca lo creerían, la tapicería sigue contando con un número no escaso de clientes y su demanda, si bien es cierto que no tanta como en tiempos pasados, sigue dando muestras de las bondades del tapiz.
El deterioro de algunos muebles como el sofá, las sillas, los sillones, las butacas, el cabecero de la cama y demás elementos puede apreciarse a simple vista en muchas ocasiones. Sin embargo, incluso cuando los años hayan pasado por estos, su funcionalidad y vida útil distan mucho de su aspecto ajado. No cabe duda de que siempre es un fastidio renovar parte del mobiliario cuando su único defecto es la estética. Precisamente para ocasiones como estas la tapicería es la herramienta más eficaz. Además, las técnicas actuales permiten aplicar los diseños más modernos, combinando calidad y moda, por lo que con sólo actuación del tapicero podríamos contar con la renovación estética deseada sin dejar de disfrutar de la comodidad de los muebles de siempre.
En otro orden de cosas, la continuación del arte de la tapicería en la actualidad es una herramienta fundamental para instituciones culturales como museos, asociaciones y demás organizaciones de esta índole. Al fin y al cabo, el mobiliario forma parte de la historia del mundo, y no faltan piezas de valor que la tapicería ha ayudado a conservar con gran maestría. Desde el sillón de JFK hasta tronos imperiales, el efecto restaurador del tapiz sobre estos no es ningún motivo de risa.
Por otro lado, la tapicería es una práctica cada vez más demandada por artistas, interioristas o usuarios no especializados que, sencillamente, desean personalizar una pieza cuyo valor esté a la altura de su poder adquisitivo. La minuciosidad y el celo artesano con el que la tapicería se transmite de maestros a aprendices hace de ésta una disciplina demandada por ciertos sectores de la sociedad que ven en ella la oportunidad de contar con un mueble cuyo diseño sea único y exclusivo, lo que se considera una contribución más que digna a la proyección de una figura reconocida y admirada.
En resumidas cuentas, la tapicería ha servido de ayuda a la sociedad desde su desarrollo como remedio para algunos de los muebles principales. La calidad y utilidad de esta práctica ha motivado que actualmente siga siendo un oficio con recorrido y demanda.